Concepts in unity (1975), de Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino

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OPERACIÓN RESCATE

«Contiene las bases de la obsesión de Jerry, el jazzista rumbero, que introdujo la clave en el flamenco tras la estela de los esbozos de Miles Davis»

 

Eduardo Tébar recupera esta semana Concepts in unity, uno de los discos más importantes de una de las primeras bandas de Jerry González, Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino. Un disco esencial en la investigación afrocubana de González, de los más buscados por los coleccionistas.

 

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Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino
Concepts in unity
SALSOUL RECORDS, 1975

 

Texto: EDUARDO TÉBAR.

 

El gran público lo conoció por Calle 54 (2000), la película de Fernando Trueba. Pero Jerry González presentaba un currículo notorio antes de cumplir 25 años. A mediados de los setenta, ya había girado con los Beach Boys como trompetista y estaba curtido en las formaciones de Kenny Dorham, Dizzy Gillespie, Clifford Thornton, George Benson o los Lifetime de Tony Williams. Eso además de pasar treinta intensos meses junto a Eddie Palmieri. La salsa hervía en Nueva York en vísperas de su degradación comercial. Jerry comparte veladas con Ray Barretto, Machito o Tito Puente. Mientras se empieza a explotar la morfología de las All Stars, surge un laboratorio que explora las innovaciones de la comunidad latina de la urbe con la perspectiva folclórica de la raíz afrocubana.

Dice mucho que el nombre inicial del encuentro fuese Anabacoa, como aquel viejo son de Arsenio Rodríguez. Un divertimiento de Jerry (aquí percusionista) y su hermano menor, Andy (bajista). Sin pretensiones: se trataba de una excusa para “descargar” en medio del trabajo diario como salseros. Invitados por la universidad para ofrecer una muestra didáctica, entusiasmaron al musicólogo René López, que decidió producirlos y bautizarlos como Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino. Solo graban dos discos, germen del Conjunto Libre que dirigirá el veterano Manny Oquendo. Hoy son piezas rebuscadas. El primero, en doble vinilo, lleva un título sugerente: Conceptos en unidad. Su tramo final anticipa el invento afrocubista de los noventa, cuando tomó fuerza la idea de tender puentes con el acervo de Malí. Basta acudir al meollo afro de “Canto ebioso”, al guaguancó callejero de “A papá y mamá” o a la rumba abierta “Iya modupue”.

La serie de congas (tumbadoras, para ellos) en la portada recoge la intención de continuar con la «descarga» en el estudio. Una sutileza: la tumbadora antigua aparece con el cuero clavado al tiempo que la nueva lo prensa con una llave. O sea, música de ayer con visión de hoy y música de hoy con visión de ayer. Se cuentan hasta seis percusionistas por canción. Motorizados por la espontaneidad, el elenco acoge artistas de amplio bagaje. El trompetista cubano Chocolate Armenteros venía del combo de Eddie Palmieri, por cuya agrupación primaria, La Perfecta, había desfilado el timbalero Manny Oquendo (el último de la generación en sepia que se acopló a la vanguardia). En “Choco’s guajira”, que mete un diálogo picarón digno de El Guayabero, sobresale el sentimiento en la voz de Caito Díaz, de La Sonora Matancera.

Grupo Folklórico y Experimental Nuevayorquino juega con cartas ganadoras. Cantantes vigorosos como Henny Álvarez (Mongo Santamaría), Willie García (Ray Barretto, Tito Puente, La Lupe, Joe Cuba) o el mismo percusionista Virgilio Martí. El dinamismo de los metales, aupado por la exuberante sección rítmica, crea una magia colectiva. Así se plantan las bases de la obsesión de Jerry, el jazzista rumbero, que acabó introduciendo la clave en el flamenco tras la estela de los esbozos de Miles Davis. Los dieciséis miembros del Folklórico añoran la isla en la apertura, “Cuba linda”. Indagan en las posibilidades del tres salsero en “Adelaida”. Trazan viñetas barriales en la festiva guaracha “Carmen La Ronca”. Y se zambullen en la santería al compás de un seis por ocho (“Canto asoyin”).

Tesoros como Concepts in unity rompen el tópico de que todo está en Spotify. En 1996, el recopilatorio Nu Yorica!, enfocado en el perfil menos visible de la escena latina de Nueva York en los setenta, incluyó “Anabacoa”. A finales de 1976, el Folklórico lanzó el segundo álbum, Lo dice todo, más denso y sin el carácter diletante de su debut. Semanas después, cuando el grupo es solicitado en todos los rincones del Caribe, optan por separarse. Llegó el dinero y se evaporó la fraternidad.

Anterior entrega de Operación rescate: Live at the witch trials (1979), de The Fall.

 

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