Live at the witch trials (1979), de The Fall

Autor:

OPERACIÓN RESCATE

«Acoger todo un ideario social con el que ensalzaron a los Stooges y los Seeds, y abrieron camino a referencias del futuro como Pavement y Franz Ferdinand»

 

Agotando la década de los setenta, los ingleses The Fall expidieron su primer largo, Live at the witch trials. Un disco que recupera Sara Morales, gestado en plena época post punk, pero difícil de clasificar.

 

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The Fall
Live at the witch trials

STEP FORWARD, 1979

 

Texto: SARA MORALES.

 

«Somos The Fall, basura blanca del norte dispuestos a llevar la contraria», bocea Mark E. Smith al poco de arrancar el disco con los primeros versos de «Crap rap2/Like to blow». No se cortaban, no contemplaban por qué iban a tener que hacerlo. Venían de la sombría Manchester y, tras el estruendo punk de mediados de los setenta, debieron reivindicar sus raíces frente a un Londres incandescente cuya escena se cubría de gloria a ojos del mundo. Al norte inglés le llegaría el reconocimiento inmediatamente después, pero entonces ellos todavía no lo sabían.

Encasillados en los anales del post punk anglosajón, pero eternamente inclasificables, The Fall se habían abierto paso en el mercado en 1978 con la publicación de un maxi single llamado Bingo—Master’s break—out! Un extravagante trabajo que, sumado a los explosivos directos que ya obraban, les llevó a ser considerados por la crítica y a que esta aguardara impaciente la llegada de un primer álbum de estudio que no se hizo de rogar demasiado; un año más tarde veía la luz Live at the witch trials

 

 

Grabado y mezclado junto al productor Bob Sargeant, en solo un par de días en los estudios underground de Camden Sound Suite, recoge once piezas eufóricas e inquietantes que no se andan con chiquitas a la hora de plantarle cara a preocupaciones y debates que corrían por las calles de su ciudad en aquel momento. El cinismo siempre fue la mejor baza de Mark E. Smith para poner voz, con su particular acento, al derrotismo urbano, indagando en asuntos como las drogas («No Xmas for Jon Quays»), la precariedad laboral («Industrial estate»), la angustia («Frightened») o la crítica a la industria musical («Music scene») que suenan en este estreno entre el estruendo insurgente y la agonía que vendría después. Y del mismo modo que beben de las influencias kraut que The Fall destilaron siempre —basta escuchar «Underground medicine» para acordarnos de los alemanes Can—, también sobresalen en alegatos nerviosos como «Futures and pasts» o brillando a ritmo de bajo en «Rebellious juke box» en manos de Marc Riley.

 

 

Nunca atendieron a la rigurosidad de las tendencias sonoras del momento, jamás se adhirieron ex profeso a ningún movimiento y fue precisamente en esa miscelánea suya, a base de la guitarra colérica de Martin Bramah, el órgano disonante de Yvonne Pawlett y la potencia de la sección rítmica a cargo de los tambores de Karl Burns, donde dieron con el poder que ejerce este Live at the witch trials sobre el modo más agradable de acercarse al talante punk.

Lástima que, antes de que el álbum viera la luz, Burns dejara la banda; lástima que Martin Bramah lo hiciera poco después también. Pero las deserciones a las que The Fall debieron acostumbrarse desde su formación en 1977 no lograron ensombrecer la calidad de un disco que cosechó un éxito casi inmediato. Que hoy todavía se recuerda por acoger en sí mismo todo un ideario social con el que ensalzaron a grandes del pasado como los Stooges y los Seeds, y abrieron camino a referencias del futuro como Pavement y Franz Ferdinand.

Anterior entrega de Operación rescate: Lions (2001), de Black Crowes.

 

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