Bunbury antes de Héroes del Silencio

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“No vamos a insistir en lo que podría haber llegado a ser Eduardo Benavente. Para mí, era un adelantado, un visionario… y un tipo especialmente dotado para la música”

 

Antes de embarcarse en la banda que le cambió la vida, Enrique Bunbury adoptó su apellido artístico y militó en otros grupos. Ignacio Reyo recupera unas declaraciones que hizo, tiempo atrás, sobre esta etapa.

 

Texto: IGNACIO REYO.

 

Quien ha entrevistado a Bunbury ha tenido casi siempre sus más y sus menos. Si eres amigo de Juan Valdivia, las posibilidades aumentan. Ya lo dice la canción, contradictorio. Pero el importante no es el entrevistador, sino el entrevistado. Recuperamos fragmentos de una entrevista inédita, rememorando los tiempos post Eva Bunbury, la compañera a la que cogió prestado el apellido con el que recorre los escenarios de todo el mundo.

“En los colegios que fui pisando en la adolescencia me fui encontrando a pequeñas pandillas con la misma pasión. Cuando digo la misma pasión, me refiero a la música popular electrificada en general. Nos juntábamos en los recreos y discutíamos: el fan de Deep Purple, el de Jethro Tull, el de la E.L.O., el de O.M.D., o el de Visage… Aunque ya era una época en la que las tribus urbanas se partían la cara en las calles. Los fines de semana, cada uno íbamos a los garitos que nos correspondían, dependiendo de nuestros gustos. En la escuela estábamos unidos frente al resto. Yo siempre fui muy variado en mis gustos y entendía a unos y a otros y acabé grabándome las cintas de todos ellos”.

“Aborígenes del Cemento eran para mí un referente, casi tan importantes como The Rolling Stones. Todavía me acuerdo de canciones enteras de ellos, y eso que nunca publicaron ningún disco y no las he podido volver a escuchar. Ellos fueron banda residente en el BV-80, que ofrecían espacio para bandas emergentes cuatro días a la semana, de jueves a domingo. Rebel Waltz tocamos ocho veces en el BV-80. Para mí fue mi casa durante mucho tiempo. Era menor, pero me dejaban entrar y me servían San Franciscos y alguna cerveza de extranjis. A los Aborígenes los vi todas las veces que pude”.

“Parálisis Permanente eran un grupo increíble. No vamos a insistir en lo que podría haber llegado a ser Eduardo Benavente. Para mí, era un adelantado, un visionario… y un tipo especialmente dotado para la música”.

“Apocalipsis fue una mierda. Tocamos en el patio de un gimnasio de kárate en el barrio Torrero, cerca de la cárcel de la ciudad. Alguien nos permitió ese bolo a cambio de pasar la gorra. Todavía conservo por ahí el repertorio que tocamos: algunas versiones, un tema en fabla, quizás una o dos cantadas y las demás instrumentales. Yo toqué la guitarra solista, hacía unos punteos melódicos que no creo que dieran el pego. Éramos muy niños, ninguno habíamos cumplido los quince. Yo todavía tenía 13, creo que era el más joven. No sé si el grupo llegó a los seis meses de vida. En aquella época la cosa era tocar, y si salía un concierto, entonces te buscabas un nombre. Así que, dependiendo de la formación, entre el ochenta y el ochenta y cinco, estuve en diez grupos o así”.

“Rebel Waltz hacíamos sobre todo versiones. Eran versiones de Hendrix, de Deep Purple, Rolling Stones… Rock tocado duro. Aunque escribí un par de temas que, creo, llegamos a interpretar en directo”.

“Proceso Entrópico fue el primer grupo de canciones exclusivamente propias en el que participé. A mí me encantaban y me siguen gustando mucho algunos grupos progresivos. En la mente de mi hermano y en la mía estaba hacer una obra conceptual basada en un cómic llamado Axolotls. No recuerdo el autor”.

“La Conjura de los Cuentos era un grupo que monté porque surgió la posibilidad de grabar una maqueta y no sabía muy bien con quién grabar. Tenía tres o cuatro canciones compuestas que me encantaban y alguien me ofreció dinero por grabar y hacer un par de conciertos. Cogimos la pasta, nos la pulimos en grabar, cervezas y hachís, y ya: fin de grupo. Creo que los grupos en los que estaba a tope entonces eran Bauhaus, los primerísimos Waterboys y Big Country. Se podía decir que, en aquella época éramos supersiniestros”.

Anterior artículo de la semana de Bunbury: “Bunbury: El rockero pródigo vuelve a casa”.

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