Ariel Rot, un capo sobre ruedas

Autor:

COMBUSTIONES

ariel-rot-27-01-19

«La idea del programa, que recorre varias ciudades a la busca y captura de músicos y escenas, resulta estimulante»


Días después de lamentarse por cómo trata TVE su archivo musical, Julio Valdeón celebra el nuevo programa que presenta la casa: Un país para escucharlo, una road movie musical presentada por Ariel Rot.


Una sección de JULIO VALDEÓN.


La bendita actualidad envejece cada cosa que escribes. No bien hablé el otro día de cómo TVE maltrata el archivo y desconoce su obligación de difundir la cultura, que no es lo mismo que descojonarse del físico, vestimenta y peinados de sus oficiantes, va y anuncia Un país para escucharlo, una suerte de road movie musical. Te tienes que reír. De mi puntería, claro, por más que el nuevo programa no redima al ente del miserable desprecio con el que trata la música desde décadas ni, por supuesto, disculpe su imperdonable negligencia a la hora de ofrecer oportunidades de conocimiento y disfrute a quienes de otra forma nunca tendrán ni idea de lo mucho y bueno que aquí se hizo.

Pero aún así, hay que celebrar. Porque la idea del programa, que recorre varias ciudades a la busca y captura de músicos y escenas, resulta estimulante. Entre otras cosas por la nómina de invitados, que va de Kiko Veneno a La Bien Querida, Raimundo Amador, Mikel Erentxun, Igor Paskual, Xoel López… Todavía mejor al descubrir que el presentador será Ariel Rot. Un gigante. El tipo que nos metió en vena a los Stones y sus movidas Some girls, Tequila mediante, cuando aquí la peña andaba a los Pecos. Que nos rescató de la narcolepsia y el sonrojo provocados por todos aquellos indies que cantaban en inglés de primero de follow me y traducción exprés del penúltimo disco santificado por las radios universitarias de Athens. Fue entonces que Rot demostró hasta qué punto la sentencia de Fitzgerald no valía en Malasaña. Los Rodríguez habían aterrizado para volarnos los sesos. Ningún grupo de aquellos años sonó con una centésima del arte, la chulería, la sensibilidad y la audacia de aquellos cuatro francotiradores. Luego llegó la ruptura, y una trayectoria en solitario que ha dejado algunos de los grandes discos del rock español de todos los tiempos. Empezando por La manada y siguiendo por el libérrimo La huesuda, el extraordinario Solo Rot, o mi favorito, Lo siento, Frank, y eso por no citar la madre del cordero, Cenizas en el aire, Rot nos ha contado y cantado con la extraordinaria precisión y el incuestionable fulgor que uno asocia a los más verdaderamente esenciales.

Pocos como él han sabido transitar entre los códigos del rock and roll y las delicias de las carreteras y los estilos secundarios. Tampoco recuerdo artistas de su talla en español tan dispuestos a experimentar y, al mismo tiempo, a perfilar sin concesiones los paradigmas de un canon musical que en su caso jamás admite concesiones al tópico. Su espléndida madurez se luce en canciones donde aborda sentimientos aparentemente vedados, como en el glorioso estribillo de «Papi, dame la mano», pura fragilidad estremecida y desnuda. Me regocija que TVE espabile en cuanto a la música y, encima, que tenga la suprema elegancia de hacerlo de la mano del capo di tutti capi. Por decirlo cursi, esto sí me representa.

Anterior entrega de Combustiones: Los vergonzantes cachitos que trocean la historia.

novedades-efe-eme-ene-19

Artículos relacionados