Antonio J. Iglesias, contra lo que anestesia a un pueblo

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«La reflexión crítica es la invitación a ver más allá de lo que se ve a simple vista. Es un canto al inconformismo»

 

El ubicuo y sorprendente artista madrileño, miembro activo de aventuras como Dwomo, Dúo Caifás, Le Grand Miércoles, Sopas del Mundo, Revisionista, Sputnik o Toreros Muertos, publica Valencia miope: Underground en tiempos de crisis. 2009-2012, un disco-libro que se nos presenta como la recopilación definitiva de una escena musical tan minoritaria y poco conocida que, posiblemente, ni tan siquiera existió.

 

Texto: CÉSAR CAMPOY.
Fotos: CARMEN HERRERO, MARÍA RENEDO, SWING RADIO.

 

A Antonio J. Iglesias lo hemos visto cantando por Battiato en valenciano; transformando el “Chinito de amor”, de Los Payasos de la Tele, en un delicioso y sorprendente jazz manouche en francés; dignificando sus adorados sones jamaicanos con Le Grand Miércoles; convirtiendo, junto al también imprevisible y genial Gilbertástico, la versión española de Jesucristo superstar, en un glorioso espectáculo a dos (Dúo Caifás mediante), capaz de colgar el «no hay billetes» todas las Semanas Santas; subiéndose al carro de la milonga y el tango fronterizos de Cándida; prestando su habilidad con las baquetas a opciones tan variadas como Toreros Muertos o Julio Bustamante…

En definitiva, a Antonio J. Iglesias no te lo acabas, porque es imposible abarcarlo, porque es el mismo que puso en marcha aquella ecléctica y elegante Sopas del Mundo (reivindicable, por supuesto, su El diablo baila claqué); el que, junto a Jorge Lorán, dio vida a Dwomo, una de las parejas más libérrimas (estilística y filosóficamente) de la escena musical española, capaces de transitar de lo tecno al folk, pasando por el afterpunk o la bossa nova, sin apenas despeinarse, para acabar convirtiendo el “Latino”, de Francisco, en una suerte de hit romántico de San Remo, susurrado en italiano.

Para nuestro protagonista, las líneas rojas, los compartimentos sonoros, el compás encorsetado y el arpegio imposible no existen… nunca existieron. Su asombrosa curiosidad por todo aquel ruido o toda aquella melodía que provengan de los rincones más escondidos del planeta, sus apabullantes conocimientos y su indescifrable nivel de creatividad, le convierten en un todoterreno imprevisible, mágico, multilingüe, poliestilístico y valiosísimo, allá donde pretenda desparramar su incontinencia cultural creativa: compositor, intérprete, productor, locutor, narrador, escritor, pinchadiscos, promotor independiente… Durante mucho tiempo, dejó su impronta en su Madrid natal. Desde hace varios años, ejerce (sobre todo) en una Valencia cuya escena independiente disfruta buceándola y moldeándola. Tanto, que ahora publica Valencia miope: Underground en tiempos de crisis. 2009-2012 (El talón de Aquiles, 2023), un disco-libro que, según el propio autor, pretendería rescatar diversos temas, de estilos dispares, de varias bandas minoritarias surgidas, durante un corto periodo de tiempo, en la escena valenciana menos comercial. Dicha selección la habría recopilado, el propio Iglesias, a partir de su colaboración en un programa de Radio Mislata llamado Minutos magnéticos.

 

«En la búsqueda está la emoción. Además, documentarse es necesario. Mi obligación es observar, alerta siempre, asimilando y procurando disfrutar el viaje»

 

Realidad o ficción

La criatura, así pues, reuniría sonidos diversos, en las antípodas unos de otros, de combos como Pensionista, Los Chicos de la Radio, Gangrena, Marine, Cuarteto Energético, Les Femmes Tondues, La Línea Gótica y Elda Petrer i Les Comarques Invictes. En el texto que acompaña la grabación, el oyente, de hecho, puede encontrar información detalladísima de cada uno de aquellos proyectos. No obstante, como avanzábamos, con Iglesias uno ha de andarse con (sano) cuidado. De ahí nuestro indiscriminado uso del condicional, hasta ahora. ¿De verdad existieron aquellos proyectos musicales? ¿Cómo surge la idea de armar esta recopilación «maldita»? El propio Antonio nos lo explica: «Todo empezó a raíz de querer dar salida a una serie de canciones estilística y cronológicamente muy dispares. Lo lógico en estos tiempos hubiese sido ir colgándolas en la red, pero preferí ir al otro extremo y aglutinarlas bajo un mismo paraguas a modo de disco, y así nació la fórmula de presentarlo como una falsa recopilación. Entonces, opté por ampliar el proyecto dando vida a las canciones a través de grupos ficticios, ideando una subescena musical imaginaria…».

Misterio resuelto (¿o no?). Por lo visto, a partir de ahí, Iglesias se habría propuesto, mediante esas formaciones, dar visibilidad a lugares y personajes reales de la Valencia de la época y, de paso, mandar una invitación para profundizar en el entorno musical menos conocido por el gran público (en resumidas cuentas, casi todo) de la capital del Turia y sus alrededores. La criatura fue tomando forma a partir de esa mezcla de realidad y ficción, y el bello «monstruo» adquirió proporciones bíblicas, alimentado por esa curiosa mezcla: «De ficticio podrás encontrar los grupos, las fotos, los carteles falsos de conciertos compartiendo cartel bandas ficticias y bandas reales… De realidad hay una autorecopilación, lugares, personajes exponentes de la cultura y el underground del momento, actitudes, talantes, alguna anécdota… Mezclar bien y servir frío. La verdad es que la mayoría se traga la historia o, diciéndolo de otro modo, entra en el juego. Forma parte de la obra que sea así. Y me resulta muy ameno ver reacciones, complicidad, perplejidad y sorpresa. Gol», añade nuestro protagonista, como avanzábamos, obsesionado de la arqueología sonora y habitual de la profundización en mil y un estilos sonoros: «En la búsqueda está la emoción. Además, documentarse es necesario. Mi obligación es observar, alerta siempre, asimilando y procurando disfrutar el viaje. Forma parte de mi trabajo para nutrirme, filtrar y expresarme, y con el tiempo hay muchos colores en la paleta. Trato de darle una coherencia conceptual a la variedad y al eclecticismo. Una cosa es todo lo que escuchas y otra lo que haces, y sí, me interesan fórmulas que inviten a la sorpresa. Si no, para mí no tiene gracia, ahí está el reto. Y lo divertido».

Quien conoce a Antonio o, simplemente, le ha visto sobre un escenario o charlado con él, sabe de su ilusión hiperactiva por la cultura; adivina su curiosa personalidad; disfruta de su afán por abarcar acordes diversos de procedencia dispar y no ceñirse a uno o dos nichos definidos… ¿Eso es lo que le hace estar vivo? Él defiende, más que las ansias por abarcar más, la diversión de jugar con diversos ingredientes: «Para mí, ahí no hay fronteras. Después está el gusto o el criterio con el que lo juegues. La vida es esa búsqueda, creo. Ni pretendo, ni voy a descubrir América, pero es nuestra obligación lanzarnos al mar a encontrar atajos. El viaje es lo que te hace sentir vivo artísticamente. Eso, el laboratorio funcionando y conspirar los detalles del próximo plan», sentencia canalla.

 

«Opté por ampliar el proyecto dando vida a las canciones a través de grupos ficticios, ideando una subescena musical imaginaria»

 

Reflexión crítica de la escena

Todo parece muy divertido, ¿no? Pues tratemos de encontrar la vertiente más crítica a esta aventura. Intentemos descubrir qué hay de reflexión en este trabajo que, por otra parte, podría definir esas escenas minoritarias, no solo de Valencia, sino de cualquier parte del mundo. ¿Por qué hay tantos artistas que acaban pasando desapercibidos: por el exceso de oferta, por la poca originalidad de la mayoría de propuestas, por lo que de devorador tiene el sistema, por la falta de profesionalidad…? «La reflexión crítica es la invitación a ver más allá de lo que se ve a simple vista. Es un canto a la inquietud que nos diferencia, al inconformismo ante lo que anestesia a un pueblo. Siempre hay y habrá gente interesante con propuestas fascinantes, originales, transgresoras, comprensibles, necesarias… y no salen, apenas, a la superficie, mientras hay una doctrina que nos impone (no propone) otras muchas que son basura, lo de siempre y adocenando, a golpe de mediocridad. No digo nada nuevo. Hay más exceso de oferta que nunca, a la vez que más acceso a todo que nunca. Me resulta excesivo y contemplo perplejo cómo trasciende en las nuevas generaciones ese gran buffet libre. La profesionalidad, personalmente, la veo supeditada a la frescura. Sí, vivimos tiempos de profesionalizar la gestión y promoción en redes, etc… para que esa supuesta originalidad trascienda. Sabemos que mucho nos pasa desapercibido, de ahí ese abogar por graduar un poquito las dioptrías del alma. Últimamente he oído hablar de una escena (la verdad es que nunca me acabó de convencer esta palabra) musical en Nigeria que está mutando a nuevas producciones ya en Nueva York. ¿Cuántas escenas y microescenas hay ahora mismo que no trascenderán a no ser que alguien les dé voz? ¿Cuáles lo son en verdad? ¿Cuáles no?».

Interesante reflexión esta de un artista que apenas hace uso del botón de «pausa» en la zona más creativa de su cerebro. Que disfruta tanto experimentando que, con su último trabajo (era previsible), ha dispuesto una selección que, intuimos, podría acercarse a esa escena ideal deseada por él mismo. ¿Es así? «De algún modo, sí. Ya que no viví una escena como tal, entonces me la invento. Prefiero una escena así que una con grupos reales que no lo fue y se venda al mundo como corriente rebelde de plástico. Para mí es ideal porque me sirve para expresar lo que quiero decir y la Valencia a reflejar, lo que viví al poco de llegar. Es como un álbum de fotos sonoro. Mezclo biografía, realidad y ficción, es mi microescena personal, mi escena miope».

Mientras prosigue con su gira de presentación de Valencia miope: Underground en tiempos de crisis. 2009-2012, Iglesias (¿lo dudaban?) perdura en ese proceso eterno de graduación cultural que le lleva, ya no a preparar y registrar nuevas ideas, sino también a elucubrar bajo qué formula les da salida. Además, anda de aniversario: «Dwomo hacemos veinticinco años y tenemos disco nuevo. Por otra parte, estoy produciendo diferentes artistas que espero que vean la luz este año. De hecho, ahora ando acabando la producción de un disco de poesía musicada, cuyo proceso ha sido muy gratificante». Y, más: «Quisiera grabar el disco de Feriafónica y seguir moviendo Parlant de dones, propuestas de poesía escénica y tertulia-concierto, respectivamente, fletadas el año pasado. Paralelo a todo, también estoy fraguando alguna pieza en el laboratorio del Revisionista… Y, bueno, quiero seguir colaborando con proyectos que me seduzcan. Me gusta mi trabajo y procuro no aburrirme. También no dispersarme demasiado, que hay cosas que hacer». Interesante, variado y nutrido, ¿verdad? Pues les prometemos que, todo esto, es real.

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