W, de Pájaro Sunrise

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DISCOS

«Para Yuri la música es juego, y en este caso, respetando su clásico sonido de orfebre sencillo y de buen gusto acústico, ha encontrado un nuevo juguete»

 

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Pajaro Sunrise
W
Lovemonk, 2018

 

Texto: César Prieto.

 

Quien compre este disco estará comprando dos discos perfectamente ordenados: mitad y mitad. El primero bebe de la moda de los sintetizadores ochenteros y los toma asimismo en dos direcciones. Por una parte, “Home” es evanescente y épica a la vez y tiene un recorrido final con fade out atmosférico y “Now everything makes sense” una delicia que se licúa de fondo electrónico, pero ese mismo fondo hace explotar la pista de baile a la manera de New Order en “Leave the rubbish out”.

Entramado de electrónica en todos sus matices, no desdeña utilizar este paisaje para un pop y un rock da trazas más convencionales. En “Echoing bells” parecen alentar los Beatles si hubieran seguido en los ochenta y “What’s there and what’s not there” coge cuerpo sobre todo por una batería trotona.

Son las cinco primeras canciones, todas seguidas. Y de golpe el aficionado, que se ha visto instalado en una estética, no entiende lo que está pasando. Empieza a sonar “Trembling stars”, sigue “Thirty-one” y desborda el folk preciosista, con voces florales y un aroma intenso a Simon y Garfunkel y a Kings of Convenience, y continúa el disco con “Strangers” y entonces parece el fantasma del Neil Young del “Harvest” hasta llegar al final con un “If I could choose” todavía más minimalista y más preciosa.

Yuri Méndez lo ha vuelto a conseguir. Lleva más de diez años este leonés, ha superado cambios de componentes, ha vencido una crisis personal que le llevó a dejar a música 2011 y recuperándose y reafirmándose ha vuelto a jugar en primera división. Siete elepés, con todos estos condicionantes, y en este W ha jugado con la electrónica y le ha salido bien. Porque para Yuri la música es juego, y en este caso, respetando su clásico sonido de orfebre sencillo y de buen gusto acústico, ha encontrado un nuevo juguete en el que llega a veces hasta un desmelene discotequero que sabe manejar como el mejor. Productor, compositor de bandas sonoras, Yuri ha puesto una pica más para abarcarlo todo.

Anterior crítica de discos: Bailando hacia el desastre, de Rusos Blancos.

 

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