All quiet on the eastern esplanade, de The Libertines

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DISCOS

«Esto es lo mejor que ha hecho Pete Doherty desde The Libertines (2004), ese rock desvencijado, abollado, romántico y más inglés que el fish and chips»

 

The Libertines
All quiet on the eastern esplanade

EMI, 2024

 

Texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

¿Habrá sido mano de santo la abstinencia para Pete Doherty? ¿Le habrá servido escribir su jugosa autobiografía para poner en orden su atolondrada cabeza? Cualquier hipótesis es válida si de lo que se trata es de calibrar su recuperación como compositor de canciones: esto es lo mejor que ha hecho desde The Libertines (2004), reviviendo la mejor versión posible de su alianza con Carl Barât, John Hassall y Gary Powell. Ese rock desvencijado, abollado, romántico y más inglés que el fish and chips retumbando con vigencia en pleno 2024. Es como para celebrarlo, sí.

“Run, run, run” se destapa como uno de los mejores estribillos que se les recuerda, “Mustangs” se reboza jubilosamente en descaro glam rock, “I have a friend” rescata el frenesí de sus mejores tiempos y “Merry old England” cuenta con unos preciosos arreglos de cuerda que refuerzan el drama migratorio de quienes huyen de su país para vivir en la desorientada y vieja Albión del Brexit: complace esa empatía, difícil de imaginar cuando se comportaban como auténticos lechuguinos en la más pura tradición chovinista de las next big things británicas del siglo pasado.

¿Seguimos? “Man with the melody” es una bonita balada, “Oh shit” se desenvuelve con la misma eficiente soltura de los mejores pildorazos new wave, “Night of the hunter” es otra delicia melódica surtida de violines y un arranque a lo spaghetti western en la onda Morricone, y “Baron’sclaw” se arrastra a ritmo de sigiloso vodevil con trompetas de jazz deslavazado.

Me rasco los ojos y me pellizco el cogote (para asegurarme de que estoy despierto y esto no es un sueño) cuando termino de apercibirme de que el excelente single, “Shiver”, el punk descerrajado a bocajarro de “Be young” y el emotivo baladismo tarambana de “Songs they never play on the radio” redondean, veinte años después, un disco suyo sin ningún relleno. Ni un corte que merezca el skip. El cuarteto estará el próximo mes de julio en Benicàssim, única fecha española de momento, y es una lástima constatar que ahí lo único que desentonará, cosa fina (paradójicamente respeto a lo que ocurría en el pasado), es el propio festival, una triste sombra de lo que fue, aunque lo bendigan cifras de récord.

Anterior crítica de discos: Something in the room she moves, de Julia Holter.

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