Viva Lennon

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COMBUSTIONES

 

“Sí, escribió la bienintencionada y pueril ‘Woman is the nigger of the world’. Pero también, y a ver quién da más, ‘Come together’, ‘Eight days a week’, ‘Lucy in the sky with diamonds’, ‘Help!’…”

 

Frente a quienes abjuran de Lennon, lo odian o parecen responsabilizarle de las cursilerías y gansadas ajenas, Julio Valdeón reivindica su arte, su tremendo carisma.

 

Texto: JULIO VALDEÓN.

 

Compruebo con tristeza el hastío que provoca John Lennon en gente a la que admiro. La culpa no la tiene tanto el músico de Liverpool como la sobredosis de simplezas lanzadas en su nombre. Quiero decir que entiendo los aspavientos, los bostezos, las caritas de aburrimiento, el ceño fruncido en cuanto alguien lo menciona, pero no los comparto. ‘Imagine’, merecedora de ingresar temporalmente en el lazareto, ha terminado por ser la tonada favorita de místicos posconciliares, mesiánicos de todo pelaje, nacionalistos con ínfulas de humanistas, lectores del tarot, devotos de la homeopatía y etc. A los odiadores de Lennon les parece entre naíf y estúpido eso de imaginar un mundo libre de países. Yo, en cambio, suscribo hasta la última coma las palabras de Pablo de Lora, profesor de Derecho Público y Filosofía Política, en CTXT: “Las fronteras son un desgraciado ‘accidente’ y por eso no establecer más me parece un imperativo moral y político, y suprimirlas un paso en la dirección de hacer efectivo el carácter universal de los derechos humanos”.

No se me escapa que Lennon consumió parte de los años setenta en peleas poco dignas. Esa estampa suya junto a Yoko, desnudos en la suite del hotel mientras la señora de la limpieza les hace la cama y ellos entretienen la espera hasta volver a reclamar la paz. Tampoco olvido el apoyo que brindaron a tipos como Michael X, revolucionario y finalmente asesino. Como escribió en su día Diego A. Manrique, que tiene escritos al respecto artículos esenciales, y de los que este que ahora leen no es más que una suerte de epílogo, “el santo pacifista también donó dinero al IRA y subvencionó a Michael X (…) El gran cínico se dejaba engañar regularmente por buscavidas y charlatanes”.

Luego está la propia Yoko. Vela por su legado e impide cualquier desviación de la ortodoxia. Para comprobarlo basta con echar un vistazo a los documentales. Auténticos ejercicios masturbatorios. Desaparecen así los matices, las sombras, el juego, las tormentas. Adiós al juerguista que escapaba a Los Ángeles, y que por cierto parecía tener una tolerancia entre baja y nula hacia el consumo de venenos. Adiós también al adulterio, a las versiones empapadas en alcohol de clásicos rockeros, a los efervescentes discos experimentales, etc.

Quienes abjuran de Lennon, quienes parecen responsabilizarle de las cursilerías y gansadas ajenas, olvidan lo sustancial. Su arte. Su tremendo carisma. Su merecida fama de tocapelotas. Sus inmensas canciones. Necesitas una redoblada dosis de sectarismo, y estar sordo, para liquidar como si fuera un vendedor de crecepelos al autor de ‘Straberry fields for ever’, ‘Across the universe’, ‘In my life’, ‘A hard day’s night’, ‘Don’t let me down’, ‘Ticket to ride’, ‘Woman’, ‘Instant karma’, ‘I am the walrus’, ‘Revolution’ o ‘Norwegian wood’. Casi más o menos la misma cantidad de demagogia de quienes confunden al rockero, contradictorio, ciclotímico, gruñón, tantas veces equivocado, a menudo genial, por una suerte de aleación entre el Che y Gandhi con guitarra y micro. Unos y otros potencian lo anecdótico, las trifulcas políticas, los eslóganes, las poses, para olvidar lo que realmente importa. Sí, escribió la bienintencionada y pueril ‘Woman is the nigger of the world’. Pero también, y a ver quién da más, ‘Come together’, ‘Eight days a week’, ‘Lucy in the sky with diamonds’, ‘Help!’…

 

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