Vergüenza de robar: el power pop y la new wave en doce versiones para la historia

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Pretenders, Blondie, Flamin’ Groovies… Tras sumergirse de lleno en el power pop y la new wave en su recién publicado libro “Tres minutos de magia”, Carlos Pérez de Ziriza escoge doce acertadas incursiones de grupos del power pop y la new wave en otros géneros.

 

Selección y texto: CARLOS PÉREZ DE ZIRIZA.

 

Ningún género es inmune a la influencia de libros de estilo ajenos. En el caso del power pop y la new wave, su permeabilidad fue por barrios, como quien dice, pero generalmente asumiendo señas de identidad que revelaban su pedigrí sonoro (algo más común en el caso del power pop) o directamente pervertían algunos dogmas (algo más corriente en el caso de algunas luminarias new wave). El rango osciló, como suele ocurrir, entre la reverencia y la sana blasfemia. Así que aprovechando la reciente publicación de nuestro libro “Tres minutos de magia. Una historia del power pop”, repasamos doce relecturas de material ajeno que se gestaron en la primera época de ambos estilos, entre mediados de los setenta y principios de los ochenta, por parte de unas cuantas bandas cuya carrera es desgranada al detalle en sus páginas.

 

1. Big Star: ‘Femme fatale’, de The Velvet Underground (1974).
Álbum maldito entre los malditos, el tercer largo de Big Star (grandes precursores del power pop), fiel testimonio de una banda en estado casi de descomposición, abotargada por el desaliento y ahogada entre excesos de todo tipo, tenía que contar en su repertorio con una relectura de otra de esas bandas cuya grandeza tiene más que ver con una influencia larvada en el tiempo, apenas subterránea durante años, que con ningún fulgor comercial: The Velvet Underground. El tema era ‘Femme fatale’, incluida en aquel “Sister lovers” (también conocido como “Third”) que se grabó en 1974 pero no se publicó hasta 1978.

2. The Rubinoos: ‘I think we’re alone now’ de Tommy James & the Shondells (1977).
El cuarteto californiano formado por Jon Rubin, Tommy Dunbar, Donn Spindt y Al Chan fue la quintaesencia de banda power pop de finales de los setenta, los sucesores naturales de The Raspberries. Uno de sus mayores éxitos, incluido en su insuperable álbum de debut, el perfecto “The Rubinoos” (1977), era esta versión del clásico de los sesenta de Tommy James & The Shondells.

3. Blondie: ‘Denis’, de Randy and The Rainbows (1977).
Epítome de la nueva ola neoyorquina en su versión más pop y carente de prejuicios, Debbie Harry y los suyos demostraron no tener reparo a la hora de empaparse por sonidos de la música disco (‘Call me’, ‘Heart of glass’) e incluso del entonces incipiente hip hop (el rap de ‘Rapture’). La misma apertura de miras mostraban a la hora de versionar material ajeno. Comenzando por su inolvidable toma del ‘Hanging on the telephone’ de The Nerves, continuando con su lectura reggae del ‘The tide is high’ de John Holt & The Paragons o continuando con esta versión del clásico doo wop  ‘Denise’ de Randy and The Rainbows, que fue uno de sus primeros grandes éxitos, ya sin la ‘e’ final en su título.

4. Devo: ‘Satisfaction’, de The Rolling Stones (1978).
Ejercicio de gozosa perversión el que perpetraron los norteamericanos Devo cuando se marcaron esta deconstrucción, absolutamente inimitable, del ‘(I can’t get no) satisfaction’ de los Rolling Stones. Jagger y cia pasados por el tamiz de sus ritmos dislocados, su cacharrería electrónica y su ácida e irreverente urgencia interpretativa, expuestas ya de forma brillante en su debut, “Q: Are we not men? A: We are Devo!” (1979).

5. Flamin’ Groovies: ‘Paint it black’, de The Rolling Stones (1978).
En la primera etapa de la banda, con Roy Loney en sus filas, los Flamin’ Groovies despacharon un álbum (“Teenage head”, 1971) del que hasta el propio Mick Jagger llegó a afirmar que era una aproximación al blues rock aún más certera que su propio “Sticky fingers” (1971). Siete años después, y ya con la banda de San Francisco convertida en otra cosa muy distinta, aún rendían pleitesía a los Stones en versiones como esta, incluida en el notable “Flamin’ Groovies now” (1978).

6. Cheap Trick: ‘Ain’t that a shame’, de Fats Domino (1978).
Dicen que fue la primera canción que aprendió a tocar John Lennon, cuando era un crío. Pero quienes hicieron la mejor versión nunca vista, según su propio autor, Fats Domino, fueron Cheap Trick, la desprejuiciada, insolente y entrañablemente macarra banda de Rockford (Illinois) que contribuyó también a trazar los cauces por los que se movería el power pop con sus discos de finales de los setenta, antes de perderse en derroteros AOR durante unos años. Fue uno de los argumentos de “At budokan” (1979), el directo que les convertiría en estrellas, grabado el 28 y el 30 de abril de 1978 en la emblemática sala de Tokyo —ya eran famosos en Japón— ante 12.000 enfervorizados fans.

7. Pretenders: ‘Stop your sobbing’, de The Kinks (1979).
La devoción de Chrissie Hynde por la obra de Ray Davies (quien sería su pareja durante años, y padre de una de sus hijas) se traducía en versiones como la de ‘I go to sleep’ (incluida en “Pretenders II”, de 1981) o en esta deliciosa relectura del ‘Stop your sobbing’ que incluyeron en su sensacional e inigualable álbum de debut, “Pretenders” (1980), uno de los mejores discos surgidos de la new wave británica y uno de los mejores de la década de los ochenta en cualquier género que se le quiera asignar.

8. Telex: ‘Rock around the clock’, de Bill Haley & His Comets (1979).
La nueva ola europea no se entendería sin la aportación de este trío de synth pop formado en 1978 en Bruselas por Marc Moulin, Dan Lacksman y Michel Moers. Tomando buena nota de la arquitectura maquinal de Kraftwerk, y aderezándola con una encomiable apertura de miras a la hora de encarar versiones de material ajeno con mucho sentido del humor (se presentaron a Eurovisión en 1980 con el deseo confeso de acabar últimos, y casi lo logran), destacaron por irreverentes relecturas de clásicos como este ‘Rock around the clock’ de Bill Haley & His Comets.

9. The B-52’s: ‘Downtown’, de Petula Clark (1979).
Deliciosamente atropellada versión del ‘Downtown’ de Petula Clark, que acreditaba a los de Athens como uno de los más frescos e irreverentes proyectos surgidos de la nueva ola yanqui en su vis más colorista. Era el tema que cerraba su efervescente debut, “The B-52’s”  (1979)

10. Rachel Sweet: ‘New rose’, de The Damned (1980).
Marcarse con tan solo 18 añitos una versión del ‘New rose’ de The Damned, otra del ‘I’ve got a reason’ de Moon Martin y otra del ‘New age’ de Lou Reed, y salir más que airosa del entuerto, no debe ser fácil. Pero Rachel Sweet, uno de los talentos femeninos más reivindicables de una new wave que dio visibilidad al trabajo de muchas mujeres (al trabajo de algunas de ellas dedicamos un capítulo entero en el libro) solventó la papeleta con notable aplomo. Algo que contribuyó a dar forma a su trabajo más certero y de mayor credibilidad, aquel “Protect the innocent”, editado por Stiff en 1980.

11. Los Secretos: ‘Sobre un vidrio mojado’, de Kano y los Bulldogs (1981).
Mucho antes de que nadie pudiera achacarles cierta blandura, mucho antes de que alguien les colgase el sambenito de tristones, mucho antes de que manifestaran su querencia por el country, Los Secretos despacharon un fabuloso debut de canciones breves, directas e irrebatibles, de lo mejor nunca surgido de la nueva ola española, antes de que nadie hablase de Movida. Aquel disco se llamaba “Los Secretos” (1981), y entre su sobresaliente contenido figuraba esta versión de un tema de 1969, firmado por los uruguayos Kano y los Bulldogs.

12. Phil Seymour: ‘Surrender’, de Tom Petty (1982).
Melodías como la del ‘American girl’ (1976) de Tom Petty contribuyeron a perfilar ese molde de canción que con los años pasó a consensuarse (más o menos, porque el debate es eterno) como power pop. Petty era también buen amigo de Phil Seymour, gregario de Dwight Twilley durante buena parte de los años setenta, pero también artífice de algunas de las mejores gemas del género. Así que no es de extrañar que este héroe del power pop (como reza el título de un reciente recopilatorio que agrupa lo mejor de su obra), malogrado con tan solo 41 años, tuviera a bien versionar una canción de Tom Petty para su extraordinario segundo álbum, bautizado escuetamente como “2” (1982), uno de los que consignamos en un capítulo final dedicado a gemas ocultas del género.

 

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