Una noche en la vida, de Dorian

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DISCOS

«Este concierto no hace más que reafirmarlos como una de las bandas españolas que mejor compone, que mejor sabe defender sus y que más proyección internacional alcanza»

 

Dorian
Una noche en la vida
INTROMÚSICA / EL TEMBLOR, 2023

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

La noche del 15 de junio de 2023, un jueves a las puertas del verano, fue un día espacialmente grato en Barcelona. Los palcos y la platea del Gran Teatre del Liceu se llenaron de un público inhabitual que iba a ver, en vez de Turandot o Carmen, a un grupo de pop que llevaba casi un cuarto de siglo a sus espaldas, Dorian. Nacidos en el año 2000, con una ciudad llena de una efervescencia musical como no se ha vuelto a dar. Tardaron un lustro en dar a luz su elepé de debut, lleno de sonidos que bebían del pop de guitarras y de los sintetizadores, en un equilibrio que enamoró al público y que los ha llevado a escenarios de toda Europa y gran parte de América para, poco a poco, ir añadiendo instrumentos clásicos junto con otros derivados de la música de raíz.

Ese 15 de junio, pues, fue una noche de gala, no se sabe si para el grupo, que se estrenaba en uno de los espacios de más prestigio —y perfección acústica— o para el teatro, que acogía sobre sus tablas a una de las bandas con mayor reputación del universo pop de nuestro país. Y, como noche de celebración, el grupo desgranó algunas de las piezas más emblemáticas de su repertorio, acompañados por músicos invitados como Sergio Acosta —de Zoé—, el percusionista Marc Clos y un fastuoso trío de cuerdas. Con lo cual, las canciones, se vieron apuntaladas por arreglos exquisitos y percusiones precisas. Además, en las voces, se sumaron a ellos Suu, una de las más firmas promesas de la canción catalana, y Antonio García, de Arde Bogotá, quienes interpretaron, respectivamente, “Universal” y “El temblor”.

Estamos hablando de la banda que mejor ha sabido preservar el legado de esos finales de los ochenta que parecen, ahora ya, vacíos, pero que combinaban grandilocuencia y sencillez, con gotas de folk y gotas de oscuridad. Ese folk que en “Libre” parece andino y que se cuece en un virtuosismo sinfónico en “Verte amanecer”. El equilibrio entre guitarras y electrónica, tras años de carrera, lo tienen totalmente asumido, incluso con cesiones a sonoridades italodisco en la canción que defiende la visión de una sexualidad natural, sea la que sea, y que en nuestros días hubiera sido un caramelo para Tino Casal.

Fueron, poco a poco, desgranando éxitos, y ahí aparecieron “Los amigos que perdí” o “Paraísos artificiales” y, dedicando espacio a su último trabajo de estudio, Ritual, del que extrajeron las citadas “Dual” y “Universal” y la reivindicativa —siempre Dorian ha tratado temas sociales en sus canciones— “Techos de cristal”.

Cerraron ese día de gala con su canción de gala, “Cualquier otra parte”, ese hit que, casi sin apoyo mediático ni de discográficas, recibió millones de visitas en redes sociales. Este concierto no hace más que reafirmarlos como una de las bandas españolas que mejor compone, que mejor sabe defender sus canciones —la presencia de Marc Gili y sus directos son fundamentales— y que más proyección internacional alcanza. Todo ello a base de trabajo desde la base, para llegar a ser adorados por miles de seguidores que ven en ellos dedicación y talento y a los que ofrecen un estado de gracia que tan bien se pudo ver en el escenario de las Ramblas.

Anterior crítica de discos: 30 Aniversario (1993-2023), de Malcolm Scarpa.

 

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