Tomavistas (día 2): hay vida más allá del bombo a negras

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Ayer sábado, 25 de mayo, tuvo lugar en la Caja Mágica la segunda jornada del festival Tomavistas. Una cita de cierre y clausura protagonizada por los conciertos de Villagers, Los Estanques, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, Belle & Sebastian, The Jesus and Mary Chain y Phoenix. Allí estuvo María Canet.

 

Texto: MARÍA CANET.
Fotos: JAVIER ROSA, LIBERTO PEIRÓ y ADRIÁN YR.

 

La segunda jornada del Festival Tomavistas se antojaba prometedora tras el éxito de la tarde noche del viernes. La expectación ante los conciertos de The Jesus and Mary Chain o Phoenix se palpaba en el ambiente. Fueron los grandes reclamos de una cita donde, sin embargo, se demostró que hay vida más allá de los ritmos concebidos para ser coreados en un festival: la íntima sutileza de Villagers, la belleza de las melodías de Belle and Sebastian o la rica, potente y compleja propuesta de conjuntos nacionales como Derby Motoreta’s Burrito Kachimba o Los Estanques fueron lo más interesante de un sábado con una programación tan intensa como ecléctica.

 

Villagers: sensibilidad celta

El público se resguardaba a la sombra cuando la formación de Conor O’Brien entonaba los primeros acordes de “Nothing arrived” en el escenario Tomavistas. Los irlandeses se crecieron a medida que disparaban “Truly alone”, “First responder” o “You lucky one”, canciones pertenecientes a su último disco, That golden time (Domino Recording, 2024), publicado hace unas semanas. La guitarra acústica, los teclados, el clarinete y la sutil percusión sumadas a la temblorosa voz de O’Brien envolvieron a los asistentes con su indie folk de tintes celtas. La sensibilidad y los matices ganaron terreno a la épica.

 

Derby Motoreta’s Burrito Kachimba: la kinkidelia como religión

Derby Motoreta’s Burrito Kachimba siempre tienen la navaja afilada y la capacidad para ofrecer una experiencia memorable a pesar de las adversidades (el calor que aún acechaba, lo temprano de su cita). “El valle” dio el pistoletazo de salida a una ceremonia lisérgica y comunal que tuvo a Bolsa amarilla y piedra potente (Universal / Primavera Labels, 2024), último trabajo de los sevillanos, como protagonista. Con “El chinche” o “La fuente” mostraron las cartas sobre la mesa; atronadoras guitarras para repartir leña. La hoguera ya ardía cuando sonó “Ef laló”, punto álgido de esa experiencia religiosa denominada kinkidelia. «Ahora los Derby también hacemos baladas», dijo con sorna Dandy Piranha tras interpretar la futurista “Manguara”, momento para reposar fuerzas. El vocalista acabó repartiendo abrazos entre el público, convirtiéndose en un chamán que guio a los asistentes hasta el éxtasis final (“The new gizz”, “Aliento de dragón” “El salto del gitano”) demostrando que es el mejor frontman del rock nacional. Un directo que invita a vivir el momento y que tiene más de experiencia religiosa.

 

Belle and Sebastian: funambulismo pop

Un concierto de Belle and Sebastian debería usarse para definir el concepto de felicidad. Justo en el instante en el que el cielo comenzaba a teñirse de rosa, el conjunto escocés desplegaba su carismático pop sobre el escenario Tomavistas. Los ojos de los asistentes se iluminaban al escuchar en directo “Another sunny day” o “Get me away from here, i’m dying”, alegres píldoras que a mover el esqueleto a más de uno. Sus brillantes melodías mezclaban sencillez y barroquismo, con un abrumador despliegue (nueve personas sobre el escenario) con vientos y chelo incluidos, contagiaban alegría a los allí presentes. Un éxtasis que alcanzó su culmen cuando Stuart Murdoch cantó paseándose por el filo de la valla que separaba al público del escenario, cual funambulista, y, para  subir, posteriormente, a un grupo de suertudos al escenario al son de “The boy with the arab strap”. La irresistible belleza de la artesanía pop.

 

Los Estanques: la sorpresa permanente

Los Estanques desafían como nadie los tiempos de la industria musical. Prueba de ello es Uve (Sonido Muchacho, 2024), disco que publicaban el pasado viernes y que ayer rodaron por vez primera en directo sobre el escenario Tan De Madrid Como Tomavistas. “Don Ding-Dong” introducía a los asistentes en un trance de barroquismo psicodélico repleto de giros melódicos inesperados, sello de los cántabros. El directo del cuarteto (con un invitado inesperado: un George Michael de cartón convertido en un estanque más) ofrece un festín de fieras guitarras setenteras (“Bienvenidos al circo”, “Damos gracias a dios”, “La aguja”) que cohabita con exquisitos pasajes de pop donde brillan las armonías vocales  (“Juan el largo”, “Efeméride”, “Clamando al error”) o jazz fusionado con italodisco (“Il loro piano”). La excelencia técnica y la complejidad de las estructuras melódicas salieron por la puerta grande del Tomavistas.

 

The Jesus and Mary Chain: oscuro incendio postunk

Tenebrosos sintetizadores, cruda percusión y guitarras urgentes; “jamcod” anunciaba que la maquinaria The Jesus and Mary Chain ya comenzaba a arrasar desde el escenario Tomavistas. Eran uno de los grandes reclamos de la edición y ofrecieron lo que exactamente se esperaba de ellos: oscuridad post punk, electricidad áspera y un repertorio incontestable. No esperaron para descargar temas míticos como “Happy when it rains” o “Head on”, que sonaron al principio. Con un público ya caliente, desgranaron sus clásicos (“Darklands”, “Some candy talking”, “In a hole”) con incursiones en su último disco, Glasgow eyes (Fuzz Club, 2024). Los escoceses terminaron de encender al público, al tiempo que la luz del escenario se tornaba en rojo fuego, con “Just like honey”, salmo oscuro que el público rezó en comunión.

 

Phoenix: fin de fiesta de explosión indie rock

Pasada la medianoche, la gente se atrincheraba en las primeras filas del escenario Tomavistas para esperar a Phoenix, encargados de clausurar el festival. La expectación era máxima y los franceses no dieron tregua, al arrancar directos con “Lisztomania”, emblema de la explosión indie rock de principios de los dosmil. Animales de festival, tiraron de sus clásicos (no faltaron “Lasso”, “Love like a sunset pt.1”, “Love like a sunset pt.2”, “Rome”, “Girlfriend”) con un repertorio previsible, pero efectivo, donde los espectaculares audiovisuales acentuaron la épica del concierto. El fin de fiesta estuvo a la altura de lo esperado cuando Thomas Mars entonó desde el público “1901” o “Identical”, para terminar de hacer vibrar a los asistentes. No hay cenizas de las que renacer; aún están en combustión.

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