The Guapos: adictiva frescura vintage

Autor:

«Aterrizaron con ese look años setenta y esas ganas de rocanrolear con desenfado, a la vieja usanza, pero rabiosamente frescos»

 

The Guapos se dejaron caer por la sala El Sol de Madrid para presentar en vivo su primer elepé, Hey! Al concierto del proyecto que comparten El David Aguilar, Adan Jodorowsky, Jay de la Cueva y Leiva acudió Arancha Moreno.

 

The Guapos
Sala El Sol, Madrid
20 de junio de 2023

 

Texto y foto: ARANCHA MORENO.

 

Qué desparpajo, qué desprejuicio, qué disfrute el de esa banda de alma mexicana —y española y francesa— llamada The Guapos. Su breve gira española, paseando su debut titulado Hey!, está dejando con ganas de más allá por donde van. Así ocurrió la noche del martes en la sala El Sol de Madrid, donde aterrizaron con ese look años setenta y esas ganas de rocanrolear con desenfado, a la vieja usanza, pero rabiosamente frescos. Frescura vintage la que se gastan sobre el escenario El David Aguilar, Jay de la Cueva, Adan Jodorowsky y Leiva, cuatro amigos que han aparcado sus bólidos —o transatlánticos— musicales para recordar por qué se hicieron músicos y recuperar el espíritu naíf, desenfadado y disfrutón que les empujó a hacer música hace ya unas cuantas décadas. Y, de paso, marcarse una noche rabiosamente cool.

Atendiendo al nombre, The Guapos podrían ser un híbrido entre The Beatles y Los Salvajes, bebiendo de los mismos sesenta de estos dos referentes, uno de los pilares de su propuesta de pop y rock and roll. En sus canciones palpitan el rock de los cincuenta, el pop de los sesenta, el rock and roll de los setenta. Bombean Chuck Berry y hasta Tequila, las dos bandas a las que homenajearon anoche, interpretando “You never can tell” y “Me vuelvo loco”, esta última ante la sonrisa del mismísimo Ariel Rot, que lo sintió como un homenaje —quién sabe si premeditado o no— precisamente el día en el que se cumplían 45 años de su disco Matrícula de honor.

Pero, aunque puedan rastrearse sus influencias, y su corazón analógico los conduzca a sus décadas favoritas, The Guapos han conseguido un sonido propio, un estilo personalísimo que atrapa y envuelve a cualquier «fisgón» que se asome a su fiesta. A la de ayer se acercaron unos cuantos invitados mezclados con prensa, industria y compañeros del gremio que tenían ganas de verlos en acción (Jorge Drexler, Rubén Pozo, Dani Martín…). Y allí nadie salió indemne del baile. Ni siquiera con esa divertida caricatura de sí mismos que es “Mis amigos del rock”: «Ya me hice vegano y me brilla la piel / hago yoga temprano cada día a las seis / he dejado la droga, no lo puedo creer / entre mis contactos está Luis Miguel / ¿Qué pensarán mis amigos del rock?». Tampoco escaparon del descarado encanto y la dramática ironía que se gastan en “Soy un guapo” —vaya castigo, la belleza— u “Objeto sensual”. O de ese “Me cambiaría por cualquiera” que nos recuerda a esos guateques que no hemos vivido pero nuestros padres sí (y ahora les entendemos mejor).

Repartiendo el peso entre los cuatro, con un Leiva a ratos tras la batería y por momentos a la guitarra eléctrica y la voz, y su socio César Pop lanzando destellos desde el piano, descargaron electricidad y estilo en una sala roja, abarrotada y entregada al show. Con letras que oscilan entre el romanticismo y el descaro, la ternura y la chulería, lanzadas entre rocanroles envolventes, coros vintage y teclados que saben a club, caímos en las redes de la fugaz presentación de su debut. El bolo no duró ni una hora, pero fue tiempo suficiente para captar el magnetismo de su propuesta, a punto de llegar al festival Río Babel (30 de junio, Madrid), Crüilla (7 de julio, Barcelona) y Atlantic Fest (21 de julio, Vilagarcía de Arousa). Sí, los Guapos pasaron por la ciudad y nos pasó lo mismo que en su canción: «El diablo nos mordió el tobillo y nos inmortalizó».

Artículos relacionados