The ballad of Darren, de Blur

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DISCOS

«Están en otra etapa de su vida y lo reflejan perfectamente en un disco coherente con ello y más que digno»

 

Blur
The ballad of Darren
PARLOPHONE / WARNER
, 2023

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Darren “Smoggy” Evans siempre ha estado ahí, primero para Blur y ahora para Damon Albarn, como guardaespaldas suyo y lo que haga falta. Evans le lleva pidiendo a Albarn que complete una canción que compuso a sus veintipocos años, “Half a song”, que este incluyó en formato maqueta casera en su disco Democrazy de 2003. Y Darren es quien da título al nuevo y noveno álbum de Blur, La balada de Darren.

No es tanto un disco sobre una persona, sino sobre aquello que ha rodeado a Albarn y a sus compañeros de banda desde el inicio y que ahora reevalúan desde sus cincuenta y tantos años. De hecho, la foto de la portada con un nadador en una piscina escocesa, sobre el que parece cernirse un peligro inminente, enlaza también con la temática acuática de discos anteriores del cuarteto, como Leisure (su debut en 1991), The great escape (1995) o Think tank (2003), estableciendo una línea de continuidad.

Hay en este álbum una lograda homogeneidad en su tratamiento sonoro, al margen de la ruptura abrupta de “St. Charles Square” (muy en la línea del Bowie de “Boys keep swinging”) o algunas guitarras de Graham Coxon, como en la coda final de “The heights” (con, de nuevo, Bowie en el punto de mira, en este caso el de sus dos últimos discos). El resto adopta un enfoque más dócil, con una paleta instrumental relativamente más sencilla, de medios tiempos pop con armonías claras y coros más presentes que antes, denotando un mayor acercamiento entre sus componentes, con “The narcissist” como su momento más conseguido.

Los cambios a lo largo de los años y el paso del tiempo juegan un papel fundamental, reflexionando sobre lo que han hecho y tratándole de dar sentido, todo imbuido de una melancolía trufada de cierta amargura, ansiedad y aislamiento presentes en ocasiones en los textos de Albarn. «He perdido el sentimiento que pensé que nunca perdería. Y ahora, ¿a dónde voy?», canta en el estribillo de “Barbaric” —cambiando después el “Yo” por “Nosotros”—, pudiéndose entender así que no haya dado forma definitiva a “Half a song”. Están en otra etapa de su vida y lo reflejan perfectamente en un disco coherente con ello y más que digno.

Anterior crítica de discos: Time will wait for no one, de Local Natives.

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