The Ampex, la rabiosa renovación del rock colombiano de los sesenta

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«The Ampex fue un grupo de sonido rudo, rabioso, primitivo, vidrioso y electrizante»

 

A raíz de la reedición de uno de sus discos, Àlex Oró nos pone tras la pista de The Ampex, una de las bandas pioneras del beat y el rock de garaje colombiano de los años sesenta.

 

Texto: ÀLEX ORÓ.

 

«Si una estrella del rock n’ roll quieres tu ser / oye bien lo que digo: / cómprate una linda guitarra / y con el tiempo sabrás tocar. / Tu pelo crecerá y después te sentirás mucho mejor». Con esta traducción sui generis y algo naíf, pero respetuosa con el espíritu de original, de “So you want to be a rock n’ roll star”, de The Byrds, se cierra The Ampex, el segundo elepé del grupo del mismo nombre, una de las bandas pioneras del beat y el rock de garaje colombiano de los sesenta que acaba de reeditar Munster Records. Tal y como se puede apreciar en una escucha rápida de esta versión, The Ampex fue un grupo de sonido rudo, rabioso, primitivo, vidrioso y electrizante, como muchos de los que protagonizaron la renovación del rock latinoamericano durante la segunda mitad de la década de los sesenta muy ancorado hasta ese momento en las influencias del rock and roll norteamericano de los años cincuenta y los inicios de los sesenta con bandas surgidas principalmente en México, como Los Locos del Ritmo o Teen Tops.

La irrupción de la beatlemanía hacia 1964 provocó que en la mayoría de los países latinoamericanos se formaran decenas de bandas de jóvenes dispuestos a emular, con mayor o menor destreza, a los cuatro liverpulianos. En Colombia, grupos como Los Speakers, Los Flippers, Los Yetis y Los Monstruos lideraron este movimiento al que también se sumaron The Ampex. Uno de los fundadores de The Ampex fue Óscar Lasprilla, músico conocido en España porque fue miembro de Los Brincos en la etapa final de la banda liderada por Fernando Arbex, cuando grabaron Mundo, demonio y carne, su último disco, que también ha sido reeditado recientemente, en esta ocasión por Guerssen

Nacido en Cali en 1948, Lasprilla debutó en una banda llamada Goldfingers, en la que también militaban algunos de sus futuros compañeros en The Ampex: Jaime Rodríguez (guitarra), Óscar Ceballos (batería) y Yamel Uribe (bajo). Con este nombre, el cuarteto se fogueó tocando en directo por todo el país junto con Los Yetis y Los Speakers, entre otros artistas. En un momento dado, para evitar cumplir uno de los contratos          que tenían pendientes, el grupo se cambia de nombre. Habían nacido Los Ampex.

El grupo debuta con un epé y un elepé, con el sugerente título de Colección infierno a go go, para el sello Estudio 15 y compatibilizan sus actuaciones propias con otros bolos en los que ejercen de combo de acompañamiento para algunas de las artistas pop colombianos del momento como Vicky Margie, María Elvira o Lydia Zamora. Estamos en 1966 y los miembros de Los Ampex se dan cuenta de que la era beat está tocando a su fin. A diferencia de lo que sucedía en otros países como Argentina, Uruguay o Perú, los grupos colombianos dependían en exceso de las adaptaciones de canciones de grupos británicos o norteamericanos. Estaban la misma situación que las bandas mexicanas a principio de la década: su proceso de aprendizaje rockero debía pasar forzosamente por una etapa de clonación, muy irreverente en el caso de los grupos de garaje beat, de las canciones y el estilo de los grupos y los artistas que pretendían emular.

Estando en esta fase, Los Ampex cambian el «Los» por el «The» y graban un segundo elepé antes de su disolución. The Ampex, editado originariamente por Discos Fuentes en el 67. El disco es un compendio de las virtudes y los defectos de este tipo de bandas latinoamericanas. Por una parte, el repertorio está formado íntegramente por versiones de grupos como The Yardbirds, The Byrds, The Easybeats, The Executives, The Lovin’ Spoonful, Paul Revere and the Raiders y también de los españoles Los Pasos. Precisamente la revisión que hacen The Ampex de “Anoustchka”, con la que abren el disco, es quizás el tema más flojo y desentona con el resto del repertorio. El grupo combina las versiones en español y en un spanglish fresco y desacomplejado. Si al inicio de este texto les explicábamos que la adaptación de la letra de “Quieres ser una estrella del rock n’roll” respetaba el espíritu de la original, “Mr. Tamborin” (“Mr. Tambourine Man”) o “Píntalo de negro” (“Paint it black”) no tuvieron tanta suerte, pero las letras en castellano de Ivan Darío y Norman (ambos miembros de Los Speakers) son divertidas al tiempo que inocentes, un fiel reflejo del momento embrionario que vivía el rock colombiano de esa época. El sonido del disco es salvaje y cavernario como corresponde al paradigma del garaje-beat latino. En definitiva, un estilo que convertía las versiones que hacían este tipo de formaciones en algo propio que cumplía a la perfección con el objetivo de entretener y «revolucionar» a una juventud colombiana dispuesta a romper con todo.

Tras la disolución de The Ampex, Lasprilla estuvo brevemente en Time Machine, una de las bandas más innovadoras del rock colombiano de la segunda mitad de los sesenta, antes de trasladarse primero a Gran Bretaña y después a España para trabajar en el grupo de acompañamiento de Miguel Ríos y posteriormente asociarse a Fernando Arbex en Los Brincos y Alacrán. Yamel Uribe y Guillermo Acevedo, de Los Flippers, también viajaron hasta España en el 69. En su caso, para unirse a una de las dos agrupaciones que hasta 1971 se disputaron en los tribunales el nombre de Los Pekenikes, pero esto es ya otra historia.

 

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