Sleep warm (1959), de Dean Martin

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OPERACIÓN RESCATE

«Unos fraseos sólidos y rotundos, íntimos, que parecen deslizarse suavemente sobre la orquestación, arrullados por los exquisitos arreglos de cuerda»

 

Nada mejor para estos días fríos que refugiarse en la calidez de Sleep warm, una colección de canciones perfecta para irse a dormir, interpretadas por Dean Martin y orquestadas por su colega Frank Sinatra. Por Javier Márquez.

 

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Dean Martin, con la orquesta a cargo de Frank Sinatra
Sleep warm
CAPITOL RECORDS, 1959


Texto: JAVIER MÁRQUEZ.

 

Tras su ruptura con Jerry Lewis como pareja cómica en 1956, Dean Martin buscó reinventarse en todos los sentidos para poder sobrevivir en el mundo del espectáculo. En los escenarios lo hizo creando el personaje de “Dean el borrachín”, que combinaba canciones y monólogos al calor de un par de copas de más (que en realidad era zumo de manzana). En el cine, sin dejar de lado los papeles de galán cantante, consiguió que le permitieran demostrar su talento en dramas de éxito como El baile de los malditos, Como un torrente o Río Bravo. Pero en lo que a las grabaciones musicales se refiere, no terminaba de encontrar el enfoque adecuado para lanzar un álbum de larga duración con el empaque que había reportado tan buenas críticas y mejores ventas a su camarada Frank Sinatra.

Trabajando junto al arreglista Nelson Riddle, Sinatra había dado con el secreto para pasar de los sencillos de dos o cuatro canciones a los discos de doce a través de los conceptos: un disco de canciones sobre viajes, canciones sobre jóvenes enamorados, canciones sobre rupturas… No se trataba de meras compilaciones de sencillos, como hacía la mayoría, sino de producciones concebidas con un enfoque de conjunto, una sucesión que debía crear un clima determinado en el oyente, un sentimiento. Para ello no solo había que cuidar que cada canción conectase melódicamente con la anterior, sino que además respetase ese tema común. Songs for young lovers, editado en enero de 1954, fue la primera apuesta de Sinatra en este sentido.

Por otro lado, a finales de los cincuenta Sinatra se sentía en la cima del mundo, con los estudios cinematográficos y musicales a sus pies. Y si había algo que le gustaba era aprovechar ese poder para trabajar con sus amigos. Fue entonces, en octubre de 1958, cuando habló con los directivos de Capitol Records para informarles de que su próximo trabajo no sería como cantante sino como productor y director orquestal: iba a hacerse cargo del próximo álbum de Dean Martin.

Al parecer había sido Sinatra quien le había sugerido a su colega que un conjunto de baladas suaves, susurradas al oído, era el proyecto perfecto para el nuevo Dino: un disco de canciones para irse a la cama (que no a dormir). El propio Sinatra se encargó de la selección del repertorio, y aunque no pudo contar con Nelson Riddle por problemas de agenda, Peter King le ayudó con los arreglos.

 

 

Cuando Sinatra comenzó en la música en los años treinta no era capaz de leer una partitura. Sin embargo, su entrega total ante cada grabación le convertía en un alumno aventajado. Con el paso de los años, todos los arreglistas con los que trabajó y varios de sus músicos habituales coincidirían en señalar la implicación absoluta del cantante en cada aspecto del proceso de grabación, permitiéndole grabar con los mejores. Entre 1946 y 1983 Sinatra participó en siete álbumes en los que empuñó la batuta en lugar del micrófono, y sin duda el Sleep warm de Dean Martin fue el más popular de aquellos proyectos.

 

 

Sinatra era consciente de que la poderosa voz de tenor de su amigo debía ser la gran protagonista, y apostó por ello por unos arreglos muy sutiles, tanto que en varias ocasiones podrían eliminarse las cuerdas y vientos para quedarnos con un trío jazzístico perfecto: piano, contrabajo y la voz a modo de elegante saxo. “Dream a little dream of me”, “Goodnight my love”, “Dream”, “Cuddle up a little closer, lovely mine” o la pieza que da título al álbum –compuesta explícitamente para la ocasión por Lew Spence con textos de Marilyn Keith y Alan Bergman- son algunas de esas composiciones de tempo lento y ejecución delicada, alcanzándose la cumbre del álbum en su brillante broche de la mano de la tradicional “Brahms lullaby” (de la que, por cierto, circula por la web una versión sin instrumentación, solo con la voz de Dean Martin, capaz de ablandar los corazones más duros).

También hay espacio en el disco para temas más rítmicos, a los que el cantante italoamericano logra imprimir su particular y relajado sentido del swing. Pero también en esos casos, como en “Hit the road to dreamland”, “Wrap your troubles in dreams” o la contagiosa “Sleepy time gal”, la instrumentación resulta cálida y contenida, como si fuesen descartes del disco Nice ‘n’ Easy de Sinatra a los que les hubiese faltado algo de potencia (“Let’s put out the lights” es heredera directa musicalmente de aquel álbum).

 

 

Animado por su camarada, Dean Martin se implicó más de lo habitual en estas sesiones de grabación, que se desarrollaron entre el 13 y el 15 de octubre del 58 en los legendarios estudios de la torre de Capitol Records en el 1750 de Vine Street, en Hollywood (Califronia). Martin afrontó el proceso con mayor seriedad de lo habitual, dejando a un lado su tono socarrón, y ese esfuerzo es evidente en unos fraseos sólidos y rotundos, íntimos, que parecen deslizarse suavemente sobre la orquestación, arrullados por los exquisitos arreglos de cuerda.

Gracias a aquel esfuerzo conjunto, en marzo del 59 llegó a las tiendas el que probablemente sea el mejor disco de la carrera de Dean Martin, que si bien tuvo mayores éxitos posteriormente, no volvería a firmar un trabajo tan redondo y bien empacado. Probad a pincharlo al caer el sol. Bajad las luces del salón, poned el vídeo de la chimenea de Netflix, servid un par de cócteles –prohibido mezclar con refresco, que estamos hablando de música con clase–, y tenéis garantizada una experiencia musical deliciosa. Puede que incluso os anime a iros a la cama. Sin sueño.

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