Rosendo: «Aunque el cuerpo me pedía monte, el espíritu me pedía rock and roll»

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rosendo-15-06-17

«Yo sigo hablando de lo que me pica en cada momento. Y estoy un poco harto de toda la vida peleando y escondiéndome»

 

«De escalde y trinchera”: así se titula el nuevo disco de Rosendo, vigésimo segundo de su etapa en solitario. África Egido acudió a su presentación.

 

Texto y foto: ÁFRICA EGIDO. 

 

Rosendo Mercado no descansa, aun cuando decidió alejarse del bullicio madrileño y serenar su extensa carrera musical. El músico sigue haciendo gala de su constancia, su capacidad de trabajo y su infinito amor por la música. «De escalde y trinchera» es su vigésimo segundo trabajo en solitario (el décimo sexto de estudio) y un peldaño más en sus cuarenta años de carrera.

Mercado presentaba este nuevo álbum este miércoles en un hotel madrileño ubicado a pocos metros de distancia del Congreso de los Diputados, curiosa ubicación para un músico cuyas canciones nunca han abandonado su espíritu combativo. Esta vez no es diferente. En este disco se hace eco de una sociedad estancada e inmovilista: «Yo sigo hablando de lo que me pica en cada momento. Y estoy un poco harto de toda la vida peleando y escondiéndome «, explica en referencia al título «De escalde y trinchera». «Aquí no pasa nada desde hace mucho tiempo. Nos creemos que evolucionamos y al final estamos siempre igual, quejándonos de lo mismo, los que dicen lo que hay que hacer son siempre los mismos y nos dicen siempre lo mismo. Es bastante doloroso… Pero mientras tengamos un poco de aliento vamos a seguir despotricando por lo que nos pica y nos preocupa. Siempre he entendido que el rock and roll es eso: decir lo que nos preocupa.  Y si puedes pasártelo bien a la vez, estupendo», matiza.

Este nuevo trabajo ha visto la luz tras una época en la que el de Carabanchel ha optado por la vida campestre como refugio. Y con la misma naturalidad con la que sus pasos pisan ahora más tierra que asfalto, Mercado explica los motivos de esta vuelta al estudio: «Tenía unas cuantas canciones que me parecía que podía sacar a la luz y, aunque el cuerpo me pedía monte, el espíritu me pedía rock and roll. No sé los años que me quedan por delante, pero pensé que no estaba por desperdiciarlos».

Mientras recuerda que sus discos son «una biografía por etapas», el madrileño asegura que, en esta última, «el acomodo» es una de sus grandes preocupaciones. «Al no estar en la calle y en activo como otras veces, te fijas más en lo que tienes ahí dentro y, por lo menos en mi caso, es que nos vamos acomodando, quizá porque nos hacemos mayores y nos dejamos llevar. Al final nos acostumbramos y parece que la vida es esa, cuando hay tantas cosas que se podían estar haciendo… Aunque ya no contéis mucho conmigo, que ya estoy muy mayor», bromea.

 

Colaboración de Rodrigo Mercado

Rodrigo Mercado, su hijo, ha vuelto a aportar una letra al álbum (‘Terciopelo herido’). Para Rosendo, compartir composición con él es una circunstancia casi tan natural como el ADN que les une: «Me gusta hacer algo suyo porque lo entiendo, lo veo casi como si lo hubiera hecho yo. Tiene otra forma de hacer, y musicalmente es otra historia, pero le veo cercano, le entiendo. Sé que a él le apetece y lo hace con cariño».

Rosendo bromea a menudo sobre su retirada, pero no amaga, ni amenaza, ni insinúa. Él solo reflexiona en alto y tata de explicar que los años pasan, que el espíritu permanece, pero que uno, inevitablemente, cambia: «El espíritu es seguir vivo, porque vivos estamos, pero los años pesan, se sienten y se notan, y no podemos evitarlo (…) Ya no escucho la música que escuchaba antes. No está esa necesidad imperiosa del día a día. Hay días que me levanto y se me olvida que toco la guitarra, y tampoco pasa nada. Pero sí tengo la necesidad de decir cosas. Más cuando ese es mi trabajo y es lo que me mantiene. Tampoco puedo vivir de las rentas. Me veo obligado a seguir currando y, además, el retiro de los músicos de este país es bastante doloroso, con lo cual tendré que alargarlo todo lo que pueda», cuenta entre risas.

 

 

Aunque, una vez más, le planteen la existencia (o no) de relevo generacional en el rock del que él fue punta de lanza, el que fuera líder de Leño, insiste en lo que siempre ha defendido: lo hay. «Hay gente joven haciendo rock and roll con sentido, convencidos. No como nosotros – explica Mercado- que cuando empezábamos estábamos dando palos de ciego y fijándonos en lo que veíamos por ahí a ver si aprendíamos algo. El problema es el de siempre: la promoción y la difusión no se hace con el rock and roll, y menos con la gente que dice cosas que incomodan».

Para muchos, Rosendo no solo es uno de los padres de nuestro rock. También es la representación de la humildad, la perseverancia, la discreción, el talento y la honestidad. Eso se desprende de sus canciones, pero también de sus palabras.  Por eso Mercado cuenta tímidamente que el diccionario es su compañero de viaje al componer, explica que «no por mucho ensayar» va a «conseguir más» de lo que hace, y define cada canción suya como «un momento sincero» sobre algo que le preocupa.

Hace apenas un par de meses, la Junta Municipal de Carabanchel, su barrio, se planteó levantar una estatua en su honor. Su respuesta, en aquel entonces, fue clara: «Hay motivos más importantes para gastar dinero» que aquel homenaje. Hoy, el músico ha vuelto a hablar sobre los homenajes que puedan surgir: «Espero que no haya más intentos. Por mi carácter y mi forma de entender la vida, creo que no merezco más que lo que realmente tengo, que es esto que estoy haciendo: me puedo permitir seguir grabando discos, seguir tocando en directo, hay gente que escucháis lo que digo y que lo transmitís. Esa es la recompensa que la vida me ha dado y por la que estoy agradecido. Todo lo demás me viene grande. ¿Es de agradecer? Sí, mejor eso que no que te peguen un estacazo en la cabeza. Pero yo no necesito eso, y quizá no le dé el valor que se supone que tenía que darle porque no me afecta a ningún nivel». Para quitar trascendencia al asunto, Rosendo explica «que si la quieren hacer, que la hagan», pero matiza: «Si me lo pueden evitar, por favor…», ríe.

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