Rockola, Discos. 3 de septiembre de 2010

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«Como último regalo hasta que vuelvan a batir sus alas, los Black Crowes presentan “Croweology”, un doble álbum en el que han regrabado algunas de sus viejas canciones en formato semi acústico»

The Black Crowes
“Croweology”

SILVER ARROW

Desde que se reunieran hace unos años, la banda de los hermanos Robinson se ha comportado como una máquina de exquisitos lanzamientos: Tres DVDs, un directo y dos discos en estudio han visto la luz desde que los cuervos negros regresaran a la vida tras un periodo de hibernación en el que en breve se volverán a sumir. Pero como último regalo hasta que vuelvan a batir sus alas, los Black Crowes presentan “Croweology”, un doble álbum en el que han regrabado algunas de sus viejas canciones en formato semi acústico. Esa es la ventaja de trabajar en su propio sello discográfico, que sólo ellos deciden qué es lo que se edita, sin meditar demasiado cuestiones de marketing o estrategia.

Clásicos como ‘Jealous again’, ‘She talk to angels’ o ‘Remedy’ cobran nueva vida junto a otras canciones fundamentals en su repertorio, aunque quizá menos conocidas para los menos fanáticos, como ‘Share the ride’. Teniendo en cuenta que el año pasado se publicó el monumental doble “Before the frost… Until the freeze”, nadie podrá acusar a Chris y Rich Robinson de estar en el dique seco como compositores, por lo que “Croweology” se antoja como un exquisito postre. En cierta forma recuerda a aquel impresionante “Stripped” que se marcaron los Stones en su día, pues aunque aquí no haya público, la vibración conseguida es similar: Calidez, buen hacer, artesanía instrumental.

Ahora que incian una última gira antes del próximo letargo, estaría bien que registraran otro documento más en vivo. Sí, otro más, pero teniendo en cuenta que juegan con su repertorio como quieren, ningún seguidor se iba a quejar.
JUANJO ORDÁS.



Varios
«Brindando a José Alfredo Jiménez»

TÍTERE RECORDS

Queda fuera de toda duda que José Alfredo Jiménez posee uno de los cancioneros más emocionantes del mundo hispano. Si ponemos frontera en los sesenta encontramos con él a Discépolo, Rafael de León, Agustín Lara y Miguel Matamoros, ninguno más. Y de los cinco nuestro homenajeado es el que más hondo araña en las telas del corazón, el que aborda el amor más allá de la cuestión literaria y hace que cada palabra se convierta en vida y en desdicha. Y como todos los clásicos, combina canciones de repertorio con enormes delirios del alma más desconocidos, que han quedado grabadas en los fieles.

Y es uno de estos fieles el que desde el apego y el recuerdo enreda a amigos para hacer un tributo, esencia de niñez, porque José Alfredo Jiménez gusta desde la niñez. Y por ello se ha ganado el respeto desde sectores que asumen la música como sensibilidad y no como industria, y por ello lo asumen desde el riesgo y no desde la comodidad. Carlos Ann y Mariona Aupí en este caso son quienes toman las riendas y convencen a unos amigos para que canten parte de las mejores canciones que nunca se han escrito en castellano, y el primero Javier Corcobado, que ya había descubierto hace unos años las posibilidades que el bolero ofrecía a su voz.

El resto se divide entre mercado mexicano y mercado español. El primero, más ajeno a nosotros, el segundo lleno de grandes nombres. Citar a Calamaro o Bunbury sirve para dar prestigio al disco, pero lo cierto es que también los menos conocidos moldean las canciones con prestancia y arrojo. Mariona Aupí, por ejemplo, que en estado de gracia se convierte en una gran dama de la canción; o Saley Setra, que en su versión alcanza aires follk cercanos a Canterbury; o Refree, que moldea las curvas de su canción con un estremecedor violín.

Y es que, en general, todos van tendiendo a la hondura y no a la grandilocuencia, a desnudar las canciones y no a vestirlas, y así en su pura esencia descubrimos que al fin y al cabo las canciones de José Alfredo tienen la misma cadencia que el country, dejes fronterizos, miserias sentimentales hechas palabra y carne. Purito corazón.
CÉSAR PRIETO.



Afro Celt Sound System
«Capture (1995-2010)»

REAL WORD/RESISTENCIA

Cuando empezaron en 1995, los elementos que tan inteligentemente fusionaban en su música estaban tan separados en la mente de todos que Afro Celt Sound System fueron recibidos con una merecida curiosidad. Quince años después ya no resulta tan extraño entender una contigüidad musical que abarque con tanta naturalidad los bits electrónicos, los instrumentos célticos y orientales, y las exultantes voces africanas (a veces con ese agraciado punto de gospel). Pero ahí está su parte de mérito y su contribución para que hayamos sido capaces de superar con éxito la etiqueta world music y con un puñado de grabaciones ejemplares. El eje Londres-Dublín-Dakar funciona, y muy bien.

Este “Capture” contiene una selección de sus piezas más significativas durante todo este tiempo. Algunas de ellas ya estaban presentes en su álbum de remezclas “Pod” (2004), una buena prueba de su permeabilidad respecto de la red electrónica, aunque dejando siempre clara la supremacía de la “uileann pipe” (gaita irlandesa), el “fiddle” (violín) y el “tin whistle” (flautín). Así, por ejemplo, ‘Further in time’ y ‘Rise above it’ no suenan mucho más diferentes del trance progresivo de Underworld o Leftfield. Simon Emmerson, James McNally y compañía también han aprovechado para recordar de nuevo a aquellos amigos que se han acercado alguna vez al proyecto, como Sinèad O’Connor (‘Release’), Robert Plant (‘Life begin again’), Dorothee Munyaneza (‘When I still needed you’) o su propio jefe, Peter Gabriel (‘When you’re falling’). Se recoge (una vez más) el remix de Rae & Christian sobre ‘Persistence of memory’. Y, por encima de todo, ‘Eireann’, probablemente su mejor canción, donde la voz de bardo gaélico de Iarla O’Lionaird, “el vocalista de la casa”, nos conduce a uno de esos oxigenados atardeceres irlandeses que tanto engrandecen nuestro espíritu.

Siempre han sido un grupo a tener en cuenta y ésta puede ser una ocasión única para rezagados.
GERNOT DUDDA.



Iron Maiden
“The final frontier”

EMI

Tocan metal, pasan de los cincuenta años y se siguen reinventado. Que una banda veterana como Iron Maiden siga explorando los confines de su estilo es encomiable, pero que sigan grabando discos sobresalientes es de podio. Desde su anterior trabajo, el notable “A matter of life and death”, los ingleses muestran un gran interés por orientar el sonido de sus temas hacia estructuras progresivas y complejas de producción más bien cruda. Precisamente esos ingredientes son los que nutren a este “The final frontier”, un disco inspirado, potente y que no da tregua. Al margen de un lapso dedicado a sus fans más clásicos (‘The alchemist’ es un balazo en la línea de ‘Aces high’), Maiden lo que hacen es apostar por sus intereses como músicos aunque este nuevo trabajo es un tanto más accesible que su antecesor. Tratar de introducirse en canciones tan largas es un reto cuya recompensa se revela en suites que se abren y guardan dentro de sí paisajes de colosal inspiración. Canciones que serán clásicos si los fans así lo quieren, si se esfuerzan por comprenderlas. El grupo ya ha hecho su trabajo, que es grabar un disco fabuloso con un Steve Harris en estado de gracia como compositor, un Adrian Smith igualmente de inspirado a la hora de estampar su firma y un Bruce Dickinson que no sólo rubrica canciones mayúsculas sino que canta como nunca.

Es interesante que, al margen de una ingenua portada, haya una línea intelectual que une varios de los temas que conforman el disco. El aislamiento y la soledad son contenidos abordados en varias ocasiones, ya sea situándose en el espacio exterior como en la tierra que pisamos, esperando la llegada de la tierra prometida o recorriendo extraños caminos en busca de uno mismo. Un fondo literario que encaja musicalmente con momentos tanto introspectivos como vibrantes. La madurez del metal está aquí.
JUANJO ORDÁS.



Red Horse
“Red Horse”

RED HOUSE RECORDS

Bajo el nombre de Red Horse se encubre el supergrupo folk compuesto por Eliza Gilkyson, John Gorka y Lucy Kaplansky, un grupo de veteranos amigos que, por fin, encuentran un proyecto para colaborar juntos y editar un disco de debut rebosante de melodías suaves donde conviven las versiones, temas populares e intercambiándose –como si de un trueque musical se tratara, revisándolos bajo el propio punto de vista de cada uno aportando–, su toque personal.

Una mezcla homogénea que podría ser diferenciada en cada corte, pero la unión de estos tres tótems conforma un trabajo redondo y bien estructurado. Para empezar, suena ‘I am a child’, de Neil Young, a la que le siguen la gran ‘Sanctuary’, ‘Don’t mind me’, la canción tradicional ‘Wayfaring stranger’ o la emotiva ‘If these walls could talk’. El contenido total se enumera en doce sensacionales tracks de aromas campestres y esencias relajadas. Seguramente en las primeras escuchas no les resulten familiares dichas canciones, así como los nombres de Gilkyson, Gorka o Kaplansky, pero partiendo de este camino encontrarán bifurcaciones que conducen hasta la discografía de cada uno. ¡Descubran, sientan y degusten!

Lo mágico de este conjunto de composiciones es averiguar de quién es cada canción, cada estrofa y cada instrumento. Un pequeño juego que invita a escucharlo con nulas preocupaciones, luz apagada y a ser posible con los mejores auriculares, logrando así el ritual perfecto que descubra los matices que estos tres grandes del folk nos ofrecen.
CHARLY HERNÁNDEZ.



Varios
«Jovem Guarda. Golpe final! Beatfreak & soul psych brasilero»

MALUCO BELEZA

“El futuro pertenece a la Joven Guardia porque la vieja ya está ultrapasada”. Parte de esta frase pronunciada por Lenin durante los años de la revolución soviética fue aprovechada por los directivos del canal brasileño TV Record para, en 1965, lanzar el programa «Jovem Guarda», en el que se ofrecía lo mejor de la música joven de aquel país. Y cuando hablamos de música joven nos referimos a los grupos y solistas cariocas influenciados por los sonidos anglosajones como el rock de los cincuenta pero, también, como no podía ser de otra manera, por la beatlmania. Por el programa pasaban a menudo artistas como Roberto Carlos (sí, ese Roberto Carlos), Erasmo Carlos, Jerry Adriani, Os Increveis, Ronnie Von, Os Vips o The Fevers entre dos decenas largas de artistas de relumbrón. En la segunda mitad de los sesenta, el programa «Jovem Guarda» se convirtió no sólo en un referencia musical sino que se transformó en un movimieno en el que se mezclaba la moda, el comportamiento juvenil y el pop. Fue el reverso sonoro de los tropicalistas en unos años en que Os Mutantes, Caetano Veloso, Gal Costa o Gilbero Gil estaban muy influenciados por la psicodelia. En cambio, los pipiolos de la «Jovem Guarda» no le hacian ascos al soul, al funk y al pop más facilón sin renunciar tampoco a sus raíces sonoras brasileras.

«Jovem guarda. Golpe final! Beatfreak & soul psych brasilero» recoge los últimos estertores del movimento, datados entre 1967 y 1973. En el disco podemos escuchar a un aguerrido Roberto Carlos antes de ser engullido por la industria con temas como ‘Você nâo serve para min’, ‘Nâo vou ficar’ y ‘Todos estâo surdos’, en los que el cantante que quería tener un millón de amigos mezcla sin rubor la psicodelia, el funk a lo James Brown y las arengas pacifistas. Los compiladores de «Jovem guarda. Golpe final! Beatfreak & soul psych brasilero» han tenido la habilidad de incluir en el disco las canciones más briosas de solistas a priori menos interesantes como Jerry Adriani, un especialista en versiones de éxitos italianos que en 1970 grabó algunos singles cargados de guitarras fuzz en los que había temas como ‘Se pensamiento falasse’, y grupos como Os Increveis, que se atreven con una versión del tema de Jorge Ben ‘Eu te amo meu Brasil’, que demuestra con creces que entre Jovem Guarda y los Tropicalistas había más puntos en común que desavenencias sonoras y que ambos movimientos fueron lo más «cool» de la escena musical latinoamericana de los sesenta.

Esta recomendabilísima recopilación ha sido editada únicamente en vinilo y con unas breves notas en portugués que no sacian la curiosidad del aficionado que quiere saber más sobre estos “Ie Ie” brasileños.
ÀLEX ORÓ.



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