Reputa, de Zahara

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DISCOS

«Nos encontramos ante un disco de altos vuelos, una vanagloria bien planteada y mejor ejecutada»

 

Zahara
Reputa
GOZZ RECORDS, 2022

 

Texto: JAGOBA ESTÉBANEZ.

 

He quedado totalmente prendado de Reputa. No es del todo habitual que una primera escucha impacte así, tanto a nivel conceptual, como en lo que a lo emocional se refiere. A medida que volvía a escuchar y analizar este nuevo álbum de Zahara —el undécimo de su carrera—, más corroboraba que nos encontramos ante un disco de altos vuelos, una vanagloria bien planteada y mejor ejecutada, pero difícil de asimilar y describir. Lo que hace no demasiados años habría sido considerado rara avis, dado su atrevimiento y eclecticismo, además de puesto en entredicho por los más eruditos del sector, hoy es una virtud, en mayor o menor medida aceptable, gracias al camino que otros abrieron a machetazos, como C. Tangana con El madrileño o Rosalía con Motomami.

La otrora chica pop rompió todas las barreras con Puta (Gozz Records, 2021), el disco más exitoso de su carrera y uno de los más trascendentales del país recientemente. Una catarsis mental confesando abusos, miedos, acosos, traumas o pensamientos suicidas. Litigio a cambio de redención y liberación. Conmovió y acercó a muchos con su intimismo, pero también incomodó a otros, como la censura a su arte promovida por partidos políticos, hasta el punto en que el ayuntamiento de Toledo retiró el cartel de su gira. Además de un periodo brillante y triunfal, también ha sido un ejercicio metafísico y agotador que solo la flaca de Úbeda podía concluir de esta manera: Reputa.

Todo comenzó con una remezcla que Alizzz hizo del tema berlin U5, génesis para que nuestra protagonista optara por ofrecer a varios artistas todas los pistas de Puta, dando a estos la absoluta libertad de interpretarlos a su manera. Delaporte, La Oreja de Van Gogh, María José Llergo, Carolina Durante, Cora Novoa, Perarnau IV, Marcel Bagés i David Soler, Rodrigo Cuevas con la Asociación Musical Ubetense, Shego y PRETTY PRETTY 2000 son los que se han sumado a esta aventura de Zahara, a su forma de soltar lastre para que las mismas historias culminen con otros tintes de crudeza. Males de muchos, canciones de todos.

La nueva obra de la jienense en un inicio pudo ser planteada como una celebración mucho más frívola que la anterior, incluso en cierta clave de humor; pero el resultado ha sido mayúsculo. Reputa es como una montaña rusa, excitante e imprevisible, llena de géneros inimaginables, pero que, en ocasiones, puede resultar incómoda al escaparse de nuestra zona de confort.

El viaje comienza con “Dolores”, cuyo mensaje de malquerida y sufridora se acentúa con la solemnidad de esta copla acompañada de orquesta. Aunque parezca que hemos cambiado de álbum, no se ha colado una canción de Reincidentes en una lista de Antonio Molina, es intencionado, y esa es “Joker”: punk pop urgente con guitarras rasgadas que suenan a Ramones, tras una batería muy traviesa entre amenazas y venganza. “La hostia de dios” sigue rompiendo los esquemas. Sumisión entre sintetizadores y distorsión, porque la violencia machista y la lucha feminista no deberían normalizarse. Primorosa melodía en el segundo treinta y tres, digna de Bojack Horseman conduciendo su descapotable por una carretera secundaria de la costa californiana. Seguimos con la electrónica en la festiva “berlinU5”, donde un inconfundible Alizzz maneja la cadencia para llevar esta pieza a un lugar similar al que Delaporte lo hizo con “Toro”.

Unos acordes menores introducen “Taylor I”, en la que Zahara retrotrae su voz a los inicios de su carrera, más dulce y naif. Una nana onírica con estructura de melodías repetidas y sintetizadores oportunos que deja poso. “Merichane” se abre paso con un inicio que recuerda a Izal. La que ya se ha convertido en todo un himno Me too por muchas mujeres, adopta en esta ocasión un derrotero más positivo con un toque de grunge mezclado con trap. Volvemos a la copla con la hiriente y demoledora “Sansa”, uno de los mejores cortes del elepé. Una obra maestra donde las cuerdas vocales de María José Llergo elevan, de manera exponencial, el extraño sentimiento que vincula dolor, dependencia y añoranza, para redimirse los últimos dos minutos a golpe de guitarra, piano, electrónica y distorsión. En el pop puro con atisbos de country se encuentra “Médula”, sonando tan natural interpretada por La Oreja de Van Gogh como la original.

Esto no es un paseo circular que termina en el mismo paisaje conocido en el que se empezó. Turno para cambiar de vinilo, para dar la bienvenida a la electrónica más experimental. La excelente versión “Berlin U1”, de Perarnau IV, suena a rave machacona, hasta que termina edulcorándose con el famoso tic tac que presagiaba la explosión a los que se creían irrompibles; mientras que “Taylor II” se mantiene más comedida entre loops, ecos y efectos fantasmales que mueven el tiempo a modo de time lapse, sin una cadencia lógica o estructura natural, pero igual de resultona terminando rota entre tantos graves.

No es Shakira cantando reggaetón con una voz más triste de lo habitual, es PRETTY PRETTY 2000 interpretando “Ramona”, creando un aura muy bizarro pero, curiosamente, el único donde esta canción está predestinada a triunfar: en lo urbano. “Flotante” es la encargada de terminar por todo lo alto, durante más de ocho minutos adictivos que suenan a Caribou y a “Safe and sound”, de Capital Cities, poniendo el broche final durante el último minuto y medio con teclados a lo Lennon recitando versos lapidarios, como no podía ser de otra manera: «Seríamos felices en mi hogar / Iba a ser precioso / Perdóname / Te convertí en un padre, en un marido».


Anterior crítica de discos: The car, de Arctic Monkeys.

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