Punto de partida: Miguel Campello y Jean-Michel Jarre

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«El disco tardó dos meses en llegar que se me hicieron eternos»

 

Cuatro años ha estado trabajando Miguel Campello en su último disco, el recién publicado Noche y día. Un álbum doble en el que, como deja entrever su título, están las dos caras de la vida convertidas en canción: en Día incluye la esencia de su sonido y en Noche se abre a un sonido electrónico más experimental. Un álbum con el que está de gira, el sexto disco de canciones nuevas desde que empezó a caminar en solitario, allá por 2011, tras cerrar su etapa al frente de elbicho. Y mirando atrás, al origen, le preguntamos dónde empezó todo, qué disco fue el que le cambió la mirada y la vida. Y escoge Oxygène 7-13, el tercer trabajo del francés Jean-Michel Jarre, a quien escuchó por primera vez a finales de los noventa en su Elche natal. Él mismo nos lo relata.

 

Jean-Michel Jarre
Oxygène 7-13
EPIC RECORDS / SONY MUSIC, 1997

Texto: MIGUEL CAMPELLO / EFE EME.

 

«Corría el año 97 y encontrar un disco no era tarea fácil. Yo andaba trabajando en un garito de Elche llamado Directo Bar en el que hacían conciertos los jueves y después se pinchaba música que no solía sonar en la radio. Un buen día, sonó algo que hizo que el garito se convirtiera en una nave espacial perdida en un agujero de gusano tripulada por ese DJ queriendo cerrar ese garito. Me acerqué a él y le pregunté: «Pero ¿qué es esto?». Y el me respondió: «Jean-Michel Jarre».

Me apunté aquel nombre, y al día siguiente estaba a las cinco de la tarde esperando a que abriese Discos Elche. Cuando abrió la tienda, le pregunté al tendero si tenían algún disco de ese muchacho y me dijo que no, que lo tenía que pedir, pero que tenía que dejarle una señal. Creo que me costó 2.500 pesetas [al cambio, unos quince euros]. Total, que le di 1.000 y el número de teléfono de la casa de mis padres. El disco tardó dos meses en llegar que se me hicieron eternos.

Lo importante fue descubrir una música que para mí no pertenecía a mi planeta, ese planeta que creas de pequeño escuchando la música que se pone en casa y en el coche, y que sin querer te va creando una personalidad. Esa música solía ser Lole y Manuel, Bambino y un largo etcétera de músicas que tenían entre sí una unión. Al descubrir Oxygène 7-13 se abrió una puerta a un espacio diferente, desconocido y muy interesante.

Oxygène 7-13 fue el primer disco que me compré. Luego vinieron Vaivén, de Jorge Drexler; Diario de abordo, de Luis Pastor, y un largo etcétera de discos que fueron marcando mis gustos y mis maneras hacer y escuchar».

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