Punto de partida: Xavier Valiño y The Jam

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PUNTO DE PARTIDA

«Me atrae su furia desatada, esa melodía pletórica en guitarrazos, paradas y arranques brutales, sobre la que Paul Weller criticaba al gobierno conservador británico»

 

Crítico musical sagaz, enciclopedia viviente de conocimientos musicales, melómano insaciable y escritor de libros imprescindibles como Golpes Bajos. Escenas olvidadas. Historia oral de Golpes Bajos y los recientes Las 100 mejores películas del rock y Los 100 mejores documentales del rock, editados por Efe Eme, hoy viene a hablarnos del disco que supuso un antes y un después en su vida. Y lo hace largo y tendido, como le gusta a él, con todo lujo de detalles y de anécdotas.

 

The Jam
Going underground
Polydor Records, 1980

 

Texto: XAVIER VALIÑO / EFE EME.

 

Xavier Valiño recuerda perfectamente dónde, cómo y por qué se hizo con el disco que le cambió la vida. En su caso, no se trata de un elepé, sino de un sencillo, el que The Jam publicaron en 1980 bajo el nombre de “Going underground”/”Dreams of children”, y su descubrimiento esconde una bonita historia de amistad. «Lo compré en la tienda Ocarina de Lugo, que llevaba mi amigo Xaime da Pena (fallecido hace unos meses). Antes, él había tenido un bar llamado Rorró, donde escuchábamos la música que nos gustaba de adolescentes y donde descubríamos también muchos artistas y canciones. La tienda y el bar fueron nuestra academia privada, nuestro lugar de encuentro y de huida de lo que nos rodeaba y no nos gustaba. Xaime era un amigo, porque no solo me vendía discos, sino que los recomendaba, los dejaba escuchar, intercambiábamos opiniones y hallazgos. También hicimos fanzines o programas de radio juntos, como el de aquel día en que murió Eduardo Benavente y estuvimos los dos, una hora, dejando constancia de nuestro duelo en antena. En cuanto a “Going underground”, lo compré como single de vinilo y me costó unas 180 pesetas».

Por aquel entonces, Valiño ya se había topado con la obra de la banda de Paul Weller, pero este tema le removió por completo: «Sabía de la existencia de The Jam y había escuchado ya sus canciones, pero fue la emisión del vídeo de “Going underground” en el programa Aplauso, de Televisión Española, el 31 de mayo de 1980, el que me dejó noqueado. Creo que a partir de ese día cambió todo, dejé atrás a los dinosaurios de los setenta para pasar a adueñarse definitivamente de mi vida la revolución del punk, la nueva ola, el postpunk, también el soul y aquellas músicas más identificadas con lo mod. Curiosamente, un día le escuché decir a Álex Cooper (Alejando Díez) que ese mismo momento había tenido una gran influencia en él. Un tiempo después, cuando pude hacerle una entrevista, se lo pregunté, y esto fue lo que me contestó: “Sí. Yo veía cada sábado Aplauso, porque salían muchas cosas interesantes. En aquella época, lo mismo veíamos programas mainstream como este que Musical Express; incluso recuerdo un reportaje sobre el punk en Informe semanal, que fue la bomba. El caso es que The Jam eran número uno en Inglaterra y sacaron el vídeo. Me parecieron unos tíos feos y duros tocando música que no entendía, pero que me flipaba. No eran The Knack, mucho más accesibles. Ni, por supuesto, Los Secretos, que salían cada dos por tres en Aplauso. Ni imaginaba lo que iban a suponer para mí años después”».

Obviamente, para un melómano empedernido como Valiño, pozo sin fondo de sabiduría musical, “Going underground” no fue su primera adquisición discográfica, pero, desde luego, resultó definitiva: «Llevábamos ya un par de años haciendo un programa de radio, desde los 13 años, y allí pinchábamos discos nuestros o esos que nos gustaban, y no teníamos, pero encontrábamos en la discoteca de la emisora. Por cierto, aquella discoteca me “proveyó” del disco de debut de The Jam, In the city; así que creo que toca disculparse por ello todos estos años después. Y el primer single que recuerdo comprar —aunque, seguramente, hubiese alguno antes de los que sonaban a menudo en televisión, las radios y fiestas populares— fue “Smash it up” de The Damned».

Al preguntarle a Valiño qué tiene de especial el sencillo “Going underground” para él, a pesar de ser la obra de The Jam una amplia y ecléctica biblia sonora, se muestra rotundo: «El single solo trae dos canciones y me gusta más la cara A, “Going underground”. Es curioso, ya que fue su primer número uno en las listas de éxitos y se debió, prácticamente, a una casualidad. La cara A iba a ser “Dreams of children” (la otra canción del single), pero un error en la planta de prensado, en Francia, acabó alterando el orden. El grupo sabía que el single podía ir bien comercialmente, pero no tanto; de hecho, estaban de gira en Estados Unidos y, tan pronto como les contaron que encabezaban las listas en su país, se inventaron que les había atacado un virus y volvieron en Concorde a Inglaterra para grabar su aparición en el programa Top of the pops. Lo que me atrae es su furia desatada, esa melodía pletórica en guitarrazos, paradas y arranques brutales, sobre la que Paul Weller criticaba al gobierno conservador británico, más preocupado, según él, en gastar en armamento nuclear los impuestos de los ciudadanos, que en programas sociales; una ideología que me representaba totalmente y lo sigue haciendo».

¿Es, entonces, el mejor trabajo de la banda inglesa? Le preguntamos. Y a Valiño le asaltan las dudas: «Te respondo como gallego: sí y no. Si alguien me pidiera una canción de The Jam para empezar a descubrirlos, le diría esta por lo que representó para mí. Pero tienen muchas otras que podrían valer para ello perfectamente: las hay más accesibles, otras más soul, otras más punk… Y en cuanto a sus álbumes, estaría entre Sound affects, All mod cons y Setting sons. Pero, como todas las buenas bandas de singles imbatibles, un recopilatorio sería incluso mejor para iniciarse en la causa o para dejarlo sonando sin detenerlo nunca».

Ahí vamos, a saber si todavía él sigue pinchando ese single, si sigue escuchando a The Jam, haciendo sonar sus discos en los ratos libres o en los que, sencillamente, el cuerpo se lo pide. «Sí, sigo escuchando a The Jam, pero también a The Style Council y a Paul Weller en solitario; aunque no soy devoto ciego, hay discos suyos que no me gustaron en su momento y los he olvidado. Quizá, de las tres etapas, The Jam es la que más me sigue emocionado. De The Style Council me convencen más los primeros tiempos y de Weller en solitario prefiero sus trabajos a partir de 2008, cuando se abrió a otros sonidos y experimentos en el estudio. Como historia, de las tres, prefiero sin duda la de The Style Council: Paul Weller disolvió a The Jam cuando eran el grupo más grande de su país y, una década más tarde, se hallaba prácticamente desahuciado, después de que su compañía hubiese rechazado su último disco, con su segundo grupo prácticamente desaparecido, sin seguidores a los que les preocupase lo más mínimo la suerte del Weller al que habían idolatrado y, lo que es más alarmante, sin interés alguno por su parte en volver a tener nada de ello. Por todo esto, la trayectoria de The Style Council me resulta más interesante que la de la mayoría de sus coetáneos y, de hecho, la documenté en un artículo que disfruté enormemente para el número 15 de Cuadernos Efe Eme».

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