Productores musicales: Josu García

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“Hay pautas y procedimientos que llevan funcionando muchas décadas y siguen siendo válidos casi siempre, pero explorar y adecuarte a las miles de situaciones y circunstancias diferentes que te encuentras es muy aleccionador. Hay que ser osado, saber improvisar y no seguir siempre el maldito manual”

 

Conoce bien el entretejido de la música, porque se ha dedicado a ella desde todos los frentes posibles: como vocalista, compositor, guitarrista –actualmente, acompañando a Loquillo– y productor. A esta última tarea se ha dedicado durante largo tiempo, aunque no siempre figurando en los créditos como debía.

 

Texto: JAVIER DE TORRES / ARANCHA MORENO.

 

Antes de arrancar con su cuestionario, una reflexión que comparte Josu: “Me gustaría añadir una felicitación sincera a quien corresponda por esta sección dedicada a la figura del productor musical. Por razones que no alcanzo a comprender, en nuestro país solemos referirnos a este actor tan necesario de una manera tangencial y accesoria, así que os doy sinceramente las gracias por contribuir a que se conozca un poco más el papel que desempeñamos. Ojalá cunda el ejemplo”. La idea de esta sección fue de Javier de Torres.

 

¿Cómo explicarías la labor de un productor?
A menudo se define y se compara el trabajo de un productor con el que podría desempeñar el capitán de un barco, el arquitecto de una construcción, el entrenador de un equipo de fútbol o el director de una película. En realidad suele o puede ser todo eso, pero la comparación es incompleta. Creo que el productor debe ser además un personaje con criterio, con experiencia y con oficio, que aporta una visión externa del proyecto. Una visión que no está “contaminada” por el proceso creativo, y por tanto no es esclava del planteamiento subjetivo al que está sometido el artista. Para mí ese matiz es importantísimo.

 

¿Por qué discos te conocemos?
Como productor he trabajado en docenas de discos que todo el mundo conoce, aunque durante casi dos décadas figuré en los créditos de los mismos con el eufemístico término de “productor asociado”. Esto restaba importancia y proyección a mi labor a un nivel formal, aunque mi tarea era literalmente la de productor a secas. Entre esas docenas de trabajos hay muchos que tuvieron en su día o tienen todavía hoy gran relevancia comercial y, lo que me interesa más, artística: “Dile al sol” de La Oreja de Van Gogh, “Y a ti qué te importa” de Despistaos, “Las chicas de las canciones”, de Circodelia, “Melocos” de Melocos, “El burdel de las sirenas”, de 84, “Los peces” de Los Peces, y tantos y tantos otros… pero corriendo un tupido velo, prefiero centrarme en mi carrera a partir de que la palabra “asociado” dejó de aparecer al lado de la palabra “productor”. Etapa en la que, ya con la mente y las manos libres, he producido a grupos y artistas como Jacobo Serra, Hotel, Ángel Petisme o Knappa. Me gustaría destacar el disco “Código rocker”, de Loquillo & Nu Niles, trabajo hecho codo a codo con Mario Cobo, que alcanzó el número uno en las listas de AFYVE a las pocas semanas de su lanzamiento.

 

¿Dónde empieza normalmente tu trabajo con un artista: en el local de ensayo, en el estudio…?
No hay una norma fija en esto, pero quizás lo más usual es manejar primero una maqueta con un enfoque básico de los temas. Por supuesto y si es posible me gusta asistir a los ensayos previos, para corregir el tiro y modificar en el local y con los músicos aspectos que en el estudio de grabación consumen un tiempo precioso. Hoy en día los presupuestos son los que son, así que es necesario optimizar al máximo las horas de estudio.

 

¿Intervienes en la estructura de las canciones?
Intervenir en la estructura, la tonalidad o cualquier otro aspecto de la canción depende como muchas otras cosas del grado de experiencia o inspiración que tenga el compositor, grupo o artista al que estás produciendo, de cómo llegue a tus manos el material con el que vas a trabajar, y desde luego no creo necesario hacerlo por sistema. Sin embargo, hablando de la estructura, a menudo es imperativo modificarla, tanto suprimiendo partes innecesarias, que no aportan nada, como proponiendo partes nuevas que no estaban en la idea original. También alargando algún pasaje, acortando otro, o intercambiando éstos de lugar. Una estructura adecuada puede convertir una canción mediocre en una buena canción, y una canción buena en una canción excelente. Hace que tenga más entidad, la convierte en algo más completo, más “redondo”.

 

¿Cuáles son tus estudios de grabación preferidos y con qué ingenieros sueles trabajar?
La mayoría de los proyectos que me encargan los grabo en Audiomatic at Drax, estudio que reúne unas características perfectas para mi gusto personal, con el gran José María Rosillo como ingeniero y comandante de la nave. También me gusta muchísimo Estudio Uno, de reciente creación y que posee unas instalaciones, una equipación y un personal humano y técnico de altísimo nivel profesional. Mark Janipka, extraordinario ingeniero de sonido, es otra figura imprescindible en muchos de mis trabajos.

 

¿Prefieres trabajar en un proyecto desde cero, con las canciones desnudas, o te sientes más cómodo trabajando con grupos o artistas que llegan a ti con un sonido definido?
Esto también depende mucho de cada proyecto. He afrontado producciones en las que solo contaba con melodías silbadas o cantadas en un móvil, sin ningún soporte armónico, ¡ni siquiera una guitarra! Y en el otro extremo he trabajado con demos acabadísimas y perfectamente producidas que incluso hacen que me plantee para qué me han llamado o cómo demonios puedo mejorar eso. En cualquier caso, prefiero trabajar las canciones desde su estado primigenio, imaginando qué instrumentación o qué tratamiento requieren y regándolas para contemplar con placer cómo van creciendo.

 

¿Tienes músicos habituales o de cabecera a los que habitualmente recurres cuando tienes la posibilidad de hacerlo?
Sí, claro, llevar tantos años en la profesión te proporciona una amplia agenda de músicos enormes. Conoces sus aptitudes, su sonido, su carácter y su versatilidad. Siempre tienes a tus preferidos, lógicamente, pero a veces hay que variar, intentando prever quién va a rendir o encajar mejor en cada estilo o trabajo.

 

¿Puedes destacar alguna producción en la que hayas disfrutado especialmente? Serán muchas, pero menciona una en particular.
Efectivamente, son muchas e intento disfrutar en todas ellas. Pero destacaré la que he nombrado antes, “Codigo rocker” de Loquillo & Nu Niles, por el grado de frescura y espontaneidad que imperó en el proceso, por la claridad en los planteamientos y el compromiso demostrado por toda la gente que participó. Además, el Loco exhibió en esa grabación una capacidad para cantar con jerarquía un disco de género (con el riesgo y la osadía que eso exige) que superó con creces nuestras expectativas más optimistas. Hubo, por añadidura, mucho espacio para la risa y el chascarrillo. Creo imprescindible disfrutar de un ambiente distendido en una producción, desprovisto de corsés, de ataduras y comportamientos serios y estirados. Crear ese ambiente es también a menudo responsabilidad y tarea del productor.

 

¿Cuándo das por terminado un disco?
Un cliché utilizado hasta la náusea dice que los discos no se terminan, sino que se abandonan. Reconozco que en ocasiones muy puntuales he visto ese tópico convertido en realidad. En mi caso, y cuando no me imponen una fecha límite de entrega o me queda tiempo hasta que esa fecha llegue, me gusta aprovechar ese margen para que los oídos descansen y así poder repasar o retocar las mezclas, pero ¡ojo!, creo que esto hay que saber administrarlo con cautela, pues corres el peligro de perder dos cosas fundamentales: criterio y concepto. Tener mucho tiempo para entregar el master a veces puede nublar más que aclarar. Hay que estar templado para decidir el punto en el que ya no se puede ir más allá en la producción y, con el consenso de todos, dar el trabajo por finalizado.

 

¿Cuál es la mejor lección que has aprendido en un estudio?
No se me ocurre ningún ejemplo concreto ni puedo decir en qué momento específico lo aprendí, pero sin duda la mejor lección es cuando descubres que en esta profesión no existe una sola manera de hacer las cosas o de llegar a un resultado concreto, más bien al contrario, los caminos son infinitos. Obviamente, hay pautas y procedimientos que llevan funcionando muchas décadas y siguen siendo válidos casi siempre, pero explorar y adecuarte a las miles de situaciones y circunstancias diferentes que te encuentras es muy aleccionador. Hay que ser osado, saber improvisar y no seguir siempre el maldito manual. Otra lección impagable es cuando descubres que no por sumar pistas, timbres y arreglos a lo loco consigues una producción más brillante. Es el famoso menos es más.

 

A nivel nacional o internacional, ¿qué producciones han supuesto un referente para ti? Tres ejemplos.
“Rubber Soul/Revolver” (para mí es el mismo disco) de los Beatles. El nivel de inspiración de los temas sumado a la audacia y sofisticación en la producción me parece difícil de superar. Otra es “Harvest” de Neil Young, soberbia sinfonía country-rock, una de esas producciones que parece tocada por una varita mágica en cada uno de los compases. Te preguntas: “¿Cómo hicieron para que hoy día, después de cuarenta años, suene tan aplastante?”. Y la tercera, “Desire” de Bob Dylan, un tipo de producción radicalmente diferente a las dos anteriores que he nombrado, pero con un resultado igualmente abrumador. Unas sesiones caóticas, con multitud de músicos rondando por el estudio, follones en la producción ejecutiva, tomas llenas de fallos que hoy no permitiríamos ni de broma, pero impregnadas de una energía espectacular, libre y salvaje.

 

Tres artistas españoles a los que te gustaría producir. Solo tres.
No nombraré a ningún artista actual. Aunque sea un preterible, me gustaría haber producido a alguno de los grandes grupos españoles de los 60 (Los Íberos, Lone Star, Smash…). Componían temas inspiradísimos, sabían tocar muy bien y tenían voces increíbles, pero creo que salvo en honrosas ocasiones no contaron con producciones sobresalientes.

 

¿En qué disco estás trabajando ahora?
Acabo de terminar el debut de un jovencísimo dúo que estoy seguro dará mucho que hablar en no mucho tiempo. También se publicará dentro de pocos meses un disco que he producido a Gabriel Sopeña, trabajo del que me siento especialmente orgulloso por el sonido honesto y visceral que hemos conseguido, y en estos momentos me hallo inmerso de lleno en la preproducción del próximo disco de estudio de Loquillo, proyecto que considero sin paliativos el más excitante de los que he afrontado en mi carrera.

 

 

Anterior entrega de Productores musicales: Paco Ortega.

 

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