Ouvrez le chien (Live Dallas 95), de David Bowie

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DISCOS

«Nos sitúa en un momento muy excitante de su carrera»

 

David Bowie
Ouvrez le chien (Live Dallas 95)
WARNER, 2020

Texto: JUANJO ORDÁS.

Desde antes de que falleciera, David Bowie ya había empezado a poner en orden su catálogo con la caja Five years (2015), que agrupaba su obra entre 1969 y 1973. Con él ya tristemente desaparecido, siguieron otras tantas que avanzaban sucesivamente en el tiempo, todas ellas confeccionadas con muy buen gusto e incluso añadiendo discos inéditos, remezclados o en vivo. Este año 2020 el círculo de Bowie se está dedicando a lanzar trabajos en vivo registrados durante su época experimental y electrónica de los noventa, por lo que es previsible que en breve llegue una nueva caja que reivindique los discos que van desde Tin machine (1989) —debut del grupo paralelo con el que se apartó de la comercialidad— hasta Earthling (1997), una época fructífera en la que la crítica se despistó mucho, dejando de entender que Bowie era un catalizador y no un inventor per se.

El recientemente editado Ouvrez le chien (Live Dallas 95) nos sitúa en un momento muy excitante de su carrera. Había editado el sobresaliente Outside (1995) y se encontraba presentándolo en directo por Estados Unidos con Nine Inch Nails como teloneros. Aunque la cosa era un poco más complicada, arriesgada y divertida. Cuando los estadounidenses estaban terminando su actuación, Bowie y su banda se empezaban a mezclar con ellos para tocar juntos canciones de ambos. Después, Bowie continuaba ya con su propio show respaldado por una banda gigante que aglutinaba a ocho músicos sobre el escenario, él incluido.

Es cierto que Ouvrez le chien (live Dallas 95) no contiene ni el concierto de Nine Inch Nails ni el fragmento común, perdiéndose “Reptile” y “Hurt” y “Subterraneans”, “Scary monsters (and super creeps)” y “Hallo Spaceboy” de Bowie, algo un tanto incomprensible porque, precisamente, el show estaba ideado para que fuera así. Pero las catorce canciones (más dos bonus) son más que suficientes para hacer de este disco algo imprescindible. Hacía tiempo que Bowie había decidido suprimir hits de los conciertos, centrándose en canciones nuevas y en temas de fondo. ¿Alguien ha hecho algo parecido en la historia de la música popular? Así que sí, sonaban temas antiguos, pero estos eran joyas perdidas en el tiempo como “Look back in anger”, “Andy Warhol”, “Breaking glass”, “Joe the lion” y “Teenage wildlife”, esos que los seguidores aman pero que nunca están en ningún recopilatorio y que, para colmo, eran revestidos con nuevas sonoridades electrónicas propias de Outside. De este último sonaban hasta siete canciones, todas espléndidas, desde singles como “The hearts filthy lesson” hasta “I’m deranged”, que gozaría de cierto reconocimiento cuando se introdujo en la banda sonora de Lost highway (1997) de David Lynch, pasando por cuatro enormidades que caerían en el olvido: “The voyeur of utter destruction (As beauty)”, “I have not been to oxford town”, “Outside” y “We prick you”. Las únicas concesiones fueron “The man who sold the world” (que nunca fue popular y que Bowie parece reclamar, tras el éxito de la versión de Nirvana) y “Under pressure”.

El sonido de Ouvrez le chien (live Dallas 95) es muy bueno, tanto que quizá lo grabasen entonces con idea de editarlo. Es solo una conjetura, pero se aprecia intención profesional, y en aquella época grabar un disco en directo no era tan fácil ni tan barato como ahora. Todos los instrumentos se perciben nítidamente, igual que las reglas del juego de Bowie, que era avanzar la música popular. Misión cumplida. Esperemos que esta vez el mundo esté más receptivo.

Anterior crítica de discos: On sunset, de Paul Weller.

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