Operación rescate: Dead Can Dance

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«No es un mero recopilatorio. Tiene vida propia. Un ritmo de narración único que tiene en ‘Saltarello’ el mejor y más contundente comienzo»

Dead-Can-Dance-18-05-13

Dead Can Dance
«A passage in time»
4AD, 1991

 

Texto: GERNOT DUDDA.

 

En octubre de 1992, Lisa Gerrard y Brendan Perry deciden dar el salto a Estados Unidos y publican una selección de canciones que recoge con esmero lo mejor de lo realizado por el grupo hasta la fecha. Este lanzamiento, y las consiguientes giras que darían por el país, los convertiría en muy poco tiempo en el grupo más popular del sello 4AD, por delante incluso de Cocteau Twins o los mismísimos Pixies.

Han pasado ya casi dos años desde que separaron sus caminos en lo afectivo pero han decidido mantener su alianza en lo profesional. Gerrard regresó a Australia, donde se casó con un norteamericano y tuvo una hija. Mientras, Perry se trasladaba con todo su equipo a una vieja iglesia protestante que el gobierno irlandés le había vendido en una isla fluvial fronteriza con Irlanda del Norte. Desde ese momento, los dos ya solo trabajarían “unidos” por miles de kilómetros de distancia, llegando a producir de esta inusual manera algunos de los mejores y más bellos trabajos de toda su carrera.

De forma inevitable, su futuro estaría en la fructífera vertiente étnica (entonces todavía limitada a ciertas percusiones naturales y a los exóticos sonidos de tucanes y guacamayos directamente encargados a la tienda de souvenirs del viejo Martin Denny). Pero para llegar a ella tendrían que dejar atrás el regusto Joy Division de sus primeras producciones, primero, y alegrarle un poco la cara, después, a sus profundas creencias filosófico-literarias. Estamos en pleno núcleo central de su discografía. Tiempos oscuros y difíciles, Harry. De trabajos como “Within the realm of a dying sun”, “The serpent’s egg” o “Aion”.

Es tiempo de recogimiento místico y de liturgia medieval. De melancolía y atemporal nostalgia histórica. Y valga tal contradicción para señalar que Dead Can Dance fueron capaces de darle la vuelta a la música antigua con el mejor de los anversos imaginables. ¿Posmodernismo? Llámalo como quieras.

Michael Popp, líder y fundador del grupo medievalista alemán Estampie, me confesaba hace cinco años que cuando escuchó en 1987 el ‘Saltarello’ de la pareja, aparte de acabar deslumbrado intensamente, le abrió los ojos acerca del uso de tecnología moderna en la reinterpretación de canciones históricas que se supone no deberían llevarla. ¿Y quién lo dice? ¿Los ortodoxos de la música antigua?

Si algo han demostrado con creces Dead Can Dance –y este es otro de sus grandes encantos– es que con ellos resulta muy difícil saber qué es real, electrónico o sampleado. Todo conduce a un mismo plano y esto es lo que hace tremendamente veraz la producción del grupo a lo largo de toda esta etapa místico-secular. Los bordones que presentan muchas de estas piezas son suficientemente elocuentes. Sí, por supuesto, también está Lisa Gerrard y su tremenda voz. En soprano, la máxima culminación de la belleza. Con o sin voces búlgaras detrás.

“A passage in time” no es un mero recopilatorio. Tiene vida propia. Un ritmo de narración único que tiene en ‘Saltarello’ el mejor y más contundente comienzo. Vida eterna garantizada también para aquel de los dos al que se le hubiera ocurrido fundir el final de ‘Ullyses’ con el comienzo de ‘Cantara’, dos piezas tomadas de trabajos y épocas diferentes, magistral y definitivamente unidas en éste.

Más liturgia con ‘The song of the sybil’, delicioso tema catalán del siglo XVI. Y qué maravilloso contraste poder disfrutar de la mesmerizante y etérea voz de Gerrard (‘Song of Sophia’, ‘Wilderness’, la trepidante ‘The host of Seraphim’…) alternándose con ese poeta-predicador a lo Scott Walker que es el propio Perry (‘Enigma of the absolute’, ‘Severance’, ‘Anywhere out of the world’, ‘Fortune presents gifts not according to the book’, ‘Spirit’…). Quien quiera aún más de él debe acudir sin excusa alguna al exquisito “Eye of the hunter” (1999), la obra que grabó durante uno de los frecuentes hiatus australianos de su compañera, o al más reciente “Ark” (2010). Dos maravillosas extensiones personales –tan diferentes entre sí– de lo que Perry suele ofrecer dentro de DCD.

«Aquí, en el jardín de las delicias arcanas
sombras oscuras nos “abruman” y nos convertimos en ciegos
ciegos a las necesidades de los que se liberan
de la tenaza del miedo y las prisiones de la mente.»

Anterior entrega de Operación rescate: Nel·lo y La Banda Del Zoco.

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