“Nueva dimensión vital”, de Corizonas

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DISCOS

 “Siguen siendo tipos inteligentes, sus textos son muy perspicaces y su música pensada, rumiada y luego presentada, pero ahora disfrutan de una libertad nueva”

 

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Corizonas
“Nueva dimensión vital”
SUBTEFUGE

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Pasarse al castellano después de haber cantado en inglés es algo que muchas bandas españolas han hecho y, curiosamente, cuando dan ese paso es cuando empiezan a llegar sus mejores discos. Pienso en Sidonie y Love of Lesbian, por ejemplo. Esa es la manera de conectar con el público potencial. Corizonas –ya sabéis, la fusión entre Los Coronas y Arizona Baby– han hecho lo mismo, y paren “Nueva dimensión vital”, una barbaridad de disco que debería derribar a cualquiera que lo escuche, por no decir que también deberían desarmar a aquellos que veían en el inglés cualquier atisbo de autenticidad o culto. Porque aquí ya no debería haber prejuicios ni sectarismos, con “Nueva dimensión vital” resulta que Corizonas son una banda para todos, con un rollo popular muy real, que se reafirma canción tras canción. Siguen siendo tipos inteligentes, sus textos son muy perspicaces y su música pensada, rumiada y luego presentada, pero ahora disfrutan de una libertad nueva. Y para un artista la libertad es algo bastante importante. Sí, las nuevas canciones de Corizonas se pueden cantar a voz en grito y tu vecino de enfrente se puede enterar de lo que dicen. Y el de al lado. Y cómo mola. Y a los tíos le estaba yendo bien, no tenían por qué hacer esto, no tenían por qué escribir un disco de himnos en castellano, pero oye, lo han hecho y les ha quedado de matrícula de honor.

El hecho de emplear el castellano también influye en el contenido del mensaje. No son una banda reivindicativa, pero llaman a las cosas con su nombre, tienen un humor ácido y una seriedad evidente. En ese aspecto, una sobremesa entre ellos y León Benavente podría ser apoteósica y apocalíptica. Me parece que títulos como “La cuerda que nos dan” y “Vivir y no pensar” dejan las cosas bastante claras, pero su melodía imparable también, son bombas de relojería intelectual que se posan en el cerebro y estallan mientras las escuchas.

 

 

Anterior crítica de discos: “Todas sus grabaciones (1962–1966), volumen 1”, de Los Gatos Negros.

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