nostalgia.en.los.autobuses: la distancia según David Ruiz y Raül Refree

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Raül: «Era un vómito emocional. Hemos necesitado actuar casi sin pensar por pura necesidad»

 

Paralelamente a su carrera al frente de La M.O.D.A., David Ruiz se desdobla para presentar su debut solista junto al productor Raül Refree: un epé de cinco temas que firma como nostalgia.en.los.autobuses. Carlos H. Vázquez habla con ellos.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.
Foto David Ruiz: RODRIGO MENA / JULIA JAUME.
Foto Raül Refree: CÉSAR SEGARRA.

 

La nostalgia no siempre es buena compañera de viaje; es tramposa para la memoria y además no paga billete. Quizá se haya cobrado ya su parte por haber aportado peso en un momento de encierro, a base de cigarrillos o vasos semillenos, escribiendo palabras que vaya usted a saber si se las llevará el confinamiento. «La nostalgia es el recuerdo de momentos pasados en los que has sido feliz. O el recuerdo de los momentos felices del pasado», cuenta David Ruiz, que con el sobrenombre Nostalgia.en.los.autobuses publica estos días 2.0.2.0 (autoeditado, 2020), un epé de cinco temas con la producción de Raül Refree.

Hace menos de un año, La Maravillosa Orquesta del Alcohol estaba despidiendo en Madrid la gira Salvavidas (de las balas perdidas). El WiZink Center, por supuesto, lleno, hasta la bandera. Hoy sería impensable sin reducción de aforos y mamparas u hologramas. Se han llevado el verano, pero no podrán quitarnos los conciertos. Sin embargo, Refree ha perdido los meses de abril y mayo: «Tenía gira europea con Lee Ranaldo y lo anulamos todo. En mayo tenía también un montón de conciertos con Lina…», se lamenta. Con el paso de los días ha podido verlo todo con más perspectiva y se pregunta cómo funcionarán las cosas a partir de ahora: «Este parón me ha servido para pensar, no solo en mí, sino en el resto de cosas». «Esto tendrá que verse con el tiempo y con perspectiva, pero he sentido ese cambio de perspectiva y de cómo enfocar las cosas», coincide David.

Al principio del confinamiento, ni David ni Raül se acercaron a un instrumento. El productor no recuerda un momento parecido en su vida: «Siempre he estado ligado a la música y a tocar, y me cuesta mucho recordar haber pasado tanto tiempo sin tocar y sin escuchar música. Tenía sentimientos encontrados. Necesitaba un parón real». Según recuerda, los primeros días leía toda la información posible en los medios, pero también se asomaba a la ventana. No para quedarse pasmado con el infinito, sino para observar el «submundo vecinal» que no había visto antes. «Hubiera sido fácil poner música y leer, pero no me apetecía nada. Necesitaba un reset en ese sentido».

Los dos habían estado trabajando en el próximo disco de La M.O.D.A., pero ir al estudio era imposible. «Tuvimos que dejarlo a medias —avanza David—. Fue un poco inesperado para todo el mundo; hubo unos días de aterrizaje, de tomar un poco de contacto con la nueva realidad, y no tenía nada claro en la cabeza». Pero acabaron surgiendo las canciones. En concreto, una: “Delfines”. «Por un lado, estaba haciendo un disco con el grupo, y de repente me sale esta canción que no me encajaba mucho con nada. Y por otro lado, también tenía ganas de hacer, porque para mí esto ha sido como una liberación después de casi diez años con la banda. Es el proyecto de mi vida y lo más importante de mi vida artística. Me apetecía probar alguna cosa fuera del grupo, que es lo único que he conocido hasta ahora», confiesa el músico.

 

 

“Delfines” salió porque sí, sin buscarlo. No había nada en mente. David se la mandó a Raül y enfocaron la propuesta con “Animals” de Oneohtrix Point Never como referente. «Creo que al principio David tampoco sabía que sería un proyecto. Respondía mucho a un momento y a un contexto concreto, había una urgencia de hablar, sin darle muchas vueltas, sin pervertirlo con demasiadas reflexiones… Simplemente era un vómito emocional. Hemos necesitado actuar casi sin pensar por pura necesidad». Un micro y un ordenador fueron suficientes para David. Cuando le envió “Delfines” a Raül, le dijo: «Quiero que hagas lo que te apetezca, sin limitaciones, sin pensar en La M.O.D.A., sin pensar quién soy, sino lo que te salga a ti». «David tenía clarísimo que lo que quería es que fuéramos un equipo de algún modo y que yo sintiera que no tenía que ser coherente con lo que él había hecho antes, sino que hiciera lo que era lo mejor para las canciones. Me dejó muy claro desde el principio que quería total libertad».

David grababa en su casa con un portátil la guitarra y la voz y se lo pasaba a Raül, que también estaba trabajando con un ordenador. «Llevo tiempo muy interesado en el poder de decisión del ordenador, por decirlo de alguna manera. Hay un lenguaje de programación que es muy visual, que se llama Macs, con el que puedes crear instrumentos para Ableton también. Estas son las dos herramientas que utilicé». Debido a ello, el epé puede sonar muy electrónico, aunque los loops y samplers son muestras reales de instrumentos que había grabado David «a mano».

Entre “Delfines” y la siguiente entrega pudieron pasar días; no nacieron seguidas. David no se veía capaz de tener más canciones, no tenía ni un apunte o el comienzo de un estribillo: «Raül me animó y me dijo que podíamos hacer algo. Yo pensaba en un tema o dos, en juntarnos más adelante y ver algo en el estudio… También me conozco y sabía que o me ponía ahora o esto se iba a quedar en un cajón». Pero las composiciones fluyeron, incluso hubo una que se quedó fuera, como reconoce Refree: «Sobrevoló, pero no nos acabó de funcionar y la abandonamos de momento». El flujo de las canciones iba aumentando, porque en principio trabajaron sobre tres temas medio empezados. Luego salió un cuarto y después el quinto. «No sabíamos muy bien cuántas serían», admite el catalán.

 

David: «He intentado no hacer letras y referencias muy obvias, porque tampoco queremos que sea el epé del confinamiento o su música oficial»

 

Aparte de “Delfines”, el resto de títulos del repertorio de 2.0.2.0. estaba configurado por “Naturaleza”, “Góndolas”, “Las tumbas de los escritores” y “Ojos brillantes”. Y las letras, aunque no hablan del confinamiento, parecen ahora cobrar otro sentido. En “Delfines”, por ejemplo, hay una frase que dice «Los días, casi todos, son domingos», mientras que en “Las tumbas de los escritores” aparece esta otra: «El mundo va a continuar, nunca lo voy a arreglar con canciones, tampoco mirando a otro lado, como si no hubiese desigualdades». Además hay un enlace entre “Naturaleza” —«Creí saberlo todo antes de tiempo»— y “Góndolas” —«Tengo la ventaja de los que sabemos»—.

 

 

El encierro parece haber acelerado reflexiones e ideas que David tenía latentes y se han colado en este epé de «forma inconsciente», tal y como detalla el cantante de La M.O.D.A.: «He intentado no hacer letras y referencias muy obvias, porque tampoco queremos que sea como el epé del confinamiento o su música oficial. Hemos intentado adaptarnos y ser honestos con lo que estábamos viviendo». Y espera que sean canciones que se puedan escuchar dentro de cinco años y que hayan envejecido bien. «Puede parecer que ahora haya referencias a la situación actual, pero si viviésemos en otro momento habrían tenido un sentido distinto». Raül Refree apunta que no le he preguntado a David por los detalles concretos de una letra, pero sí siente que conectó con el mismo sentimiento.

A David le encantaría tocar 2.0.2.0. en directo, pero aún no han tratado este asunto. Lo confirma Refree: «En ningún momento hemos hablado de tocar en directo. No sabemos cuándo podremos tocar otra vez, cómo se van a hacer los conciertos… Pero ganas tenemos. Intentarlo, ¿por qué no? No tiene ningún sentido enjaular todo esto».

Al fin y al cabo, ¿que va a tener sentido a partir de ahora? «Quiero pensar que va a tener sentido el ser humano, ser una persona, relacionarnos, valorar muchas de las cosas que estábamos pasando por alto… Salud, estar aquí, y ver si se desmoronan esos mundos artificiales que todos nos hemos construido con el consumo y con la imagen que nos vende o que vendemos», responde David a través del teléfono. «Sé que son muchas movidas y que es muy fácil hablar de ellas desde el sofá de mi casa, pero pienso que más o menos una buena parte de la población estamos de acuerdo en esto, más allá de siglas, etiquetas y posicionamientos ideológicos. Estaría bien que esto pudiera servir para mejorar el mundo en el que vivimos».

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