“Mikel Erentxun. Una cosa y la contraria”, de Ana Lucas Ruiz

Autor:

LIBROS

“Una obra de enjundia, de entretenida lectura y de aire motivador”

 

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Ana Lucas Ruiz
“Mikel Erentxun. Una cosa y la contraria”
AUTOEDITADO

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

La pasión es siempre un excelente estímulo para iniciar cualquier proyecto. Si se tienen los conocimientos y se sabe cómo manejarlos, las obras resultantes suelen ser cuanto menos dignas, y si se logra rebajar el tono entusiasta para que esa pasión no desborde los cauces expresivos el resultado aún mejora. Es todo lo que necesita la periodista Ana Lucas para  que su obra sobre la trayectoria de Mikel Erentxun resulte de enjundia, de entretenida lectura y de aire motivador. El propio Juan Puchades, nunca complaciente, revela en el prólogo que el libro le duró tres noches de apasionada lectura.

La ventaja de la obra es que Ana Lucas no actúa aquí como periodista, de hecho no hay una sola Ana Lucas. Está la niña que de golpe consigue el teléfono de su ídolo y lo llama a casa, esa es quien la dota de pasión, está la presidenta del club de fans, que sabe mantener la llama, está la que llega a entrar dentro del círculo casi íntimo de Erentxun, que es quien posee la anécdota reveladora y la emplea como toque final a su investigación. Eso es el libro: investigación y vida, nada mejor. Por ese afán de libertad decidió financiarlo por medio de donativos y venderlo exclusivamente en internet.

También la persistencia hace que encuentre, para hablar con ellas, a gentes a las que no es fácil encontrar, como la primera novia del protagonista, por ejemplo, porque hay un obligado capítulo de infancia y adolescencia hasta llegar a su primer grupo, los Hillbilly Cats, derivados de la fascinación del vasco-venezolano –sí, hasta que el yugo del servicio militar desapareció, Erentxun era de Caracas–, derivados de sus fascinación por Elvis, y su primer disco, en el recopilatorio de un concurso de rock. “Guipuzkoa Star 82” fue una de esas impresionantes antologías de grupos nuevos que en los primeros 80 concentran más maravillas que en cualquier otra época, allí Mikel entraba con Los Aristogatos, que llegaron a telonear a Mecano.

Y claro, por lo menos la mitad del metraje está dedicado a Duncan Dhu, fruto de la improvisación en parte. Eran otros tiempos, no se entenderá ahora que se largaran a Madrid con el único equipaje de una cinta de casete para ir presentándola por sellos. Y entre ellos, por supuesto, DRO, que no los puede acoger pero los encaja en la división de Esclarecidos, Gasa.

A partir de aquí, los capítulos se dividen por discos, desde el bombazo inicial de “Canciones” hasta la separación pasando por los problemas con Paco Trinidad, el interés nunca resuelto de Creation y Sire por ficharlos, su potencia en Hispanoamérica, su trabajo en Londres con la realeza de la música británica, sus estudios de arquitectura o los intentos también siempre abortados de colaborar con Lou Reed. Tras esto, Mikel en solitario con sus altibajos, sus dudas, sus voluntades. Porque el libro es también un retrato de la persona, hecho de historia oral y de los embates de un chico de la calle que llega a hacerse uno de los mejores compositores de pop en castellano. No hacen falta para ello alharacas, solo sensibilidad. Así que todo está sembrado de datos sobre su personalidad tímida, honesta, noble, sin que la obra llegue a ser una hagiografía, algunos lunares se ponen de relieve. Una reveladora combinación, al fin y al cabo de sensaciones musicales, luz creativa y notas de época.

 

«Mikel Erentxun. Una cosa y la contraria», está a la venta en La Tienda de Efe Eme.

 

Anterior crítica de libros: “The Who, 50 aniversario del álbum My Generation”, de Mat Snow.

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