Miguel Ríos y el rock de una noche de verano, de José Miguel Valle

Autor:

LIBROS

«Todo se dispone en una continuidad fluida y a la vez llena de sustancia»

 

José Miguel Valle
Miguel Ríos y el rock de una noche de verano
EFE EME, 2023

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Efe Eme se ha convertido en la máxima valedora de Miguel Ríos, cubriendo un hueco que estaba ostentosamente vacío en la historia escrita de nuestra música. La aparición de un análisis del Rock & Ríos en la colección Elepé a cargo de José Miguel Valle y la revisión colectiva de toda su obra en el especial de Cuadernos Efe Eme dedicado a Ríos suponían una explícita proclama de su valor. Cierto es que la bibliografía sobre el músico granadino ya era, si no abundante, sí regularmente ampliada. De manera esporádica iba apareciendo algún volumen, pero faltaba una puesta en valor a toda su obra en conjunto desde las perspectivas actuales. De ello se encarga el volumen de nuestros Cuadernos, que señala cada referencia de su producción —recordemos que editó un disco antes que los Beatles— y la pone en correspondencia con su época. Y faltaba un análisis de uno de los momentos en los que el rock en castellano tuvo un pico de atención y espoleó a multitudes, el Rock & Ríos, y otro análisis, es lo que consigue ahora José Miguel Valle, del instante en que sus conciertos tuvieron un entramado profesional y abrieron el camino para que el rock español pudiera tener unas bases logísticas que le permitieran hacer giras sin tener como escenario un carro y como generador de electricidad unas pilas. No se rían, a los Leño les ocurrió una vez concluida la gira de El rock de una noche de verano.

Pues bien, José Miguel Valle documenta esta serie de conciertos con detalle, datos y amplitud. Y para ello ha de buscar antecedentes. El más inmediato es el último concierto de presentación del Rock & Ríos. Miguel Ríos tiene 38 años, la gente siente devoción por él —doy fe, lo vi— y estaba en todas partes. En parte por el éxito de la gira en la que ha estado inmerso, en parte por su visión empresarial, pues siempre quiere llegar un poco más allá, Miguel piensa en recitales grandiosos y bien planificados para el año siguiente.

El azar se alía con él y le proporciona una marca de refrescos que le inyecta músculo económico y, a la vez, es una diana para las críticas. La cuestión de la pureza del rock, que ya en la época aburría, vuelve a primera fila. La gira necesita un elepé que se graba en Colonia —menos las voces, que se registran en Madrid—. La mezcla se presupuesta en Norteamérica para captar ese sonido neoyorquino que en esos años era marca de época.

Tras ello, viene el análisis de las canciones y, por fin, el desarrollo de la gira, con un capítulo destinado a cada uno de sus acompañantes, Luz Casal y Leño, antes de entrar en materia. Y la materia es cada uno de los conciertos. Así pues, el autor va haciendo un recorrido por las diferentes ciudades donde recala la gira, son los fragmentos más adictivos y más aventureros, una verdadera novela-crónica en la que el protagonista —no es otro que Miguel— se enfrenta al público de Zaragoza, de Burgos, de Madrid, de Murcia y de Andalucía. Tras ello, sube al norte por el Levante, llega a Cataluña, al País Vasco y concluye en Galicia y Barcelona, aparte de un par de conciertos benéficos en Madrid. El antagonista son las tormentas, que hacen que cancele Logroño o uno de los dos días que iba a tocar en Bilbao.

La necesaria contextualización la aborda en un marco claro y preciso, no se come el cuadro. Son tiempos del primer gobierno socialista, el de Felipe González, con expropiaciones de RUMASA y referéndums sobre la OTAN, la boda de Isabel Pantoja y el escándalo de las Vulpes. La lectura es ágil, sin demoradas descripciones que rompan el ritmo. Todo se dispone en una continuidad fluida y a la vez llena de sustancia. Si algún día otro autor quiere hacer la crónica de una gira, José Miguel Valle ha dado con la plantilla.

También aparecen los comentarios en revistas y periódicos, algunos no exentos de polémica y curiosidades. Heavy Metal, por ejemplo, no le augura un futuro muy prometedor a Luz Casal. Y la carrera de Luz Casal merecería otro libro. También Miguel comenta que no se ve veinte años después haciendo música. Han pasado cuarenta y no ha dejado de publicar.

Es una lectura agradable y con recursos para llamar la atención, constantes y bien trabados. En el último concierto, en Barcelona, a Miguel se le ocurre una idea ya en el camerino: hacer una gira por plazas de toros con un escenario que vaya dando vueltas. Y aquí no cabe más que usar el recurso que los cómics han explotado con tan buena fortuna y que reconduce al lector a la adicción: continuará…

Anterior crítica de libros: Leche condensada, de Aida González Rossi.

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