Me están apuntando con un arma, de Aiko el Grupo

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DISCOS

«Esa capacidad que demuestran para hacer melodías delicadas, de terciopelo incluso, y esa elegancia al interpretarlas»

 

Aiko el Grupo
Me están apuntando con un arma
, de Aiko el Grupo
ELEFANT RECORDS, 2023

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

De vez en cuando sienta bien, muy bien, la sacudida de una música vibrante y sencilla, que no simple, de unos pocos acordes a los que se saque el máximo partido y de un espíritu juvenil medicinal para el oyente. De la buena cosecha de bandas de este estilo, sobre todo femeninas, que han brotado en los últimos tiempos, Aiko el Grupo es de las más contundentes.

Nacidas de una noche de fiesta y exaltación de la amistad, estas tres chicas, con la presencia casi inmediata de Jaime Acosta a la batería, arrasaron en sus primeros pasos. Su primer minielepé se agotó casi de inmediato, sus directos fueron la sensación del momento. Las cabeceras y radios nacionales, y alguna internacional, los reclamaban constantemente. Este segundo elepé todavía va más allá y es más irreverente, más punzante y más desmelenado. Como si ya nada pudiera pararles, las canciones acaban en medio de distorsión y gritos, como una fuente inagotable de energía. “La Seli” es un buen ejemplo, densa, con voces de todos los ámbitos sobre una esencia punk pop que acaba en desmadre.

Ahí está “Niños furbito y niñas lo que sea” —les encantan los títulos largos—, que recrea en dos minutos todo un día de un colegio lleno de micro y macromachismos, con un nervio acelerado, pura explosión. Y al igual que una jornada de escuela, en “Sexo Fender (Cenicero)” se trasladan a una jornada juvenil de piscina y seducción, emponderadas, herederas del riotgrrrl.

Pero no hay nada amargo en sus canciones. Las dos que construyen en colaboración son ejemplo del lado más dicharachero de la existencia. En “Soy una fracasada estúpida”, la que hacen con Mujeres, usan comparaciones chispeantes, registros a lo Helen Love y estampas cotidianas. Un catálogo de ironía y ganas de electricidad. En la que construyen con Olaya, de Axolotes Mexicanos —“Es la forma que tienes de ocultar algo que hay en tu mente—- se despliega ese pop purísimo que surgió a finales de los noventa, con alegría, encanto y pellizco burlesco, como TCR.

Sus letras tienen que reflejar, como no podría ser de otra manera, el mundo en el que viven quienes aún no han llegado a los treinta y pasan poco de los veinte. “GTA” es una pura rodaja de punk pop, un angst que se resuelve con velocidad, desorden y afán de «no pensar en nada», es lo que produce el videojuego Grand theft autos, una serie con violencia de mentira a punta de mando. Y aire de cómic —visión inmediata, colorido, personajes arquetípicos— también posee “K pesao”, que demuestra que el acoso tiene fácil solución.

Las letras importan, y mucho. “Peñacastillo” es una historia de fantasmas, tan propia de un tebeo como de una película de John Carpenter, incluso con su tempo, de comienzo folkie y salvajismo posterior, y “Romantinski” es un retrato con cada palabra perfectamente pulida, tanto que parece espontánea, sobre un artista atormentado, febril en su arte, del ghosting, que se queda sin batería en el móvil.

Son diez canciones llenas de descargas de adrenalina, de las que se libra la undécima, “Lovesong”, un descanso acústico. Un camino que nunca han explorado y que quizá deban recorrer, con esa capacidad que demuestran para hacer melodías delicadas, de terciopelo incluso, y esa elegancia al interpretarlas. Aiko el Grupo dan mucho en este disco, pero uno intuye que todavía les queda mucho más que dar.

Anterior crítica de discos: Australian Carnage. Live at the Sydney Opera House, de Nick Cave.

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