Libros: «¿Por qué nos gustan las guapas?», de Rafael Azcona

Autor:

«Saludado y reconocido como el mejor guionista español, ha tenido mala suerte como literato; sus novelas se editan sin que la crítica las valore tanto como sus películas»

Rafael Azcona
«¿Por qué nos gustan las guapas?»
PEPITAS DE CALABAZA/FULGENCIO PIMENTEL

 

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

 

Nunca agradeceremos bastante la proliferación, estos últimos tiempos, de pequeñas editoriales independientes. Con las «majors» instaladas en sus autores marca de la casa y esperando un… Grey que salte cual liebre, las únicas que tienen criterio, que se mueven únicamente por pasión, que presentan cosas que –si no fuera por ellas– nunca llegarían aquí y el mercado editorial español sería paupérrimo. Y no solamente en el ámbito de las traducciones, sin los riojanos de Pepitas de Calabaza, por ejemplo, no tendríamos esperanza de que la obra de Rafael Azcona en «La codorniz» se recuperase. Su integral, se desplegará en tres volúmenes, de los cuales ahora se presenta –bellamente editado– el primero, que recopila sus estampas desde 1952 a 1955.

Azcona, saludado y reconocido como el mejor guionista español, ha tenido mala suerte como literato; sus novelas se editan sin que la crítica las valore tanto como sus películas –tanto más cruento cuando a veces son versiones unas de otras– tardan en rescatarse y les cuesta encontrar su público. Sin embargo, Azcona entró en el cine por casualidad. El estupendo prólogo de Bernardo Sánchez Salas lo expone, así como también desarrolla –en tono casi neorrealista– el ambiente de Logroño en 1941, un Azcona enviando desde allí textos para «La codorniz», la llegada a Madrid, la tertulia del Bar Varela, la acogida y ayuda de Mingote. En definitiva, las entrañas costumbristas de unos escritores vitales y ahogados.

¿Y los textos? Pues, ordenados cronológicamente, se observa en ellos un hilo de aprendizaje en el que se van conformando diversos motivos y personajes, el mundo de los toros vuelto del revés, un recurrente don Herminio, angustiado por futuras desgracias o parodias del cine –mexicano, neorrealista-. Coincide también con otros autores de humor en el aprovechamiento de inventores absurdos o de pobres que un han luchado sobremanera para conseguir. En el fondo, no están estas estampas tan lejanas del mundo de Bruguera, de tal manera que se podría hacer un pequeño estudio comparativo de los prototipos de Bruguera y de «La codorniz» y seguramente revelarían interesantes conclusiones.

Los cientos de breves anotaciones dan para mucho, para la sorpresa de escuela Mihura –las instrucciones para llegar a centenario– o para la renovación narrativa, no hay tanta diferencia entre ‘¿Sabe usted matar una mosca?’ y las ‘Instrucciones para subir una escalera’ de Cortázar; la única, que el autor riojano es menos valorado. Esperamos con ansia el segundo volumen para continuar observando esa fauna que en la triste y opresiva realidad española de la época, supieron ver estos autores en todo su absurdo y su ingenuidad.

Anterior entrega de Libros: “A propósito de Abbott”, de Chris Bachelder.

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