Lagartija Nick: las claves de “Crimen, sabotaje y creación”

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“‘Crimen, sabotaje y creación’ es desde su título, recuperado de un tema de su anterior disco, un homenaje a Jesús Arias”

 

Coincidiendo con el directo de Lagartija Nick en Madrid, este sábado en la sala Caracol, Fernando Ballesteros desgrana el nuevo trabajo de los granadinos, “Crimen, sabotaje y creación”.

 

Texto: FERNANDO BALLESTEROS.

 

Empezaremos por lo obvio. Si, “Crimen, sabotaje y creación” rompe seis años de silencio discográfico de Lagartija Nick y esa ya es una gran noticia. Antes de meternos en materia para calibrar lo que nos ofrecen esta vez los granadinos, hay varios puntos destacables. En primer lugar la alineación, que recupera a los firmantes de su brillante trilogía inicial, con Antonio Arias, Eric Jiménez, Juan Codorniu y M.A.R. Pareja, cuya maquinaria completan y colorean esta vez los teclados de J.J. Machuca. Muy bien, el reparto nos remite a los tiempos pasados de un grupo que ya ha escrito suficiente historia para que mirar atrás sea casi una obligación.

Y en ese pasado glorioso se incluye “Omega”, aquel monumento en formato elepé que puso patas arriba los esquemas mentales de muchos y cuya leyenda sigue creciendo con el paso del tiempo. Pues bien, el grupo ha dicho en alguna entrevista que este trabajo podría ser la continuación lógica de aquel. Quedémonos con esa idea.

Conviene también dejar sentado que “Crimen, sabotaje y creación” es desde su título, recuperado de un tema de su anterior disco, un homenaje a Jesús Arias, periodista, músico, divulgador cultural, luchador incansable, colaborador de la banda en varios discos y cerebro importante en la génesis de aquella obra inmortal parida junto a Enrique Morente. Antonio perdió a su hermano cuando comenzaba diciembre de 2015 y los Lagartija se han empeñado en que su recuerdo presida estos surcos. Porque más allá del guiño en el título, es en el carácter reivindicativo del Álbum donde más se respira y se palpa la presencia de Jesús. Una característica que ya se hace visible en el comienzo del disco con “Mapa de Canadá” una puesta en acción que es puro Lagartija Nick, que a estas alturas es decir mucho.

 

 

La firma de Jesús Arias la encontramos en ‘Agonía, agonía’ y su infinito aliento poético en ‘Europa, Europa’ dedicada a esa Europa que solo cree en los mercados y en la que la banca nunca pierde, ambas rescatadas de Qüasar su último proyecto en el mundo del rock. Aquí, las dos piezas brillan con luz propia como lo hace ‘Analema’ de una brutal intensidad melódica o ‘El teatro bajo la arena’ con ese reposo que rompe en glorioso estribillo y en las que el grupo hace gala de su gusto por ritmos y formas poco convencionales en el pop y que ellos han convertido en denominación de origen.

La contundencia de ‘Nuda Vida’, ‘La ira de noviembre’ o la irresistible atracción de ‘La soledad es política’ confirman que no hay atisbo de relleno en el LP, pero es en su gusto por pisar terrenos que bajo otros pies podrían convertirse en movedizos, donde radica el factor diferencial de ‘Crimen, sabotaje y creación’.

 

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Y esto nos lleva a una de las ideas del comienzo. Aquella lanzada por el grupo que emparentaba este disco con “Omega”. Y es cierto, es en su nuevo acercamiento al folklore andaluz donde vuelven a marcar diferencias y a hacer que éste sea mucho más que otro buen disco del grupo.

Y si en 1996 pisaron más de un callo de los sectores del flamenco y del rock, aquí, directamente, se lanzan a por un género de sus raíces con una fama ligada a un mundo y a un sector social muy diferente al suyo: las sevillanas. Lo hacen, eso si, para darle la vuelta a la historia y brindarnos unas -en sus propias palabras- “sevillanas jornaleras” en las que constatan como “sigue sangrando la herida que la historia no cerró” y hablan de esas dos Andalucías tan opuestas que conviven. Ellos recuperan “Soy de otra Andalucía” de Gente del Pueblo para la otra, la olvidada, la que generalmente no asociamos con esta forma de expresión.

Gente del Pueblo, para Arias es “ejemplo de lucha y la primera formación de sevillanas que acabó en la cárcel” y la verdad es que respasando sus creaciones tenían una carga social de alto voltaje. Yo las he conocido gracias a ellos y Antonio los descubrió gracas a Bernardo Quero, hermano menor de los míticos luchadores antifascistas granadinos. Lo cual nos conduce a la que para un servidor es la pieza central de este trabajo aunque sólo sea por la forma en la que sintetiza el carácter reivindicativo y si, también aventurero y explorador.

 

 

El caso es que en ‘La leyenda de los hermanos Quero’ hacen un ejercicio de justicia, rescatando la historia de estos cuatro guerrilleros que estuvieron en busca y captura por el régimen franquista. Iconos de aquella lucha en la negra década de los cuarenta que acabaron convertidos en símbolos legendarios. Para la ocasión tiran del cantaor Juan Pinilla y rescatan la voz de Víctor Charico, artista fallecido en 2008, casi inédito en grabaciones y descendiente de los Quero para más señas

Así que, al final, este es un disco plagado de recuerdos y presencias de gente que se ha ido pero no tanto, reforzado con una potente ración de memoria histórica, ese concepto que aunque no lo parezca tiene una ley aquí en España. Y con todo esto en la cabeza uno se pone a pensar y dando por válido el argumento de que éste podría haber sido el sucesor natural de “Omega” y recordando que tras aquel vino “Val del Omar” surge la pregunta: ¿cuál puede ser el próximo paso de los Lagartija? Es difícil intuir hacia donde nos puede llevar una banda capaz de pasar del flamenco al rock industrial, el punk y vuelta al punto de partida.

Y es ahí, en el hecho de que casi sin haber empezado a disfrutar de esta obra, nos preguntemos por donde pueden ir los tiros de la próxima, donde radica uno de los pequeños grandes triunfos de este grupo tras más de un cuarto de siglo de andadura. Se lo han ganado a pulso.

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