La raíz del mal, de Håkan Nesser

Autor:

LIBROS

«El texto cumple sus objetivos y encandila al lector»

 

Håkan Nesser
La raíz del mal
DESTINO, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Si hace año y medio Håkan Nesser sorprendió a los amantes de la novela policíaca —tras una larga y brillante carrera en el género— al crear el personaje del inspector Gunnar Barbarotti, en esta ocasión cumple con las expectativas al publicar la segunda novela de la serie. Abandonando de momento al personaje que le ha dado más fama —el comisario Van Veeteren—, Barbarotti es ajeno a esos conflictos personales y obsesivos que parecen perseguir a todo protagonista de novela negra sueco que se precie. No, Barbarotti está separado, vive con su hija Sara —que en esta novela se independiza— y no dedica sus horas libres a flagelarse, aunque de vez en cuando —como todos— pase por momentos de inquietud depresiva. En todo caso, su vida familiar da un vuelco en esta segunda novela de la serie.

Una novela que —como todos los thrillers— empieza fuerte: un anónimo enviado al inspector avisa de que van a asesinar a Erik Bergman y que no podrá impedirlo. Así sucede. A partir de este momento, la trama sigue estos derroteros y va encadenando anónimos con asesinatos, al mismo tiempo que el volumen de agentes y mandos se incrementa.

Al mismo tiempo el lector —y Barbarotti al final, puesto que se lo remite— lee una especie de diario del asesino en el que expresa sus motivos, hace aparecer una misteriosa niña —quizás el personaje más logrado, junto a un lingüista ermitaño amigo del inspector— y pone en juego a todos los asesinados. Fechas del pasado y del presente se solapan mientras van apareciendo las primeras pistas. Unas pistas que, al cabo, se revelarán fallidas o falsas, mientras se dan sorpresivos vuelcos en el guion y nada es lo que parece ser. Al final la solución estaba escondida en un juego narrativo.

Otros tópicos literarios sostienen —o, por lo menos, embellecen— la novela—: el tema del doble, por ejemplo, que hace dudar al lector en algunos momentos, o el de los sueños, sin que estos se coman aspectos de la trama. Pensemos que la novela negra es un género marcado, no hay mucho espacio para la variación, así pues todo lo que no sea una quiebra en una situación de estabilidad y el laberinto que se establece para deshacer el misterio ha de ser secundario necesariamente. El suspense está por encima de cualquier otra cosa y cuando ambos elementos están pulidos y son equilibrados, el texto cumple sus objetivos y encandila al lector. Y Håkan Nesser consigue estas dos metas de manera muy elegante.

Anterior crítica de libros: Hangsman, de Shirley Jackson.

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