La Música de El Mundano: A&R

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el-mundano-06-02-10

“La labor de los A&R era –y es– encontrar a los nuevos talentos, aconsejarles en su desarrollo artístico, coordinar sus grabaciones, planificar y organizar las ediciones discográficas”

Una sección de ADRIAN VOGEL.


Las iniciales de A&R corresponden a Artistas y Repertorio. El responsable del departamento de A&R es lo que conocemos como Director Artístico. Haciendo una analogía seria el equivalente al Director Deportivo de un equipo de futbol (antiguamente conocidos como Secretarios Técnicos). Y esta semana quisiera trazar a grandes rasgos la evolución de esta función, indispensable en cualquier compañía.

Empecemos recordando el porqué del nombre: antiguamente no eran frecuentes los intérpretes que componían sus canciones. Existían, claro, pero eran los menos. Los autores eran profesionales y trabajaban o bien por encargo o por propia iniciativa. Las editoriales musicales eran la pieza clave del negocio. Los 60 y la explosión del Pop y Rock invirtieron la tendencia. Los Artistas empezaron a grabar sus propios temas. En el artículo de Las pioneras del Pop podéis encontrar más información sobre estos cambios. Que además dieron lugar a la popularización del LP de vinilo.

La labor de los A&R era –y es– encontrar a los nuevos talentos, aconsejarles en su desarrollo artístico, coordinar sus grabaciones, planificar y organizar las ediciones discográficas. Y en esta primera época, a la que hacía referencia en el párrafo anterior, la selección de las obras a grabar es lo fundamental de su tarea. Elegir a los músicos y arreglistas adecuados es también parte del trabajo, en coordinación con el productor (director) de la sesión. A veces ellos mismos se ponían en el estudio manos a la obra.

El gran salto cualitativo se produce cuando los sellos empiezan a tener sus propias salas de grabación. Incluso se produce la integración hacia delante: los estudios crean compañías. Algunos ejemplos podrían ser Chess, Sun Records o posteriormente Tamla Motown. En España sucedía con nacionales como Hispavox y Columbia o multis como RCA y Polygram. Era frecuente que los equipos de producción diesen lugar a un sonido característico. Y el éxito creaba tendencia.

Pero las modas cambian. Y mantener un estudio es una aventura gravosa. Especialmente a partir de mediados de los 60, cuando los continuos avances tecnológicos requerían costosas inversiones en actualización de equipos y maquinaria. Además de las nominas del personal (músicos, técnicos, administrativos, etc.). Así que muchas discográficas empezaron a desprenderse de sus estudios.

Cada vez se grababa en más sitios. En España no era raro grabar en Londres o Milán. Posteriormente se saltó a EE.UU. Muchos estudios independientes se pusieron de moda, a lo largo y ancho del planeta. Algunos ofrecían servicios de hostelería en sitios paradisíacos. Paralelamente las disqueras, libres de la carga que suponía el mantenimiento del estudio, empezaron a tener productores en nomina. Ante la amplitud de la oferta eran claves para elegir donde grabar. Estaban integrados en el departamento de A&R. De la misma manera que los compositores estaban integrados en las editoriales musicales.

La profundidad de los elencos de las grandes compañías justificaba la existencia de estos productores en nomina. También eran ejecutivos que asistían en el día a día del departamento. Pero la antepenúltima crisis del sector –de la que se salió gracias al “Thriller”– llevó a las inevitables reestructuraciones y fusiones. Como consecuencia se redujeron plantillas. Y ellos fueron de los primeros en salir.

Hoy los Directores Artísticos siguen siendo indispensables. Pero la caída del mercado hace que su capacidad de riesgo e innovación sea limitada. Y el proceso de decisión es más lento. Lo cual tampoco es garantía de éxito. Sufre el talento –el poco o mucho que haya– que ve limitadas sus posibilidades de desarrollo profesional. Asimismo el personal de los departamentos de A&R está reducido al mínimo, lo cual tampoco facilita precisamente su labor.


Anterior entrega de El Mundano: Emilio Cañil, Adiós a un pionero.


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