Amigos de guardia, de Mikel Erentxun

Autor:

DISCOS

«Con su espíritu y frescura intacta, suenan ahora más auténticas que nunca»

 

Mikel Erentxun
Amigos de guardia
DRO-WARNER MUSIC, 2021

 

Texto: DAVID PÉREZ MARÍN.

 

Tras cerrar con El último vuelo del hombre bala (Warner, 2019) la trilogía sureña grabada junto al Rick Rubin del Puerto de Santa María, Paco Loco, completando el puzle de madurez interpretativa iniciado con Corazones (Warner, 2015) y luego con Hombre sin sombra (Warner, 2017), era hora de recapitular los latidos de un camino que se acerca ya a las cuatro décadas de historia.

Amigos de guardia (Warner, 2021) nace como una merecidísima celebración de una carrera profesional sincera e impecable como pocas. Todo comenzó a gestarse antes de que empezará la pandemia, con la idea de rodearse de buenos amigos y grabar un concierto que recorriera los 35 años que Mikel Erentxun cumplía como artista en 2020. Ese directo con invitados tuvo que posponerse por la llegada del coronavirus y, confinados todos, Mikel no renunció al proyecto, sino que lo hizo crecer y crecer. La lista de amigos de guardia aumentó hasta los 24, y al no poder subirse al escenario y compartir la efeméride con su público, decidió que la música siguiera su curso y fluyera en un estudio de grabación.

Mirar atrás para seguir adelante. Un doble álbum (cuádruple vinilo) que festeja más de 35 años desde aquel primer Por tierras escocesas (DRO-GASA, 1984) con Duncan Dhu, y la posterior carrera en solitario de Erentxun hasta nuestros días. Su madurez compositiva y vocal en 20 masterpieces seleccionadas por los artistas invitados que las hacen suyas, compartiéndolas y reinterpretándolas en comunión total con su autor.

Letras y melodías que están presentes en el imaginario emocional de varias generaciones y que, con su espíritu y frescura intacta, suenan ahora más auténticas que nunca, con ese regusto ganador que esculpe el tiempo en los mejores vinos. Himnos pop rock regrabados sin trampa ni cartón, alrededor de esa mágica hoguera en la que cruje la leña cuando la banda toca unida en el estudio. Riqueza y texturas del directo que saltan en el aire al roce de los músicos, con Ricky Falkner salvaguardando ese calor y esencias a los mandos de la producción.

Una balacera de canciones que impactan bajo lo más importante: amor y desamor a quemarropa. Del «sigue intacto cuanto amé de ti» o la «luz que nunca se apagará», a esas «alas que crecen de las cicatrices». Lo que perdura en el tiempo o lo que se evapora para siempre y da paso a un nuevo renacer. De eso va el juego de vivir y Mikel Erentxun lo ha reflejado como nadie en un cancionero que eriza la piel como la primera vez.

Nos atrapa desde el primer adelanto, “Intacto”, firmado por Rafael Berrio, genio tristemente desaparecido en 2020. Un homenaje al amigo del alma en un emocionante mano a mano con Quique González. El «por siempre» sigue en aquella noche eterna, donde la luz se cuela entre las grietas, con Marc Ross (Sidonie) y Juan Aguirre (Amaral) afilando la versión resplandeciente de “Esta luz nunca se apagará” de los Smiths; o volviendo a retomar vuelo junto a Maika Makovski en ese “Cicatrices” que suena más rotundo que el anterior. El ADN único e inigualable de Berrio también lo encontramos en la letra de “Sé libre, sé mía”, con Miren Iza demostrando una sensibilidad interpretativa de vértigo.

El “Veneno” del amor corre desde el inicio, con Mikel a corazón abierto junto al poderío de Bunbury (y Berrio de nuevo en vena), colgándonos de un hilo, seguida de una esplendorosa “A un minuto de ti”, con Coque Malla quemando las naves y borrando toda distancia entre enamorados.

Si Amaia le inyecta un plus de dulzura a fuego lento a “Esos ojos negros”, Zahara y Leiva nos propulsan en una montaña rusa de amaneceres y anocheceres continuos en la siempre ganadora “Mañana”. Los fuegos artificiales de “En algún lugar” cobran nueva vida con Santi Balmes (Love of Lesbian) y Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly), y el frío arde con flor de invierno en la voz de Annie B Sweet, coronándose en la delicadeza de “Ángel en llamas”, para dar paso a otra de las voces femeninas con más personalidad del panorama patrio, una Eva Amaral que nos levanta del suelo desde el ojo del huracán de “Entre salitre y sudor”.

La esperanza en el hoy solo puede llegar junto a otra voz de mujer, una Nina de Juan (Morgan) que nos sana «en medio del puente» con una antológica “El mejor de mis días”, que nos hace olvidar por un instante todo ayer y todo mañana.

La calidez perdura en cada surco de estos Amigos de guardia, y crece y crece con Xoel López, «esperando sentado en el borde de la vida» de “Si te vas”. Y si vivimos ya el alba, antes nos atrapó la emocionante negrura de la noche junto al Tom Waits donostiarra, compañero de sangre y aventuras —mitad de Duncan Dhu— Diego Vasallo, con un “Quién se acuerda de ti” que araña en cada fraseo. Complicidad a prueba de miles de lunas.

Otro camarada que se une al abrazo colectivo es Iván Ferreiro, imprimiendo su genuino sello en “De espaldas a mí”, al igual que el inconfundible e inclasificable Ángel Stanich, que deja huella con su falsete en “Rozando la eternidad”, o Andrés Calamaro en ese «exilio de lágrimas compartidas» de “A tientas”, rebosante de sentida teatralidad.

En la recta final, Izaro nos hace «creer inagotablemente» en esa persona que nos completa en “A tu lado”, seguida de la brisa fresca que vuelve con Abraham Boba es ese «adiós y hasta siempre» de “Con el tiempo a favor”, para terminar acompañados de la energía de Viva Suecia (Rafa Val y Alberto Cantúa) en unas “Llamas de hielo” inextinguibles.

Seguro que la gira contará con más de un concierto especial donde se irán uniendo los artistas que han colaborado en este disco imprescindible. Ahora toca estar atentos y sumarnos a esta caravana de músicos cuando pasen por nuestras ciudades y pueblos, para ser también nosotros amigos de guardia como público y celebrar con Mikel Erentxun estas canciones inmortales.

Anterior crítica de discos: One on one, de Paul Carrack.

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