La huella de Paul McCartney en su 80 cumpleaños

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«Quizá fuera su padre el culpable de desencadenar los mecanismos del karma, el azar o el talento, para que el apellido McCartney llegara a ser más conocido que Jesús»

 

El próximo sábado, 18 de junio, Paul McCartney cumple ochenta años. Y para rendirle homenaje se han unido en este artículo coral Mikel Erentxun, Rubén Pozo y el productor Juan de Dios Martín, devotos confesos del músico que relatan la ocasión que tuvieron de disfrutar de él en alguno de sus conciertos, e Ignacio Sequeros, con cuyo grupo, Los Pekenikes, llegó a telonear a los Beatles. Un tributo conducido por Carlos H. Vázquez.

 

Texto: CARLOS H. VÁZQUEZ.

 

Paul McCartney cumple 80 años tan unido a las canciones como lo estuvo desde niño. Con la misma pasión musical que le corría por las venas desde niño, gracias a la influencia de su padre, Jim McCartney, trompetista y profesor de piano, cuya figura fue fundamental en su educación. Quizá, en cierto modo, fuese él el culpable de desencadenar los mecanismos del karma, del azar o del talento, para que el apellido McCartney llegara a ser más conocido que Jesús, gracias al grupo más importante de todos los tiempos: The Beatles.

Junto a sus compañeros, en ese cuarteto infalible completado por John Lennon, George Harrison y Ringo Starr, alcanzó la gloria y, al tiempo que las décadas y los acontecimientos corrían, se fue asentando en la historia para ocupar uno de sus renglones de oro. Referente del sonido,  la estética, la actitud y tahúr del cambio cuando vislumbraba que había que apostar por él, McCartney representa hoy una pieza fundamental de un pasado imborrable, emulado hasta el infinito, recreado hasta la actualidad, multiforme y perpetuo. Pero también de un presente que continúa alimentando con su carrera en solitario, con sus aventuras en compañía de otros, con sus propias reinvenciones y sus carismáticos escarceos por el riesgo y la contemporaneidad. Paso a paso, disco a disco —hasta veintisiete, sin contamos con los de su etapa con Wings—, camina con su leyenda viva a cuestas, encarnándola a tiempo real. Con presencia en el aquí y ahora —un ahora que ya celebra los 80 años— y una estela inmensa tras de sí, como creador de algunos de los éxitos más irrebatibles del siglo veinte tanto como bajista y vocalista en los Beatles, como desde el lugar que ocupa, desde hace décadas, con su camino unilateral. Con sesenta discos de oro, más de cien millones de sencillos vendidos en toda su carrera y veintiún premios Grammy, pero con algo aún más grande que todo eso: un inmenso legado que ha alimentado a melómanos de todo el mundo. Y a los propios músicos.

 

Habitando otras vidas

La sombra de su carrera es larga y atemporal. Una herencia universal que traspasa las barreras de la física recalando en generaciones y generaciones de un público que no se agota, y en oleadas de músicos que se han inspirado y se han valido de su obra visionaria a lo largo y ancho de todas las épocas, sin atender a géneros, sin reducirse a etiquetas. Es esta la grandeza de la música cuando asume el semblante de eternidad, que se dota a sí misma de una transversalidad tal que, en el arte de Paul McCartney, en sus letras y en sus melodías, ha brillado, brilla y seguirá haciéndolo incesante. Capaz de aniquilar cualquier atisbo de estatismo porque él, aunque nos siga regalando novedades en forma de canciones como lo hace —y ojalá siga haciendo durante mucho tiempo más—, también habita en el imaginario y el repertorio de otros músicos ya para siempre.

Es el caso de Ignacio Martín Sequeros, de los Pekenikes, Rubén Pozo, Mikel Erentxun y Juan de Dios Martín que, con sus voces, nos relatan la influencia musical y vital que el beatle ha ejercido en cada uno de ellos, así como los recuerdos de experiencias cercanas a él. Los Pekenikes, por ejemplo, tuvieron el honor de abrir el show de la banda de Liverpool en Madrid. Rubén, por su parte, habla de cómo su cuarto y nuevo álbum, Vampiro (Sony, 2022), bebe del primer elepé de McCartney. Pero no solo hay Macca en este disco; “Julia”, perteneciente al White album (Apple Records, 1968), fue versionada por Pozo en alguna que otra ocasión, sin olvidar las pinceladas «beatlelianas» en los álbumes de Pereza, como Aproximaciones (RCA, 2007), en cuyo libreto puede leerse la siguiente dedicatoria: «John, Paul, Ringo y George por estar siempre a nuestro lado».

Juan de Dios Martín, productor de Xoel López o Amaral, entre otros, también participó en Aproximaciones, aunque lo suyo con los Beatles viene de lejos. De cuando, en 1996, encarnó a Ringo Starr en el programa Lluvia de estrellas, acompañado de Xoel (como George Harrison), Chema Ríos (como John Lennon) y Jaime del Río (como Paul McCartney). Además, muchos años después, tendría la oportunidad de conocer en persona a Paul McCartney. Y por último, Mikel Erentxun, innegable fan Macca, que dejó más clara que nunca su vena británica en Un detalle del miedo (Warner, 2010), pero también en algunas piezas junto a Diego Vasallo para Duncan Dhu.

 

Ignacio Sequeros (Los Pekenikes): «Como compositor [McCartney] sigue siendo el number one. Ha dejado huella en todos»

 

Un niño con barba

Por diferencia generacional, quizá por no estar en la época correspondiente, es muy probable que quienes hayan visto en directo a los cuatro Beatles sean hoy una minoría. Sirva de ejemplo Ignacio Sequeros, de Los Pekenikes: «Mi preferido de The Beatles era Paul McCartney… y lo sigue siendo; es una persona inteligentísima, no ya como bajista o por otros instrumentos que toca, sino porque como compositor sigue siendo el number one. Ha dejado huella en todos. Por supuesto, respecto a los que se han ido ya, como John Lennon, la vida es así de dura. Acabará tocándonos a nosotros. No hay más remedio. La vida es la vida… y dejas de tenerla».

Los Pekenikes telonearon a los Beatles en Las Ventas el 2 de julio de 1965. Los de Liverpool llevaron a Madrid tres amplis de cien vatios y unas columnas con un amplificador de doscientos. En total, quinientos vatios. «Hoy en día, menos de doscientos mil no pondría nadie, así que pusieron los amplis a tope y eso fue la distorsión absoluta, cosa que a los Beatles no les importaba y a la gente tampoco. Había muchas niñas y no paraban de gritar», detallaba en su día Ignacio Martín Sequeros para ABC.

 

Mikel Erentxun: «Me parece un grandísimo diseñador de líneas de bajo. Ya en Duncan Dhu, y luego en solitario, como bajista es una grandísima influencia»

 

Ringo Starr, Paul McCartney, John Lennon y George Harrison llegaron a la plaza de toros por la zona de cuadrillas y les metieron directamente con el coche a la enfermería. Dos de Los Pekenikes lograron colarse y estar con ellos después de abrir el concierto para ellos. Martín Sequeros bajó por las escalerillas y esperó a The Beatles con su instrumento. Sequeros continuaba bromeando: «Montaron una escalerilla para subir al escenario y yo me puse allí […]. Paul McCartney se vuelve a los otros tres y les dice: “¡Mira, un niño con barba!”. En esos momentos ninguno de ellos llevaba barba y, yo no digo que les influyera, pero al año siguiente la llevaban todos».

 

La gira de una noche de verano

Hay quien no ha visto en directo a The Beatles, pero sí a Paul McCartney. Es el caso de Rubén Pozo que, aunque «por lo que sea» era más de Lennon, considera que Paul ha significado muchísimo para él. «De sus discos posteriores a los Beatles, el que más he escuchado es el primero. Grabando Vampiro (Sony, 2022) con José Nortes, al tocar yo casi todos los instrumentos, me decía con humor que el disco se debería de llamar Pozo, ya que el primero de Paul lo grabó todo él y se titulaba McCartney (Apple Records, 1970)», narra Rubén, que afirma haberse inspirado en el citado álbum para levantar Vampiro, su último trabajo discográfico, un álbum «sencillo, de pocos instrumentos y fresco». Nada barroco.

«Piensa que, durante toda la vida, siempre ha molado más ser de John Lennon, en esa absurda obligación de tener que decantarse por uno o por otro; como en su momento había que hacerlo también entre The Beatles o The Rolling Stones», interviene Mikel Erentxun. Si tuviera que elegir ante un paredón, el músico donostiarra se decantaría por Paul McCartney. «Soy muy fan de McCartney en The Beatles y fuera de ellos. Los dos primeros discos de McCartney en solitario, McCartney y RAM (Apple Records, 1971), me parecen dos discazos, sobre todo RAM, que es sobresaliente». Mikel leyó una vez que RAM era el mejor disco de The Beatles, y aunque está de acuerdo en que es un álbum «muy beatle», no le quita valor a los trabajos con los Wings.

 

Rubén Pozo: «Él sale al escenario a divertirse, y eso lo transmite y contagia»

 

A propósito de los conciertos vividos, Erentxun recuerda el show del 25 de mayo de 2004 en El Molinón (Gijón). El ’04 Summer tour comenzó su periplo europeo en la ciudad asturiana, donde McCartney tocó treinta y cuatro temas. Entre ellos, la versión de George Harrison (“All things must pass”) y de The Quarrymen (“In spite of all the danger”), aunque sobre todo interpretó composiciones de The Beatles (“Got to get you into my life”, “All my loving”, “You won’t see me”, “She’s a woman”, “The long and winding road”, “Blackbird”, “We can work it out”, “Eleanor Rigby”, “Drive my car”, “Penny Lane” y “Get back”, entre muchas otras), hits con Wings (“Band on the run”, “Jet”, “Let me roll it” y “Live and let die”) y una pequeña selección de coplas compuesta por “Calico skies” y “Flaming pie” (Flaming pie), “Maybe I’m amazed” (McCartney) y “Here today” (Tug of war).

En aquella ocasión, el Ayuntamiento de Gijón temía que el evento ocasionara importantes pérdidas. «No hubo mucha gente para ser un estadio de fútbol», constata Mikel. «Pero lo disfruté. Paul iba bien de voz y llevaba una banda estupenda que, de hecho, es la misma que le acompaña hoy día. No llevaba grandes artificios, era una banda de verdad en la que él tocaba el bajo».

 

Migajita de genio

Rubén Pozo tuvo la suerte de ver a Paul McCartney en La Peineta (Madrid), el 30 de mayo de ese mismo 2004, dentro de la misma gira. «Fue un concierto espectacular. Cantó como un ángel, como siempre. Creo que más de la mitad de las canciones eran de los Beatles», trata de afinar Rubén. Él nunca olvidará “Helter skelter” y los gritos de McCartney: «La cantó perfectamente y sin despeinarse, y eso que ya tenía una edad. Estoy seguro que hoy en día podría hacerla de la misma manera. Él sale al escenario a divertirse, y eso lo transmite y contagia». El exmiembro de Pereza desea llevar dentro tan solo «una migajita» del genio musical que tiene Paul.

En el antiguo estadio madrileño le vio también el músico y productor Juan de Dios Martín. «Después del concierto pude darle el disco, pensando en que le iba a devolver el cero coma cero, cero, cero, cero cinco por ciento de lo que él me había dado», cuenta. No en vano, McCartney es el culpable de que Juande se dedique a la música, como él mismo reconoce. En aquella ocasión aprovechó también para que le firmara una guitarra Martin, igual que la que tenía Macca en la época del White album (Apple Records, 1968). El productor gallego tiene amigos que aseguran que el exbeatle es la persona más encantadora que existe.

 

A mesa puesta

Juande cree que Paul fue importante en el sentido de que era el que empujaba a la banda a hacer otras cosas, como un disco conceptual. «Después de la muerte de Brian Epstein, Paul cogió las riendas porque no las iba a coger otro. En Get back (Peter Jackson, 2021) se le ve, se esclarecen muchas cosas del funcionamiento de todo». Erentxun, que también ha visto el documental, está de acuerdo: «Get back nos enseñó a todos cuál era el papel de McCartney en la banda, sobre todo al final; y pudimos ver que era un poco el que manejaba y llevaba las riendas del grupo, como sospechábamos».

 

Juan de Dios Martín: «Todo lo que nos tiene que enseñar aún un señor de ochenta años que, con menos de veinte, hizo todo ya»

 

Juan de Dios entró en The Beatles, paradójicamente, cuando no los entendía, siendo todavía un chaval. Venía de Prince, Madonna, Michael Jackson, Elvis… No comprendía por qué a todo el mundo le gustaban The Beatles. Todo cambió el día que un amigo suyo le preguntó si quería ir a tocar con él a Sada, a unos kilómetros de Coruña. «Él era “macarniano” y hacía versiones de The Beatles y de Paul. Yo tocaba el bajo y el teclado. Un día, tocando “Here, there and everywhere”, me dije: “Joder… ¿Y esto qué es?”». Juande calcula que entonces contaba con dieciséis o diecisiete años.

«McCartney es un bajista excepcional. Cuando toco el bajo en mis humildes prestaciones, siempre mi gran y única influencia es Paul McCartney, sus líneas, sus canciones…», señala Mikel Erentxun. «Muchas veces las líneas son melodías y canciones aparte. Me parece un grandísimo diseñador de líneas de bajo. En Duncan Dhu, y luego en solitario, como bajista fue una grandísima influencia», reconoce. Sirva de muestra Un detalle del miedo (Warner, 2010). Pero con el McCartney de los ochenta —continúa explicando Erentxun— se pierde un poco la magia, y su carrera se convierte en algo «bastante más irregular» y menos atractiva. Salvo algún álbum, como el que grabó con Nigel Godrich, productor de Radiohead, Chaos and creation in the backyard (Parlophone, 2005). «En los últimos discos siempre encuentras una o dos canciones que te convencen. A mí, sobre todo, lo que me convence es que con ochenta años siga grabando discos nuevos y tocando en directo». Aunque no esté al nivel de los setenta, «McCartney es un grande que está en la misma mesa en la que comen Bob Dylan, David Bowie… los muy grandes», sostiene Erentxun.

Lennon fue quien acabó con The Beatles y no McCartney, como se creía. Queda patente en Get back. «Al final da un poco igual quién fue, porque ya se veía que el grupo estaba en la cuerda floja», opina el ex Duncan Dhu. Más allá de quien dirigía o no a The Beatles, vio cómo escribía y componía McCartney, y su actitud, en el documental. Después observaba a John Lennon y se daba cuenta de que estaban en sitios muy distintos: «Lennon tuvo una carrera muy atractiva en solitario. En realidad los tres, aunque Ringo era de otro nivel. Pero Harrison también tuvo un comienzo muy atractivo. No sabríamos hasta dónde hubiera llegado Lennon si no le hubieran matado, pero cuando te mueres joven todo el mundo te acaba mitificando y, a lo mejor, John Lennon hubiera acabado haciendo cosas terribles en los ochenta».

Pero Paul sigue vivo y dejando una profunda huella en la música popular, tocando en directo y juntándose con gente que quiere hacer cosas nuevas. McCartney fue, es y será una lección de vida, como indica Juande: «Lo que nos tiene que enseñar aún un señor de 80 años que, con menos de 20, hizo todo ya».

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