La favorita, de Yorgos Lanthimos

Autor:

CINE

 

«Un retorcido y divertido triángulo de obsesión, autoridad y sexo conformado por personajes a la par maquinadores e ingenuos»

 

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La favorita
Yorgos Lanthimos, 2018)

 

Texto: ELISA HERNÁNDEZ.

 

En uno de los más terroríficos primeros planos de La favorita, la nueva y flamante doncella de la reina, Abigail (Emma Stone), parece constatar ante nuestros ojos que todo ese poder por el que ha peleado suciamente en realidad no le ofrece la satisfacción que buscaba sino, quizás, todo lo contrario. A lo largo del filme, la corte de la reina Anne de Gran Bretaña (Olivia Colman) es escenario de diversas extravagancias y retorcidas luchas de poder en las que las decisiones políticas son secundarias, no relevantes por sí mismas sino solo por el rédito que ofrecen a aquellos que las ponen en marcha. Lady Marlborough (Rachel Weisz) ha de compaginar su amistad y cercanía con la reina con las labores de estado que los problemas de actitud y salud de aquella le imponen, a lo que se suman los intentos de la joven Abigail de usurpar su lugar para recobrar la posición social perdida. El resultado es un retorcido y divertido triángulo de obsesión, autoridad y sexo conformado por personajes a la par maquinadores e ingenuos, inconscientes de las implicaciones y consecuencias de su ciega búsqueda de poder.

 

En filmes como Alps (2011), Langosta (2015), o El sacrificio de un ciervo sagrado (2017), universos aparentemente reconocibles y realistas se veían aliñados por elementos absurdos, incoherentes y surrealistas que permitían demostrar la inherente aleatoriedad de todo aquello que consideramos natural. En La favorita, el uso de un conjunto de personajes históricos y existentes interactuando de manera de por sí absurda y excesiva hace que cualquier añadido resulte innecesario. Desde los decadentes caprichos de la reina (y del resto de cortesanos) hasta las conspiraciones políticas, pasando por pasillos secretos, matrimonios falsos y relaciones escondidas, todo lo aquí mostrado es dramática e hilarantemente plausible y nos muestra, una vez más, que las altas esferas de poder y aquellos que las componen son humanos, demasiado humanos.

 

Es sobre el inconmensurable trabajo de las tres protagonistas donde se construye y transmite dicha humanidad, a pesar de la enorme cantidad de caricaturas que las rodean. Allí donde sus acciones podrían demostrar simple crueldad e incluso indiferencia, Olivia Colman, Emma Stone y Rachel Weisz otorgan a sus personajes un fundamental poso compuesto de emociones tan terrenales como la inseguridad, el cariño o el miedo. Casi escondidos por la pomposidad de trajes, decorados y maquillajes, son los rostros, cuerpos y gestos de estas actrices los que sostienen el filme y confirman que lo que todas estas extravagancias y locuras esconden no es sino es la más factible de las posibilidades: la absoluta absurdidad de la realidad más inmediata.

https://www.youtube.com/watch?v=aH68nk9oJDU

 

 

Anterior crítica de cine: El vicio del poder, de Adam McKay.

 

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