La conquista del espacio, de Fito Páez

Autor:

DISCOS

«Fito Páez ha brindado el disco idóneo para esta dulce desescalada»

 

Páez
La conquista del espacio
SONY, 2020

 

Texto: SERGIO ALMENDROS.

 

Casi con toda seguridad que no era su intención, pero Fito Páez ha brindado el disco idóneo para esta dulce desescalada que nos trae por la calle de la amargura. Y es que el nuevo álbum del argentino se antoja como la banda sonora perfecta para acompañar estos días de apertura, días también en los que redescubrimos que todo sigue igual. La conquista del espacio es formidable para este nuevo amanecer porque musicalmente llega luminoso y amplio en contraposición al confinamiento recién sufrido, pero además es necesario líricamente porque nos recuerda que todas las injusticias sociales, todos los desajustes que desde años llevamos sufriendo, siguen ahí (a pesar de la pronosticada, cacareada y fantasiosa nueva dimensión que iban a tomar nuestras relaciones después de este drama).

Sirva de ejemplo de esa musicalidad tan pertinente el tema de apertura del disco, que además le da nombre, una canción infinita, con ecos universales y espaciales, a la que el collage de voces que se forman en ella no hace más que amplificar su intención. «La conquista del espacio, la conquista de tu libertad (…) Y otra vez desandándonos y preparándonos para un nuevo mundo», canta el bueno de Fito en una suerte de presentimiento que aterra. Así, el disco se muestra esperanzador y positivo, una idea que se irá perdiendo con el transcurrir de las canciones, dando paso a preguntas sin respuesta y a las mismas denuncias de siempre. A continuación, “Resucitar” podría parecer otro guiño a la nueva normalidad (tosca definición para suavizar lo que es simple y verdaderamente una nueva realidad), aunque en este caso la resurrección parte de una muerte emocional, bien enmarcada en sonoridades Beatles.

Con “Las cosas que me hacen bien” llegan las primeras denuncias, acompañadas por los primeros zarpazos de las guitarras eléctricas, ocultas hasta entonces bajo las teclas y los arreglos orquestales. Directo a la yugular, con métricas imposibles marca de la casa: «¿Qué pasó en el mundo que se puso tan policía? ¿Qué pasó con la sangre derramada por la libertad? Que se entienda bien que hoy no estoy hablando de los años setenta en Argentina». La crítica social continúa en “La canción de las bestias”, si bien en esta ocasión la composición se presenta casi desnuda, con la voz únicamente acompañada del rasgueo de la acústica y de unos arreglos de cuerda que ganan peso según avanzan los versos, unos versos que cuestionan cualquier atisbo de mejora. La terna más claramente social se cierra con “Gente en la calle”, un precioso dueto vocal junto a Lali Espósito en el que pone la mirada en la gente sin hogar y que Páez adorna con una bellísima melodía y una elegante musicalización. El tema se centra en la situación de los sintecho en Buenos Aires, pero perfectamente se podía haber ahorrado esa geolocalización para hacer extensiva la denuncia de modo más directo al resto del mundo.

“Ey, you!”, con la colaboración de Mala Fama, es un rabioso grito, insulto más bien, que llega en forma de mestizo collage del cual se mantienen los vientos afilados en “Nadie es de nadie”, un costumbrista canto al amor libre que precede a la que, para el arriba firmante, es la joya de la colección, “Maëlstrom”, una obrita de arte sobre la superación de una relación rota, bella en letra y en música, brillante en intención y emocionante en ejecución, confirmando la recuperación del Fito Páez más inspirado («Y hoy me siento feliz después de haber pasado por el Maëlstrom. Qué hermoso fue, mi amor, cuando te vi, sin hablar del ayer»). El disco se cierra optimista con “Todo se olvida” («viendo a los barcos partir no puedo dejar de sonreír (…) Yo agito delirios, conquisto planetas, tengo la rabia intacta y sigo cantando abrazado a la música»), un final que justifica más aún la reivindicación de La conquista del espacio como álbum perfecto para estos momentos de recomienzos. Aunque todo sea una casualidad.

Anterior crítica de discos: Con la fiesta a cuestas, de Los Telepáticos.

 

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