La Columna Metálica: Metálicos de segunda división

Autor:

Una sección de JUAN JOSÉ ORDÁS FERNÁNDEZ.

Juegan en la segunda división, jamás subirán a primera pero en su liga son los reyes. La cabeza de ratón del metal, pero no por ello menos validos. De hecho, estas bandas serían capaces de echarle un igualado pulso a grupos de renombre, aunque su campaña de marketing cuente con bastantes menos ceros que las de otros compañeros generacionales de mayor éxito comercial.

Abrimos fue con un hombre que provenía de Wolfsbane (prometedora formación inglesa que jamás acabó de explotar), saltó a la fama como vocalista temporal de Iron Maiden e inició una carrera en solitario durante la cual ha tenido que sortear diversos obstáculos mientras entregaba buenos discos que pasaban desapercibidos para el gran público metálico. BLAZE BAILEY [en la foto], puede haber conocido mejores épocas, pero lo indudable es que su último trabajo refresca y renueva al cantante y compositor por dentro y por fuera. The man who wouldn’t die (Plastic head, 2008) es de largo lo mejor que ha grabado nunca, aunque se haya alejado un tanto del metal clásico. No, no se trata de nu-metal, sino que lo que el inglés ha hecho ha sido potenciar la agresividad y violencia de su música mediante los temas más oscuros que haya grabado nunca (a su lado el The X-Factor que grabó con Iron Maiden parece la banda sonora de Mary Poppins). Cada uno de los temas parece estar envuelto por dramáticas capas de guitarras distorsionadas, líquidas, que moldean estructuras feroces mientras la base rítmica las clava a fuerza de golpes. La voz grave de Bailey supone un respiro respecto a los arquetipos que inundan el mercado y sus canciones se han tornado más recargadas que nunca, más complejas y con bastante más carne a la que hincar el diente que en pasadas entregas. No hay fraseos ideales para coros multitudinarios pero si una tempestad sonora cargada de cierta tristeza en la que perderse resulta un interesante juego: tratar de captar el armazón de los temas, llegar a su esqueleto y profundidad es divertido e incluso un recomendable ejercicio para recuperar el oído castigado por ramplonas producciones. No es tenebrismo pero casi.

Continuamos con METAL CHURCH, banda americana cuyos constantes problemas internos y baile de miembros les han impedido conseguir la estabilidad fundamental para ser uno de los grandes nombres del negocio. No sabemos hasta que punto se habrán estabilizado, pero lo que si podemos asegurar es que This present wasteland (SPV/Mastertrax, 2008) es puro fuego. Su austera producción nos hace pensar en un ajustado presupuesto, pero su inteligente economía de medios ha convertido sus carencias en virtudes, y es que el CD suena clásico, exento de lujos pero tremendamente directo y efectivo. Parece haber sido grabado en una hipotética época bisagra entre finales de los 80 y principios de los 90, añejo pero de rica catadura. Olvida los grandes despliegues y fuegos de artificio, aquí tenemos a un grupo de hombres maduros que se dedican a su oficio con ganas y en el que todos aportan lo preciso para mantener la nave a flote. Clásico, clásico con todos los instrumentos insertados en su preciso lugar, sonando a directo, sin efectos. Su vocalista Ronny Munroe, viene a ser una mezcla entre lo mejor de distintas casas, un cruce entre Bruce Dickinson (Iron Maiden), Graham Bonnet y Rob Halford. Buenas credenciales. No te dejes llevar por primeras impresiones, aunque la portada es fea el contenido que aguarda a los que le den una oportunidad es un manjar.

Otros destinados a destilar sus buenos modos desde la segunda fila son ICED EARTH. Su líder y guitarra rítmico, Joe Schaffer, puede llegar a resultar todo un personaje. Pretencioso e incluso problemático, hay que reconocer que cuando se pone manos a la obra y tiene un día inspirado, el caballero es capaz de crear piezas exuberantes en su género. Las canciones de Iced Earth se articulan en gran medida en base a los marciales riffs de su líder, dejando las melodías a cargo de Matt Barlow, el vocalista clásico del grupo que acaba de regresar a su seno para trabajar en el reciente The crucible of man (SPV/Mastertrax, 2008). Barlow abandonó hace años la nave para trabajar como agente de la ley al servicio de los EEUU y mientras se encontraba desarrollando dicha empresa fue Tim Owens (Ex Judas Priest) quien ocupó su puesto. La cuestión es que el bueno de Owens marchó, Barlow regresó con la cabeza rapada (¡herejía metálica!) y aquí tenemos lo que podríamos denominar como un excelente retorno. Bien es cierto que podrían haber dejado de lado la historia conceptual que desarrollan y haberse centrado en algo más comercial, pero se muestran a pleno rendimiento y al fin y al cabo es lo que cuenta.

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