La Columna Metálica: Tinta, metal y Japón

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La Columna Metálica: Tinta, metal y JapónUna sección de JUANJO ORDÁS.

El rock and roll y el cómic no han ido siempre de la mano, pero se puede decir que son mundos que suelen encontrarse a menudo. Robert Crumb y Janis Joplin son el ejemplo más arquetípico, pero lo que nos traemos entre manos en la actual edición de La Columna Metálica es algo un poco más actual y casi tan bruto como Crumb. DETROIT METAL CITY es un comic japonés creado por Wakasugi Kiminori que narra cómo Souichi Negishi, un tímido chico compositor de pop baboso alcanza el éxito comandando a los Detroit Metal City, un conjunto de death metal capitaneado por el diabólico Johannes Krauser II [en la imagen], es decir, el propio Souichi maquillado y disfrazado. Fuera del escenario Souichi se arrepiente a todas horas de comandar semejante grupo, pero cuando toma el escenario tendréis que frotaros los ojos para aseguraros de que estáis leyendo las burradas que Krauser es capaz de vocíferar. Y todo al alcance de vuestra mano gracias a la edición española de Planeta de Agostini, en cómodo formato japonés, traducido al castellano y editado mensualmente (actualmente van por el número 4).
El humor es salvaje (abstenerse sensibles) y la narración tremendamente ágil. Lenguaje soez, momentos delirantes y un protagonista que está generando toneladas de merchandising por motivos obvios: Es inmaduramente transgresor y divertido. Pero además de todo esto, Detroit Metal City plantea en tono cómico aspectos clásicos del negocio musical con los que cualquier amante del rock estará familiarizado: el ciego fanatismo de los seguidores, el poder del management sobre los artistas, la pose en el mundo del espectáculo… Lo amarás o lo odiaras. Puro rock and roll.

Bonita sorpresa. Cuando uno se aproxima a MY UNCLE THE WOLF (¡gran nombre!) espera escuchar a una banda obsesionada con Pantera y Down, lo cual es sólo parcialmente cierto. Sí, hay riffs pesados, un vocalista influido por Phil Anselmo… ¡Pero estos tipos son unos nosferatu! No sólo muestran orgullosos sus influencias, sino que las vampirizan, las drenan y marcan un interés por el rock setenta bastante claro, y es que la cultura musical es un músculo más poderoso que la guitarra más violenta. Juegan de forma dinámica con las estructuras, de manera que a veces logran sorprender al oyente (una buena muestra es “Double barrel blues”, donde ambientan con maestría instrumental un tema francamente bueno). Son muy poco rígidos a la hora de afrontar sus canciones, lo cual juega siempre a su favor, especialmente estando el mercado tan saturado como está a nivel de propuestas duras. Los ambientes son tensos, siempre jugando con una ejecución férrea y certera, un binómio perfecto para que cada canción tenga empaque y dimensión.

Como todo el mundo ya sabe, FAITH NO MORE regresan a los escenarios mediante un tour de reunión que comenzará en festivales europeos este mismo verano (es de suponer que después llegará el turno de los EEUU). Buena noticia, sin duda. Se trata de uno de los precursores de la fusión entre el metal, el rock progresivo, hip-hop y múltiples especias más, una batidora legendaria. Sin embargo no regresa la formación que grabó obras como The real thing y Angel dust, sino que será el “line up” de su última época. ¿Qué implica esto? La ausencia del guitarrista Jim Martin. Seguramente Jon Hudson hará un buen trabajo a las seis cuerdas (es un instrumentista sólido), pero Martin fue durante años un gran guitarrista y el contrapunto perfecto a la actitud reivindicativa y hoy día políticamente correcta del conjunto. Mientras el resto del grupo se declaraba feminista, Martín se declaraba Republicano, lo cual imaginamos crearía una tensión interna importante. En cualquier caso, el retorno se plante incendiario.


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