Javelin, de Sufjan Stevens

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DISCOS

«Stevens evita los tópicos para expresar sentimientos demasiado graves; más bien al contrario, hila gemas poéticas que luego acompaña con hermosas melodías»

 

Sufjan Stevens
Javelin

ASTHMATIC KITTY / POPSTOCK!, 2023

 

Texto: XAVIER VALIÑO.

 

Sufjan Stevens no ha estado de brazos cruzados en los últimos tiempos. Tras su último álbum «convencional», The ascension (2020), al año siguiente publicó un álbum conceptual de cinco partes sobre la pérdida, Convocations, y el hermoso A beginner’s mind junto con Angelo De Augustine. A principios de este 2023, junto con Timo Andres y Conor Hanick, editó Reflections, una pieza musical para acompañar a un ballet, un tanto distante de lo que nos tenía acostumbrados. Por eso se esperaban con ansiedad nuevas canciones con su guitarra acústica y su banjo, apoyado por flautas y trompetas, cantando sobre Dios, la pérdida, los estados americanos o lo que fuese.

Javelin cumple con creces. Dicen que es el primer disco, desde Carrie & lowell (2015), en el que vuelve a usar el sombrero de cantautor, grabando todas las canciones en gran parte solo en el estudio de su casa, aunque ocasionalmente haya contado con la colaboración de Bryce Dessner de The National. Por desgracia, no va a poder disfrutarlo igual que sus seguidores: a finales de agosto le diagnosticaron el síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad autoinmune que provoca parálisis. Ahora se está recuperando, pero se enfrenta a un duro período de rehabilitación en el que, entre otras cosas, tendrá que volver a aprender a caminar de forma independiente.

Al igual que en Carrie & lowell, en el que Stevens afrontó, entre otras cosas, la muerte de su madre, la pérdida, la despedida y la melancolía son los temas centrales de Javelin. Stevens evita los tópicos para expresar estos sentimientos demasiado graves; más bien al contrario, hila gemas poéticas que luego acompaña con hermosas melodías.

Esa es la diferencia principal con aquel disco: aunque la guitarra acústica es la base, en la mayoría de las canciones, después de algunos rasgueos, pronto se ven reforzadas por teclados, mucha percusión, armonías en las voces y un millón de campanas y silbatos, como en las brillantes “A running start”, “Shit talk” o “My red little fox”. En otras se mantiene más la vertiente acústica (“Javelin (To have and to hold)”, la versión de Neil Young “There’s a world” o la cautivadora “Everything that rises”, acercándose al lado más experimental en los finales de “Goodbye evergreen” o “Genuflecting ghost”. Da igual que componga las canciones basándose en los mismos elementos: Stevens se las arregla siempre para hacer descubrimientos sorprendentes en cada tema, manteniendo la atención y deslumbrando continuamente.

Anterior crítica de discos: Duelo, de Medalla.

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