Folla con él (Todas las versiones de Siniestro Total y sus circunstancias), de Julián Hernández

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LIBROS

«Emplea el lenguaje que ha dado fama a sus canciones, a veces demasiado escorado al chiste fácil, pero en otras iluminado por el mejor Quevedo»

 

Julián Hernández
Folla con él (Todas las versiones de Siniestro Total y sus circunstancias)
TRAMA EDITORIAL, 2022

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

Quizá la generación que arribó a la música pop de nuestro país en los años ochenta sea la más fértil de todas, literariamente hablando. Desde luego mucho más que los rockeros de los sesenta y setenta, y también es productiva en mayor grado que la de los noventa, que apenas empieza a despertar en este sentido. Y curiosamente —¡quién lo hubiese dicho en la época!— el más prolífico de todos ellos es Julián Hernández, el líder y compositor de Siniestro Total.

El tópico y el estereotipo no dejaban adivinar que este constructor de canciones que beben de lo vulgar, el absurdo y las conversaciones de aquellos que se ven en los bares iba a ir más allá del chiste en sus libros y de la inspiración de barrio. Cierto: sus cuatro libros hasta la fecha no tienen la sólida erudición de los de Santiago Auserón, ni el realismo mágico y urbano de los de Víctor Coyote, ni la reflexión autobiográfica de los de Sabino Méndez y Edi Clavo, pero sí cuentan con horas de sana alegría, que disfrutará el lector al entretenerse con ellos.

Hasta el momento, contamos con una historia del rock and roll, una novela y un libro misceláneo con antiguos escritos en fanzines y revistas. La cuarta entrega de su particular bibliografía es este Folla con él, título de su cover alternativo del “Highway to hell” de AC/DC, que para las mentes bienpensantes apareció como “Somos Siniestro Total”. El volumen, pues, es un recorrido por todas las versiones que, a lo largo de su carrera, ha perpetrado el grupo vigués. Tras una intro que despliega la teoría y la práctica de la versión, de su tradición, de la manera de adaptarla y del gozo de hacerlo, Julián Hernández se plantea cómo estructurar las casi treinta muestras de su indagación en obras ajenas, y decide que el orden sea el mismo que aparecería en un concierto de Siniestro Total.

Y, a partir de este momento, festival del humor; no sin atender a informaciones sustanciosas que dan cuenta cabal y completa de cada uno de los temas. Todas las entradas constan de la misma disposición: una breve historia de la canción original, cómo llegó hasta sus oídos, el mecanismo de trasvase al castellano y a su sonido y, por último, el recorrido posterior, una vez que los gallegos ya la han hecho cosecha prestada.

El abanico de muestras es homogéneo en lo estético y heterogéneo en lo productivo. La mayor parte extrae jugo de los grupos punk y nuevaoleros que les acompañaban en los primeros tiempos de su carrera, cuando la radio era un absoluto vergel. Incluso alguna de sus fuentes se repite y son varios los traslados desde Undertones o The Rezillos. La historia del rock and roll también está bien representada, con Chuck Berry o The Beatles, y asimismo la niñez de Hernández, marcada —como todas las de esa época— por las canciones escuchadas en casa o en el coche familiar. En su caso tuvo suerte: Petula Clark y Sylvie Vartan se encuentran entre las elegidas. Completan la selección barrabasadas varias, como adaptaciones de Derribos Arias o Iron Butterfly.

En cuanto al origen de las canciones, podemos asistir a sus logros más emblemáticos —“Miña terra galega”, que se ha convertido en el himno oficioso de su comunidad— y a canciones que fueron únicamente trabajadas para un concierto en concreto o que sirvieron para una maqueta y después no tuvieron más proyección. En todo caso, las caras B abundan.

Puede parecer poco, pero dentro de este marco tan formal de los capítulos se cuela todo el mundo del artista por medio de anécdotas y reflexiones, cercanas y a vuelapluma, que dan cuenta de cómo era la industria musical de aquellos años y, tan importante, o más, cómo era el público y sus baremos de calidad. Y lo hace empleando el lenguaje que ha dado fama a sus canciones, a veces demasiado escorado al chiste fácil, pero en otras iluminado por el mejor Quevedo o la libertad de las vanguardias.

Anterior crítica de libros: Quique González: conversaciones, de Arancha Moreno.

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