Florent y yo, de Florent y Yo

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DISCOS

«Frescura, juventud y energía, pura energía musical que brilla por momentos con caleidoscópicos destellos de luz. Un agradable soplo de aire fresco»

 

Florent y Yo
Florent y yo
EL VOLCÁL, 2023

 

Texto: JAVIER GILABERT.

 

Desde el primer corte del disco se aprecia una textura, una atmósfera, con trazas de psicodelia y rock —ojo, un rock como solo Florent lo entiende, reformulado desde una óptica muy personal—, pero también de la música más experimental en la que hipnóticas líneas de bajo, guitarras envolventes y arreglos de teclado conforman la urdimbre de un denso tejido musical sobre el que el guitarrista de Los Planetas y de Los Pilotos engarza una decena de estupendas canciones.

Las reminiscencias de los sonidos sesenteros y setenteros cruzan en diagonal por muchas de estas canciones. Es el caso de “Rumba de mi estado de alarma”, en la que se perciben ecos del rock progresivo andaluz más clásico. Y es que, quizá, quien se acerque a este elepé puede que no se espere algo así, pero no hay que olvidar que Florent es un exquisito DJ, profundo conocedor de la música popular y del rock del siglo pasado, y aplica estos conocimientos en la confección del disco; pero siempre llevándose las cosas a su terreno, dándoles su toque personal, como en este tema que me atrevería a calificar de “psicorumba” y que, salvando las distancias, está muy en la línea de otros trabajos con su banda principal en la que la fusión está presente.

Tampoco faltan los toques de neosurf (“Apaga el móvil, por favor”), postpunk (“La cueva de mis fracasos”), new wave (“Será para ti”) o el revival del pop español de finales los sesenta y principios de los setenta, al más puro estilo de los Smash o Los Brincos, como sucede en “Los restos de un naufragio”, con el aire personal y épico que le otorga el arreglo de trompeta magistralmente ejecutado, como siempre, por Jimi García. También hay psicodelia de contacto progresiva, envolvente, casi lisérgica, en “El silencio”, que nos traslada por momentos a su etapa con Fuerza Nueva.

Las letras al completo están firmadas por el propio Florent —con alguna colaboración, como la de Alicia Díaz en “Rumba de mi estado de alarma”— y van todas a la esencia de lo que el músico quiere transmitir, sin concesiones: si hay que decir, por ejemplo, «estoy hasta los huevos» para expresar hartazgo, pues se dice. Así, en Florent y yo se nos revelan el Florent compositor, además del Florent cantante, pero también el Florent artista, pues él se ocupa del arte gráfico del disco, desde la portada y la contraportada, hasta lo que encontraremos en su interior. Un ejercicio casi de do it yourself, participando incluso en la coproducción y en la grabación junto a Carlos Díaz (quien, por cierto, lo acompañará a la guitarra en los directos de este proyecto), a pesar de que se haya apoyado en Adrián Ceballos, Dani Fernández y Mario Zamora, miembros de la ya desaparecida banda madrileña Melange, además del mencionado Jimi García, trompetista en Eskorzo y en Los 300.

Los temas que trata el guitarrista granadino en sus canciones basculan entre el positivismo más luminoso, la confusión y el miedo. Es innegable el efecto que han tenido la pandemia y sus consecuencias en nuestras vidas, y eso permea en sus composiciones; pero la sensación general del elepé es luminosa, conmovedora por su aparente sencillez y sobre todo por la verdad con las que han sido escritas sus letras. Estas canciones son también, por momentos, un ejercicio de resistencia y de crítica: «Todo lo bueno se olvida/todo lo malo se clava/como un puñal», canta en “Rumba de mi estado de alarma”.

Es curioso: a pesar de la amplia y contrastada experiencia de Florent en el mundo de la música, percibo en este trabajo frescura, juventud y energía; pura energía musical que brilla por momentos con caleidoscópicos destellos de luz. Un agradable soplo de aire fresco.

Anterior crítica de discos: Fuse, de Everything But The Girl.

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