J, colgado en Plena pausa por Iván Zulueta

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«Vivimos un momento en el que las profecías de Lou Reed se cumplen a rajatabla»

 

Desmarcándose de Los Planetas, J publica Plena pausa, su primer elepé en solitario. Un trabajo inspirado por el cine de Iván Zulueta que desglosa en esta jugosa entrevista de Javier Gilabert.

 

Texto: JAVIER GILABERT.
Fotos: GINEBRA SIDDAL.

 

«Dime, ¿cuánto tiempo te podías llegar a pasar mirando este cromo?… ¿Te acuerdas?… ¿Y éste?… ¿Y esta orla?… ¿Y esta página?… ¡Años, siglos… toda una mañana! Imposible saberlo, estabas en plena fuga… éxtasis… colgado en plena pausa… ¡ARREBATADO! ¡MIRA!». Es un extracto del guion de Arrebato (Iván Zulueta, 1979), del que surge el título del primer disco en solitario de J, de Los Planetas. Javier Gilabert charla con él con motivo de su lanzamiento.

Tras la adquisición por parte de la Filmoteca Española del archivo personal del genial director easonense Iván Zulueta, Josetxo Cerdán le propuso a Juan Ramón Rodríguez Cervilla, J, líder de Los Planetas, que se ocupara de ponerle música para presentarlo en los madrileños cine Doré. Plena pausa es el resultado, una colección de canciones inspiradas en las imágenes y en la cultura underground que comparten ambos creadores, y cuyo conjunto es un claro ejemplo de intermedialidad entre dos disciplinas artísticas diferentes pero complementarias; una obra necesaria, pues otorga utilidad cultural más allá de la trivialidad de una canción pop; unas canciones que amplían horizontes y ayudan a preservar una obra audiovisual única en España.

 

En 2021 el Ministerio de Cultura y Deporte comunicó la adquisición «de uno de los archivos personales más potentes en el contexto cinematográfico de la segunda mitad del siglo XX»: el del cineasta, diseñador e ilustrador donostiarra Iván Zulueta. El 3 de octubre de 2022 en el cine Doré (Madrid), Josetxo Cerdán, director de la Filmoteca Española, hace público el proyecto de musicalización de obras inéditas Zulueta a cargo de J, de Los Planetas. ¿Cómo surge este encargo?
La verdad es que flipé cuando me llamaron de la agencia y me contaron que Josetxo andaba buscando a alguien que pusiera música para presentar las películas que había adquirido la Filmoteca en el cine Doré. Me preguntaron si estaría interesado, ¡y claro que lo estaba! Debió de ser a finales del 2021, en noviembre o diciembre.

 

¿Pero tienes idea de por qué te buscaban concretamente a ti?
Sí, sí. Más adelante lo hablé con Josetxo. Me comentó que creía que existían ciertas conexiones, un paralelismo entre la música de Los Planetas y el cine de Zulueta, y que yo podría llevar a cabo un trabajo interesante con esas películas.

 

Supongo que sería una sensación agridulce, por lo que tiene de atractivo pero también de arriesgado y complejo. Entiendo que llevar adelante una empresa de esta magnitud conlleva una gran responsabilidad. ¿Estás plenamente satisfecho con el resultado?
Muy satisfecho, la verdad. Me lo he pasado bomba haciéndolo, ha sido divertidísimo. Es una experiencia muy potente sumergirte en el universo de Iván, en su idea tan poética y autobiográfica del cine, que narra su propia historia, e ir descubriendo, como en una novela de detectives o del mismísimo Bolaño, quiénes son los personajes que aparecen, cuál es la trama… Ha sido apasionante. Si has podido ver Arrebato, recordarás cuando Will More y Eusebio Poncela, los protagonistas, aparecen viendo películas caseras que More rueda y esas, justamente, son las mismas que me hicieron llegar a mí. Lo cuenta Will More en Arrebato: «Yo he estado rodando estas películas; míralas a ver qué te parecen, porque luego la cámara me va a absorber, me va a abducir». Esas mismas cintas son las que anticipan Arrebato, las que explican la razón por la que Zulueta eligió tomar ese camino, y por qué, una vez la termina, abandona prácticamente el cine. Es impresionante ponerse en el pellejo de los actores, visualizando las mismas películas que ellos. De repente, tú eres parte de la propia película y te devora el Super 8.

 

«Esta peli va a ser la puta hostia, aunque me cueste la vida y no vuelva a hacer otra», se puede escuchar en “Arrebato”. ¿Llegaste a pensar algo así sobre este disco durante su proceso de elaboración?
[Muchas risas] Esa canción la compuse partiendo de una melodía más o menos estructurada. Simplemente me puse la peli y me dije: «Vamos a ver qué pasa aquí». En un determinado momento aparece una imagen en el mismo apartamento en que se rodó Arrebato, en la que Iván Zulueta se mira al espejo mientras filma, y de repente hay una iluminación natural del sol, y ahí da la sensación de que está «arrebatado», como diciendo: «Esto es lo que me gusta y esto es lo que quiero hacer, y en este mismo cuarto voy a rodar una película increíble». Esa imagen tenía cosas en común con otras que yo he experimentado. Cuando estábamos [Los Planetas] en Nueva York terminando de grabar Una semana en el motor de un autobús tuve esa sensación, la convicción de que aquello era bueno, de que prometía y que había que sacarlo adelante como fuera, y en torno a todo eso construí la canción. Incluí en ella un guiño a “Un buen día”, de Los Planetas.

 

¿Pero hay algún momento concreto en el que piensas «esto está hecho»?
Con sinceridad, cuando vi las películas me dije: «Cualquier cosa que pongas, va a flipar la gente solo con las imágenes». Mi idea era utilizar música electrónica, experimental, asemejándose a la propia música que Zulueta utiliza en Arrebato, pero luego pensé que era más interesante enfocar el proyecto desde otra óptica, algo más parecido a lo que hace en Un, dos, tres… al escondite inglés, una película de 1969 en la que un grupo de jóvenes músicos trata de boicotear una canción que no les gusta nada y que va a representar a España en un famoso festival de música, al estilo de Eurovisión, y en la que aparecen grupos reales de la época, como Los Ángeles. Me parecía más interesante ese enfoque, porque la película está compuesta por cortos de tres o cuatro minutos de duración que encajan muy bien con la forma de rodar videoclips que tenían las bandas indies de los ochenta, en Super 8, con imágenes caseras… Y decidí tirar por ahí.

 

¿Consideras este el mayor reto artístico al que te has enfrentado en tu carrera?
En un momento inicial pensaba que cualquier cosa que me planteara podría funcionar, pero ahí entra en juego Aramburu, que también es superfán de Zulueta. Cuando le comenté que me habían encargado esta movida me dijo: «¡Hostia! ¿Y te vas a atrever con eso?» [risas]. Y en ese momento empecé a ser realmente consciente de que estaba ante el trabajo de un gran artista y fue cuando sentí el vértigo, la responsabilidad de la que hablábamos. Sin embargo, el material es muy inspirador, te va sugiriendo ideas todo el tiempo y fue fácil escribir sobre él.

 

Josetxo Cerdán tenía como objetivo aunar a dos artistas de disciplinas diferentes, pero con dos universos compartidos, para sacar a la luz una parte desconocida de la obra de Zulueta. ¿Qué universos compartes con él?
La corriente cultural que emana de la Factory de Andy Warhol es crucial, tanto para los grupos y los artistas que me han influido a mí como a la obra de Iván: Lou Reed y la Velvet Underground, los cineastas de su época, su forma de entender el arte… Zulueta pasa dos o tres años, a mediados de los sesenta, estudiando Diseño e Ilustración en Nueva York; esa corriente, esas escenas le impactan muchísimo. Entre los cortos que me mandaron muy pocos tenían sonido, pero en cuatro o cinco puede escucharse música y se trata precisamente de Lou Reed. Fíjate: antes de ver esos cortos yo ya había compuesto la música de “Natalia dice”, que incluye citas textuales del “Caroline says”.

 

«Es una experiencia muy potente sumergirte en el universo de Iván, en su idea tan poética y autobiográfica del cine»

 

¿Pero todo esto lo descubres a medida que el proyecto avanza o lo sabías previamente?
Sí, esas influencias son muy evidentes en su trabajo, por ejemplo en los cortos que ya estaban editados, como Leo es pardo o Mi ego está en Babia, al igual que en Arrebato. Incluso su hermano Borja tenía una banda de glam rock, Brakaman, que estaba claramente influenciada por Reed, especialmente en la época de Transformer. Lou Reed tiene, además, una repercusión enorme en la corriente cultural de la que provengo y he tomado referencias de muchas de esas bandas: de Spacemen 3, The Jesus and Mary Chain, Sonic Youth… Grupos que tienen un gran ascendente en la Velvet.

 

Volviendo a esa cuestión, afirmas que existe cierto paralelismo en la forma de abordar vuestro trabajo, el tuyo y el de Zulueta. ¿En qué consiste?
Ambos estamos muy interesados en hacer un tipo de arte absolutamente independiente. Por otra parte, de estos cortos puede deducirse que su casa, su familia, tienen un peso específico, igual que para mí, en su obra: yo grabo en casa desde hace un montón de tiempo de forma independiente, de manera que puedo controlar mejor el resultado. Ambos compartimos esa obsesión por la independencia, que en su caso es llevada hasta el extremo, porque llega un momento en que decide que no va a rodar más películas porque no puede conseguir hacer exactamente lo que quiere. También está presente esa integridad, la fidelidad a las propias convicciones. Ese es el dilema que se plantea entre el personaje de Will More y el de Eusebio Poncela en Arrebato. Poncela es un director de cine comercial, mientras que el personaje que representa More está obsesionado con grabar películas de Super 8 en su casa.

 

Te imagino sentado delante del material que recibiste, que incluye documentos, dibujos, polaroids y más de cinco horas de cintas, tanto sus propios cortos como imágenes íntimas grabadas por miembros de su familia. ¿Por dónde se empieza un proyecto como este?
En primer lugar, vi todas las películas seguidas para hacerme una idea de conjunto. Ahí cambié de parecer respecto a mi idea inicial de tirar por los derroteros de la música electrónica; las imágenes eran muy orgánicas. Pensaba que serían más parecidas a los cortos que había realizado, más de tipo experimental y, sin embargo, en general se trataba de algo distinto, de películas caseras, familiares, con los amigos… Entonces me dije: «Mejor con una banda». Inicialmente había pensado en hacer algo del estilo de The Jesus and Mary Chain, como el Automatic, con una caja de ritmos y un bajo programado, y grabar guitarras encima, pero ya sabes: los músicos tocan mejor [muchas risas]. Al principio proyecté las imágenes y puse de fondo una lista aleatoria de canciones que me gustan de toda la vida, y empecé a coger varias ideas que encajaban las imágenes con la música que sonaba en ese momento; así compuse alguna canción. También rescaté otras ideas que tenía desde hace mucho tiempo y que encajaban a la perfección con determinadas grabaciones, como es el caso de “Amen”, una especie de making off de Arrebato.

 

¿Cuánto se parece el verdadero Iván Zulueta a la idea que tú te habías formado de él?
Tenía una idea muy parecida a la que tengo ahora, que es la que transmiten sus películas, pero al verlas me he dado cuenta de cuán profunda, meditada, y trabajada era Arrebato. Eso me ha sorprendido mogollón. Pensaba que esa obra maestra era fruto en parte de la casualidad, pero no, es la consecuencia de toda una vida, toda su carrera resumida en una película. A pesar de que sospechaba que sería algo así, no podía imaginar que fuera algo tan minucioso, tan importante.

 

El cineasta Andrés Duque, con el que ya habías trabajado codo con codo en Fuerza Nueva, colabora contigo en Plena pausa. ¿En qué ha consistido su aportación?
Andrés se ocupó de las dos primeras canciones del concierto y del vídeo. Están sacadas de las películas familiares, unos cuarenta minutos de filmación, que aparecieron entre las cinco horas del lote. Películas rodadas incluso por los padres: su boda, Iván cuando era niño… Andrés ha montado las imágenes para esos dos temas.

 

«Como si viviéramos en un disco de los 107 Faunos», cantas en “Natalia dice”. ¿Cuándo y cómo se incorporan Natalia Drago y los Faunos a esta producción?
La canción cuenta la historia de Natalia. Natalia es amiga mía, de la escena de La Plata, del sello Laptra del que provienen bandas como 107 Faunos, Él Mató A Un Policía Motorizado, Bestia Bebé, Las Ligas Menores… que son muy amigos nuestros porque hemos colaborado y tocado con ellos. Las primeras veces que venían Él Mató tocaban con Los Planetas. Ella estaba aquí de gira y le pilló la pandemia, le cancelaron los vuelos… y por aquí sigue todavía [risas]. Es lo que cuenta la canción, que mezcla hechos reales y biográficos con un toque de fantasía. También hace referencia a otra canción del último epé de Srta. Trueno Negro, que grabó en Granada, en la que dice literalmente «viviendo en un disco de los 107». Las canciones de Plena pausa están repletas de guiños, como el que te comentaba antes del “Caroline says” de Lou Reed. “Natalia dice” fue una de las primeras canciones que compuse cuando vi las imágenes por primera vez y que quise encajar con “Te veo”, un vídeo que ya estaba editado, aunque en ese momento yo no lo sabía. Por entonces, los 107 Faunos vinieron de gira, estuvieron tocando en el Primavera Sound y también en Granada, en la Copera, y se metieron así en la canción, porque aprovechando que andaban por aquí les dije: «Vamos a grabar unas canciones», y así fue como hicimos la primera, “Y la nave va”, y esta de la que estamos hablando. Los Faunos solo están en estas dos canciones; Natalia toca en todo el disco.

 

 

¿Y Migueline, Roberto Colina, Miguel López y Jaime Stinus?
Las primeras canciones las grabé con los Faunos, pero volvieron a Argentina y Natalia y yo continuamos trabajando. Cuando tuvimos suficiente material preparado buscamos a otros músicos. Roberto toca con ella en Srta. Trueno Negro, su formación «granaína»; Miguel López toca con Los Planetas y Miguel Martín, «Migueline», trabaja con nosotros desde siempre. Finalmente se nos unió Jaime Stinus y fue el músico que terminó la grabación. Resulta que él tocaba la guitarra en Brakaman, el grupo de Borja, el hermano de Zulueta. Entre los cortos que me mandaron hay un concierto en directo de Brakaman en el que aparecen ataviados al estilo Bowie, puro glam, y Jaime se vio por primera vez en él. Nunca lo había visto antes. Era una película sin sonido que estuve a punto de utilizar, pero no pude usarlas todas. Jaime se unió a última hora porque sigue en contacto con el entorno y la familia de Iván Zulueta, como Virginia Montenegro, la amiga íntima de Iván que se ocupó de recopilar y rescatar las películas y el material de su casa. A través de ella, me comentaron que Jaime estaba interesado en colaborar en el proyecto, y al final ha metido unas guitarras buenísimas, unos arreglos increíbles que complementan la armonía en los momentos oportunos. Estoy fascinado con su aportación.

 

Javier Aramburu, «Ministro de ilustración pública y propaganda del proyecto Fuerza Nueva” y gran responsable de la imagen de la discografía de Los Planetas, se ocupa del arte gráfico de este trabajo. El resultado es maravilla. ¿Es el broche perfecto para una obra de esta envergadura?
Habíamos trabajado con Javier en la etapa de Fuerza Nueva. También es un gran fan de la obra de Zulueta; de hecho, una de las pocas apariciones públicas de Javier después de la etapa de Family, cuando se retiró por completo y se limitó a realizar algunos diseños, fue una extensa entrevista junto con Ricardo Aldarondo a Iván Zulueta para el número especial del veinte aniversario de RockdeLux en su propia casa de San Sebastián. Como ves, todo encajaba de nuevo a la perfección en este gran collage, como si de una obra más de la Factory de Warhol se tratara. Muchas ideas que he introducido en el disco surgen de conversaciones con Javier acerca de Zulueta.

 

¿Le diste total independencia creativa o le proporcionaste alguna directriz o línea de trabajo?
Total libertad. Le mandé las canciones con los vídeos conforme las íbamos grabando y él fue desarrollando las ilustraciones paralelamente. Javier se entusiasmó con el proyecto y algunas ilustraciones que me iba mandando retroalimentaron las propias canciones. Incluso existen conexiones con la obra musical de Aramburu, como en “Fandangos del rascacielos”, en cuyo final adapto la letra de “En el rascacielos” de Family, y esto me viene a la mente a raíz de un verso, «Un caminito de estrellas multicolor», que a su vez aparecía en una de las imágenes que se puede ver en los diseños de Plena pausa.

 

Desde el primer corte, “Y la nave va”, puede intuirse que la amalgama de estilos va a ser constante. Y a medida que se avanza en él, se constata que también tienen cabida el sonido de la Factory, las reminiscencias del pop de los sesenta y setenta, la psicodelia o el flamenco de raíz. ¿De qué fuentes musicales bebe Plena pausa?
Efectivamente, algo de todo lo que has mencionado hay. Principalmente me he basado en la corriente musical que surge a raíz de la Factory: el sonido de la Velvet Underground; también y por supuesto en el flamenco, puesto que es el antecesor del rock and roll; no se puede hacer lo uno sin conocer lo otro. En el disco incluyo adaptaciones de soleares, de fandangos e incluso de romeras. Al utilizar el flamenco en mis creaciones trato de demostrar que tiene las mismas estructuras que una canción de rock, las mismas armonías o el mismo feeling, aunque mezcle, como es el caso que nos ocupa, unas romeras con “Ticket to ride”; cambias el 3 x 4 de una romera por un 4 x 4 y te sale una canción de los Beatles [risas].

 

«Cuando estábamos [Los Planetas] en Nueva York terminando de grabar Una semana en el motor de un autobús tuve la convicción de que aquello era bueno»

 

Lou Reed tiene un papel determinante en varios momentos del disco. «Suenan unas cuerdas y Lou Reed recita sus hechizos mágicos», afirmas en “Arrebato”, y hasta el «Doo do doo do doo do do doo…», de “Walk on the wild side”, tiene su cameo en “Fandangos del rascacielos”. ¿Quién trajo al bueno de Lou a este trabajo?
Vivimos un momento en el que las profecías de Lou Reed se cumplen a rajatabla; su forma de ver el mundo, ese mundo distópico que solo pueden salvar la poesía y el arte. Llevaba un tiempo dándole vueltas a esa idea y cuando me llegaron las imágenes pensé que era el momento idóneo para reivindicar esa cultura underground. Coincidió que Natalia es muy fan de Lou Reed y al ver juntos las películas nos cuadraba. Como cuadraba otra inquietud que tenía, la de hacer algo sencillo con una banda de rock.

 

En “Soleares del loco” ya se aprecia la perfecta simbiosis que has conseguido crear entre la filmación y la música. No solo respecto al contenido de ambas, sino también de las texturas, los colores (o su ausencia, en este caso…). Es algo que sucede a lo largo y ancho de Plena pausa y que me fascina. ¿Hay un método global a la hora de abordar esta combinación, o cada canción tiene un punto de partida distinto?
En el disco he partido de un concepto global y más o menos cronológico, aunque se produzcan saltos hacia atrás y hacia adelante, pero también he trabajado cada canción, cada vídeo y cada corto de manera individual. Ese vídeo en concreto, esa parte oscura que tiene, con imágenes en Super 8, sobreexpuestas, muy veladas, en blanco y negro, me recordaba a los vídeos de Anton Corbijn para Joy Division o Depeche Mode, y me indujo a recrear esa misma textura en la música. Sobre esa textura introduje unas cuantas letras flamencas de soleares; el ritmo acompaña a la imagen, va un poco como ella, a saltos. Cuando grabamos, al igual que cuando lo llevamos al directo, visualizamos las imágenes y tocamos sobre ellas, sin que haya una claqueta. Las imágenes son tan potentes que influyen en los músicos mientras tocamos. En todo momento intento hacer un paralelismo entre mi forma de ver las cosas y tomo referencias mías, autobiográficas, y de la biografía de Iván, y mezclo sus personajes. Supone una involucración más emocional, porque hay una parte mía. O en “Natalia dice”, donde se evidencian claros paralelismos, como el hecho de que Natalia y Cecilia Roth, la actriz que interpreta a la exnovia de Poncela en la película, procedan de Argentina. Hay muchas referencias a lo largo y ancho del disco.

 

En la medida en que son canciones construidas para piezas de cine, podría pensarse que constituyen una banda sonora, pero tras escucharlas un buen puñado de veces, creo que también funcionan perfectamente por sí solas. ¿Cuál es tu impresión a este respecto? ¿Puede entenderse en toda su dimensión Plena pausa sin la parte visual?
No sé decirte. De un lado, el vinilo incorpora un deuvedé con las imágenes y está reducido a una decena de canciones. Creo que esas diez canciones se pueden entender como un disco de rock and roll, son temas que no dependen tanto de la imagen. Equivalen a unos cuarenta minutos y el concierto completo son setenta y cinco; pienso que sin las imágenes el total se puede hacer un poco pesado y que no se entendería bien sin verlas. El concierto completo se acompaña de ellas y de ahí sale una banda sonora de una película con canciones de rock que se puede sostener por sí misma.

 

¿Y de quién hablan realmente las canciones de este disco: de Iván, de J, todo lo anterior es correcto…?
He intentado hacer una especie de mezcla de elementos que creo que comparto con Iván y con su forma de ver el arte, o al menos es lo que deduzco al ver sus películas, con factores que me han influido a mí. Sin olvidar que la obra de Zulueta es una clara influencia en mi música; vi Arrebato siendo muy joven, he vuelto a verla decenas de veces, y siempre he sido un fan acérrimo de su trabajo, por lo que a buen seguro ha permeado también en ella. Siempre se habla de influencias musicales, pero no olvidemos que están las del cine, de la literatura, de la vida real… He intentado que se produzca una especie de involucramiento emocional y eso creo que lo consigo introduciendo emociones mías, personales, de manera que el relato que se construye es una mezcla entre la vida de Iván y la mía.

 

Uno de los cortes extra del deuvedé es una personalísima versión de “Échame a mí la culpa”, un tema de 1957 compuesto por el mexicano José Ángel Espinoza, el maestro «Ferrusquilla», que popularizaría Albert Hammond en la década de los setenta. Pero no es la única del disco. Me gustaría que nos hablaras un poco de esas versiones.
El disco está hecho de retales, de cortar y pegar cosas, un poco smash up, muy a la manera pop de Andy Warhol, aunque algunas referencias están más acreditadas, son más literales y otras menos. He incorporado versiones de Kraftwerk, de Lou Reed, de Spacemen 3 o de Family, por citar algunas. La que mencionas es una de las canciones favoritas de mi madre y tengo un recuerdo muy emotivo de ella; además, encajaba perfectamente con el vídeo de las olas (“Cine álbum Kodak, 1975”) y me evocó mi infancia, de manera que le añade una carga emocional que puede ser muy interesante y que tiene sentido en la lógica global del disco.

 

“Natalia dice”, “Arrebato (Un buen día para Iván)”, “Tormenta eléctrica” y “Era una flecha” son los únicos singles que se lanzarán en digital. El resto estará solo disponible en vinilo o en deuvedé. No es la práctica habitual de la industria en los días que corren. ¿A qué obedece esta decisión?
La propuesta viene de la gente que trabaja conmigo, pero me parece muy interesante y la apoyo totalmente. Es una postura arriesgada, nadie lo está haciendo en estos momentos. Pero nos sirve para reivindicar a la gente melómana, a la que le gusta de verdad la música, y a la propia música, que en mi opinión tiene mucha más importancia de la que le otorgan las grandes corporaciones digitales que se dedican a recoger todo el dinero que generan e invertirlo en cuestiones espurias que nada tienen que ver con ella. Preferiría sin dudarlo que el dinero que genera esta industria revirtiera en los músicos, de manera que pudieran vivir de su trabajo.

 

Cuando os reencarnasteis en Fuerza Nueva estabais convencidos de que parte de vuestro público no iba a compartir aquel paso artístico, como cuando empezasteis con el flamenco. «Los integristas indies son como los puristas del flamenco, tremendamente conservadores», comentaste. ¿Cómo crees que recibirá el público de Los Planetas tu primer disco en solitario?
Espero que les guste [risas]. Pero soy consciente de que Iván Zulueta es un artista muy underground, con una postura artística muy polémica, radical, y no sé si su propuesta es fácilmente entendible por el público mayoritario. He intentado acercarlo lo más posible al terreno de la música popular, pero no sé hasta qué punto lo conseguiré. Mi intención es esa, acercarlo a un público más amplio para que puedan llegar a apreciarlo tanto como yo. Con eso me siento satisfecho.

 

¿Y tienes ya planes para su puesta de largo en los escenarios?
Sí, estamos armando una pequeña gira con algunas fechas cerradas, principalmente en festivales de cine. En octubre iremos al Octubre Corto de La Rioja y al Seminci de Valladolid, en noviembre estamos en el Zinebi de Bilbao y en enero iremos a Sevilla, además de otras ciudades pendientes de confirmación, como Madrid o Granada.

 

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