Farsa (género imposible), de Silvia Pérez Cruz

Autor:

DISCOS

«En Farsa las canciones danzan con la poesía, actúan con el cine y palpitan en el teatro»

 

Silvia Pérez Cruz
Farsa (género imposible)
UNIVERSAL MUSIC, 2020

 

Texto: DAVID PÉREZ MARÍN.

 

Cada nueva entrega de Silvia Pérez Cruz es un regalo asegurado para el alma. Puede sonar grandilocuente, pero hay personas que, aparte de dejarse la piel y mostrar como ríe y llora (sin filtros) su propio corazón, con una pasión y valentía de vértigo, poseen un plus esencial y extraterrestre que —quieran o no— las empuja en todo movimiento, con la frescura natural de una brisa que se cuela por la ventana, a rozar la excelencia. Y sí, una vez más, lo ha vuelto a hacer.

En Farsa las canciones danzan con la poesía, actúan con el cine y palpitan en el teatro. Eclécticos surcos de un género imposible que fueron grabados durante 2019 y recogen la realidad dialéctico-compositiva de los últimos tres años de Silvia Pérez Cruz. Trece composiciones originales con letras propias y algún poema prestado que, musicado por ella misma, germinan y florecen en esa canción que siempre quisieron ser.

La farsa nació para llenar el vacío, los huecos entre actos teatrales. Quizás también sea lo que ocurre mientras vivimos o la vida que dejamos escapar cuando naufragamos en sueños… Según la propia artista, con Farsa (género imposible) responde a la inquietud que tenía «en relación a la dualidad de lo que se muestra y lo que realmente somos, por cómo sobrevive la fragilidad del interior, de lo íntimo, en estos tiempos en los que la superficie es tan arrasadora, en los que lo que se ve, se puede llegar a confundir con lo que se escucha. Donde lo visualmente jugoso puede estar vacío. Lo hueco. La mentira».

En esta continua conversación artística interdisciplinar, Silvia ensancha el vivir moldeándolo con sus manos, recreándolo en cada vibrato que se escapa a 24 frames por segundo de su garganta, en el danzar descalzo por cada giro musical y coloreando con su luminosa voz, versos que abren y cierran el telón. Una función en trece actos con vida propia «entre cuatro espejos, donde juegan su boca y los ecos». Las mil caras externas y el vacío interior de una sociedad bajo el foco de la reflexión y el diálogo de la libertad del arte. Aceptar y entender la belleza en la fragilidad y en la imperfección, reírnos de lo que somos y llorar entre todos. La verdad sentida que te llena por dentro y se refleja en la piel que se eriza bajo el maquillaje. «Com pesa la terra / Com baixa la terra / M’ofega / M’enterra…».

 

Las canciones

Silvia comienza la respuesta al dolor con una interpretación entre bambalinas al desnudo: cuarenta segundos a capela en “Pena salada”, desplegando el proyecto drama en el eco de las montañas con el llanto de Marta, protagonista de Terra Baixa (2014), la obra adaptada de Lluís Homar y Pau Miró (original de Àngel Guimerà) para la que Silvia compuso toda la música y escribió esta canción, en la que las percusiones ancestrales de Aleix Tobias (Coetus) irrumpen como una fuerte lluvia e impregnan de olor a tierra mojada cada verso salado de pena que llora Silvia.

Los recitados de Homar también se funden en la atmósfera resplandeciente de “Ensumo l’abril”, con Pérez Cruz balanceándonos en un columpio de infancia a modo de vals entre coros, para completar el apartado teatral con la delicadeza y elegancia jazzística de “Estimat”. Pero el jugueteo de las artes no cesa ni las separa y, sin dejar de desenmascarar mentiras en encrucijadas artísticas, como esa omnipresente falsa felicidad de morfina y duermevela que se expande por las redes sociales, Silvia hace que flote la verdad, frágil y descarnada, mostrándonos que ese latir del dialogar entre disciplinas le corre por las venas, y lo aprendió de primera mano de su madre, a la que rinde tributo, y con ello, a “Todas las madres del mundo”. Bellísimo poema de Miguel Hernández con unos arreglos de cuerdas sublimes que lo reconvierten en una nueva masterpiece cantada, con Silvia volando a su antojo y el archilaúd de Javier Mas, último escudero de Cohen, al mando.

«Todas las madres del mundo, /esconden su vientre, tiemblan. / Todas las madres del mundo, /y esconden su vientre, tiemblan. / Y quisieran retirarse, / a virginidades ciegas, / y al origen solitario / y al pasado sin herencia».

 

De Sylvia Plath a Javier Ruibal

En este batir las alas por el Cancionero y romancero de ausencias del poeta de Orihuela y recoger versos como flores de “Guerra”, encontramos el latido de la maternidad universal como motor de la Farsa más verdadera. Tema que investigó en todas sus vertientes y emociones junto a Rocío Molina en Grito pelao, espectáculo inolvidable que pudimos disfrutar hace un par de años en directo, donde Rocío contó sobre las tablas, bailando embarazada, que quería ser madre, compartiendo danzas y actuación con Silvia y la progenitora de la bailaora. De ese proyecto junto a la genial danzaora, Silvia rescata para el apartado de danza de Farsa: la titular “Grito pelao”, el maravilloso “Tango de la Vía Láctea”, con el brillante bandoneón de Marcelo Mercadante, y “Fatherless” y “Par coeur + The Womb”, estas dos últimas piezas, las más experimentales del lote, con Silvia llegando a novedosas galaxias sonoras, con atmósferas espectrales que envuelven de una inquietante bruma de ensoñaciones los textos de Sylvia Plath.

Y siguiendo con la poesía, imparable y libre por cada pista y fusionándose con las demás artes, alcanzamos el milagro hecho canción a ritmo de ranchera en “Mañana”, cortándonos la respiración y estrujándonos el pecho hasta lo imposible. Un canto vivo a la muerte firmado por Ana María Moix, en el que Silvia te obsequiará con una vida extra a cada escucha (avisado estás). «Cuando yo muera amado mío, / no cantes para mí canciones tristes, / olvida falsedades del pasado, / recuerda que fueron solo sueños que tuviste. / ¡Que falsa invulnerabilidad la felicidad! / ¿Dónde está ahora, dónde estará mañana?».

Otro regalo de versos amigos llega de la mano de Javier Ruibal en “Intemperie”, con el pulso de un contrabajo que late en la noche de un eclipse de luna interpretativo más, coronado por esa cima compositiva que llevó al cantautor gaditano a ganar el Goya. Con esa Intemperie de Benito Zambrano, tiramos de celuloide y desembocamos en el póker de canciones que sentimos por primera vez reflejadas en nuestros ojos desde las butacas de un cine: la versión interestelar de una “Sound of silence” (single digital y versión en vinilo) que suena mejor en directo y el tango a la vida de “Siga el baile” (vinilo), “Tres locuras” y “Plumita”, a partir de un hermosísimo texto de Mauricio Rosencof, el periodista uruguayo tupamaro que la dictadura encarceló (junto a Pepe Mujica y Fernández Huidobro) y que es uno de los protagonistas del film La noche de 12 años. En una escena del primer guion de la película que leyó Silvia, Rosencof está en su celda y por las rejas de la ventana entra una pluma: «¿Dónde está tu pájaro, plumita? /— Mi pájaro es un sueño. Se ha volado. / ¿Volverá? / — Nunca se va: Vuela y permanece, / como vuela y permanece todo lo soñado».

Algunos compañeros dicen que este Farsa es el trabajo más aventurero, libre y personal de Silvia Pérez Cruz… No, es un trayecto más en su viaje. Ella nació así y ese cantar es el que ha ido desplegando y produciendo o coproduciendo a lo largo de 11 de novembre (2012), granada (2014), Domus (2016), Vestida de nit (2017) o en el sin fin de proyectos con diferentes músicos en los que se ha embarcado, como Granada con Raül Refree. Nunca estuvo encorsetada y su personalidad siempre fue el viento que marcó el camino bajo las alas. Una vez más, vuela y permanece, como todo lo soñado.

Mención especial al cuidadísimo diseño, tanto el maquillaje (Estrella Elorduy) y las fotografías del libreto (Alex Rademakers), como la espectacular ilustración de la portada (vinilo) firmada por Laura P. Privado.

Cerramos con el futuro que, entre aires mexicanos, suena esperanzador, alegre y rebosante de energía, de la mano de todas las “Futuras madres del mundo”.

Anterior crítica de discos: Ensayo, de Nueva Vulcano.

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