Everything louder forever, de Motörhead

Autor:

DISCOS

«Las cuarenta y dos canciones son metralla pura y sin concesiones, exactamente lo que Motörhead disparaban»

 

Motörhead
Everything louder forever
BMG, 2021

 

Texto: JUANJO ORDÁS.

 

Yo todavía me sigo preguntando qué eran Motörhead. Nos quedamos con la etiqueta de «rock and roll» porque no tenemos otra mejor, aunque a ratos sonaran metaleros y fueran más fieros que el punk, pero lo cierto es que pese a lo primitivo de su propuesta eran bastante inclasificables. Así que vale, «rock and roll». A Lemmy le habría parecido bien, pero eran algo mucho más especial que lo que pudiera abarcar una simple categoría. Hablando de su líder, pareciera que su imagen de forajido hubiera sobrepasado en popularidad a la de su grupo, como si se pudiera ser fan de Motörhead sin haberlos escuchado en la vida. Pero son dos conceptos inseparables, Lemmy y Motorhead, Motorhead y Lemmy. La voz cazallosa, las pintas de pirata de carretera, canciones sobre la supervivencia, la moralidad y el desfase. Todo respaldado siempre por tipos tan míticos como el propio líder. Desde los más recientes como los adorables Mikkey Dee y Phil Campbell (fundamentales a todas luces) hasta los extintos «Philthy Animal» Taylor y «Fast» Eddie Clarke (qué gran época, vaya dos junto a Lemmy), pasando por la breve andadura de Brian Robertson (mezcla curiosa aquella) y el también difunto pero cariñosamente recordado Würtzel.

Fue triste que falleciera, porque artistas como Lemmy no hay muchos. Sinceros y en activo hasta poco antes de desaparecer. No hay que limitar todo a los míticos Overkill (1979) y Ace of spades (1980), tampoco a los estupendos pero perdidos y reivindicables álbumes como Another perfect day (1983) y Iron fist (1982). Sí, hubo épocas mejores y peores, pero a partir del 2000, durante la última etapa del grupo, la cosa se puso muy caliente con los estupendos Motörizer (2008), The world is yours (2010) y Bad magic (2015), además de tremendos álbumes en vivo donde el trío se mostraba en plenitud de facultades.

Precisamente, el recopilatorio Everything louder forever tiene en cuenta todo esto y agrupa en dos cedés las mejores canciones de una cosecha que no se detiene especialmente en los años dorados, sino que recolecta canciones de absolutamente todas la etapas. Los compilados pueden ser cronológicos o no, este no lo es, pero eso le beneficia. Porque alternando canciones legendarias como “Ace of spades”, “The chase is better tan the catch” u “Orgasmatron” con otras menos populares como “Sacrifice”, “Rock out” y “Love for sale” (una de las mejores de los noventa) hace que estas últimas salgan fortalecidas, demostrando que no estaban tan alejadas de la excelencia como el momento hacía ver. Buen repaso tras el cual vas a tener que descansar un rato, porque sus cuarenta y dos canciones son metralla pura y sin concesiones, exactamente lo que Motorhead disparaban. Se les echa de menos pero, a la vez, sabemos que siempre van a estar ahí.

Anterior crítica de discos: Flores y escombros, de Chloé Bird.

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