Flores y escombros, de Chloé Bird

Autor:

DISCOS

«Un talento fuera de toda duda»

 

Chloé Bird
Flores y escombros
ROCK CD RECORDS, 2021

 

Texto: CÉSAR PRIETO.

 

El cuarto elepé de la cacereña Chloé Bird presenta a una compositora y cantante que ha cambiado en varios de sus registros. En primer lugar, supone su paso definitivo al castellano como la lengua en que vehicula sus canciones, hecho al que no se le debe de buscar una explicación, más allá de que sea la lengua en la que vehicula también sus sentimientos. En segundo lugar, el disco bebe menos de la electrónica —tampoco lo hacía en demasía en los anteriores— y es mucho más orgánico. Los veinte segundos de guitarras rockeras que abren la que da título al conjunto lo dejan claro, aunque después la voz de Chloé las calma para pasar a la historia de un amor en su epílogo, ese que nos enfrenta al miedo. Es el balance entre la belleza y la derrota que cubre todo el disco, entre la flor y el escombro —que a veces aparecen juntos—.

Su voz tiene un centro de gravedad que en los extremos sostiene a Christina Rosenvinge y a las cantautoras de los setenta, de hecho, sin que nada lo confirme más que la intuición, en ocasiones recuerda al de Rosa León; sin embargo —frente a la ternura esa voz— en la instrumentación y algunas letras late algo oscuro, “La herida” es un buen ejemplo. Es una voz que, aliada al piano, puede ofrecer joyas de muchos kilates. En “Miedo al miedo” es de gran dama de la canción: la maneja, sabe cuando aparecer, se abre y deja actuar al silencio, un silencio que al final desborda en un escenario nocturno.

Es un piano, en gran parte de las canciones, perfectamente clásico, no olvidemos que la compositora tiene formación de conservatorio, y ese espíritu se desborda en “Tu luz”, con unas teclas de lieder que van creciendo poco a poco hasta convertirse en un estallido de intensidad emocional. Uno la escucha y la escucha y no sabe de dónde viene tanto estremecimiento como el que provoca. Es un piano ligero y flotante en “Ave del paraíso”, mientras que en “El faro” —donde sabe ir desde la confidencia hasta la dejadez del abandono— ya es directamente Chopin.

No impide esta presencia del piano que aborde otras estéticas en un disco que es variado pero compacto. En otros cortes, como “La reina de las horas muertas”, juega con tonos más jazzísticos; lo hace con el pop a la italiana en la simplicidad instrumental de “Nadie muere de amor”. Pero es en su acercamiento a sensibilidades iberoamericanas cuado consigue otra gema. “Antes del frío” es la búsqueda de la calidez y la necesidad de sentir la piel bañada por aires andinos.

Chloé Bird demuestra un talento fuera de toda duda, no parece tener techo su impulso porque atesora las dos cosas necesarias para un músico: no solo tiene las técnicas, tiene también el corazón.

Anterior crítica de discos: I’ve been trying to tell you, de Saint Etienne.

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