El disco del día: Daniel del Pino / Andreas Prittwitz

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«Transmite una belleza extraña y melancólica capaz de saltar impune por los siglos y ser, encima, tremendamente vigente. Esto no es ni jazz ni música clásica sino todo lo contrario»

Daniel del Pino / Andreas Prittwitz
«Looking back over Chopin»
I-N-G-O MÚSICA

 

 

Texto: GERNOT DUDDA.

 

 

Javier Krahe, en cuyos conciertos Andreas Prittwitz sigue ahí como el primer hombre, dio en el clavo con el nombre de esta serie que ha dado pie a una revisión muy actual y respetuosa de la música clásica, tan esquiva por lo general con los planteamientos “no canónicos”. Si el primer volumen estaba dedicado al Renacimiento y el segundo al Barroco, este tercero se centra exclusivamente en la figura del gran compositor y pianista polaco. Ojo, no se han saltado el Clasicismo –y su “top 5” de compositores–, que nadie se asuste (Andreas ya ha asegurado que no respetar el orden cronológico histórico es otra muestra más de no reconocer géneros ni fórmulas convencionales).

Ya que Frédéric Chopin nunca compuso para los instrumentos que él toca, parecía que iba a ser aquí más difícil vérselas con unas piezas clásicas –Andreas ha tenido que crear él solito una “segunda voz” junto al elocuente piano de Daniel del Pino–, pero paradójicamente le ha sido mucho más fácil gracias a un pensamiento egoísta: “Al igual que con las otras grabaciones, no pretendo ni cambiar la obra ni mejorarla, simplemente hacerla mía interpretándola y soñándola [pensando por un momento que yo he sido el que ha compuesto estas maravillas]”. Y sí, aquí está alguna de la música más bella jamás compuesta. De las 18 piezas del álbum, 16 pertenecen al Preludio Opus 28, que Chopin escribió durante su estancia en la mallorquina Real Cartuja de Valldemossa en el invierno de 1838. Pero antes podemos escuchar el famoso Vals Op. 69 Nº1 y el Estudio Op. 10 Nº3.

Inundado con la ilusión de un chiquillo, Andreas se propuso distribuir partes de clarinete, saxo tenor, saxo soprano y voiceflute entre las comisuras del piano. Los vientos aportan una sonoridad única –acentuada quizá por el hecho de haber sido grabado en directo (sin público) en el auditorio del Museo Thyssen de Madrid–; una visión diferente sobre un repertorio ampliamente conocido, al que Andreas transmite una belleza extraña y melancólica capaz de saltar impune por los siglos y ser, encima, tremendamente vigente. Sus seguidores del Café Central tendrán mejor forma de decirlo, pero esto no es ni jazz ni música clásica sino todo lo contrario.

Anterior disco del día: The Black Keys.

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