El disco del día: Brad Mehldau Trio

Autor:

«Cada pieza ha sido concebida con la mente puesta en un personaje o situación concreta que de una u otra manera ha influido personalmente en su creador»

Brad Mehldau Trio
«Ode»
NONESUCH/WARNER

 

 

 

Texto: GERNOT DUDDA.
El incansable Mehldau reactiva su trío perfecto –Larry Grenadier al bajo, Jeff Ballard a la batería–, aprovechando este viento que le sopla de cola desde hace ya muchos años y que habrá de llevarnos pronto a otra obra de “line up” más abultado como la soberbia “Highway rider”, de 2010. Aunque los once temas son composiciones originales del propio pianista, no es hasta la ejecución definitiva de las piezas con la aportación de todos los músicos cuando Mehldau considera que han tomado la dirección correcta. Una forma de improvisación “aparentemente dirigida”, de composición sobrevenida, “in motion”, que no deja ni mucho menos al compositor en un nivel inferior (como veremos en la última parte de este comentario).

La serie de preguntas que se formula a sí mismo en el libreto interior sobre armonías, rango dinámico o cómo conducirse el bajo o la batería en el contexto de esta o aquella canción son las mismas dudas que han mantenido de siempre los músicos y que tanto han enriquecido el jazz por los años de los años. Al final la solución no era tan complicada aquí: confiarle toda esa responsabilidad a la melodía, dejando que su propia anatomía acabara moldeando el resto de lo necesario. Está claro que la fuerza intrínseca de los músicos, su propia energía cinética, ha hecho todo el trabajo.

Pero como su propio nombre indica, “Ode” no es un tratado de teoría cuántica en el jazz sino que tiene una naturaleza perfectamente lírica. Cada pieza ha sido concebida con la mente puesta en un personaje o situación concreta que de una u otra manera ha influido personalmente en su creador. En cada una de ellas Mehldau ha procurado dejar un rastro sutil o no que reconoce al homenajeado. La que abre el disco por ejemplo, ‘M.B.’, está dedicada al gran Michael Brecker, viejo mentor espiritual, con el que el propio Mehldau tuvo la fortuna de tocar poco antes de su muerte. ‘Kurt vibe’ apela a la densidad narrativa del guitarrista Kurt Rosenwinkel y escrita pensando en cómo la compondría y tocaría él mismo. O ‘Eulogy for George Hanson’, sobre el personaje que hacía Jack Nicholson en “Easy Rider” y cuya muerte supone una impagable metáfora – de la que Mehldau se sirve nuevamente con esta pieza oscura– sobre el final del sueño de los 60.

Por supuesto hay símiles más banales (como ‘Twiggy’, el cariñoso apelativo que el bajista Christian McBride le puso a la propia mujer de Mehldau; o ‘Aquaman’, su héroe favorito de aquella televisiva liga de la justicia llamada “Super friends”, que se ha llevado una pieza con mucho swing), pero esto también define el propio curso de las “odas” que ha querido dejar por aquí el pianista. Por haber hay hasta una oda dedicada a la propia oda (“Ode”). Así, en metafísico.

Anterior disco del día: Víctor Manuel.

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