Dusty notes, de Meat Puppets

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DISCOS

«Recoge toda la heterogeneidad que ha caracterizado su música, a caballo siempre entre el hardcore, el punk, el rock alternativo y la música country»

 

Meat Puppets
Dusty notes
MEGAFORCE RECORDS, 2019

 

TEXTO: Eduardo Izquierdo.

 

Cuando Nirvana se comprometió en 1998 a participar en los célebres directos MTV Unplugged de la famosa televisión norteamericana, Kurt Cobain tuvo claro que una de las cosas que no quería hacer era el típico concierto con los grandes éxitos de su banda adaptados al formato acústico. Por ello, entre otras cosas, decidió invitar a dos de sus grandes ídolos, los hermanos Curt y Cris Kirkwood, almas de la banda de Phoenix Meat Puppets. Con ellos interpretó hasta tres de sus canciones en la velada registrada el 18 de noviembre de 1993 en Nueva York. “Plateau”, “Oh me” y “Like of fire” fueron los temas escogidos.

De esta manera, una de las bandas que el movimiento grunge reconocía constantemente como una de sus grandes influencias recibía el reconocimiento que merecía, aunque como explicaría Curt Kirkwood en una entrevista realizada para Eduardo Guillot en Efeeme.com en 2012, la cosa no acabó de salir como esperaban. «Fue algo increíble, el show fue fantástico y disfrutamos muchísimo. La gente empezó a prestarnos más atención y lo pasamos muy bien. Por otra parte, para entonces nosotros ya llevábamos juntos trece años, y estábamos acostumbrados a que las cosas funcionaran de una manera determinada, así que cuando empezó nuestra popularidad a raíz del despegue de Nirvana hubo mucha pasión, extrañas vibraciones, y no supimos manejar demasiado bien el dinero ni la atención que despertamos. Todo eso provocó confusión en mi hermano; en todos, en realidad, porque Derrick Bostrom, nuestro batería, era una persona bastante reservada y le importaba muy poco ser famoso. Mi hermano cambió por la popularidad y el dinero, que hacen que te sientas especial, aunque no sea cierto. Hay gente que sabe llevarlo bien, pero es una situación extraña». La cosa llega a tales extremos que, tras publicar Too high to die en 1994 y No Joke! en 1995, el grupo se separa, para reunirse por primera vez en 2000 y volver a permanecer cada uno por su lado entre 2002 y 2005. Desde entonces, la banda ha conseguido permanecer estable, publicando discos regularmente, aunque es cierto que desde 2013 y Rat farm no teníamos noticias de ellos.

Dusty notes es el nuevo disco de Meat Puppets, y el que hace quince en su discografía. Un álbum grabado por la formación original de la banda, tras la reincorporación de Derrick Bostrom, recuperando el puesto a las baquetas que durante un tiempo había ocupado Shandom Sahm, hijo del mítico Doug Sahm. Es lo primero que graban con él desde 1995, el quinto desde que Cris volvió a la banda tras problemas con las drogas, y el tercero con el hijo de Curt, Elmo, integrado como guitarrista. Un trabajo que recoge toda la heterogeneidad que ha caracterizado la música de los de Arizona, a caballo siempre entre el hardcore, el punk, el rock alternativo y la música country. Todo encaja y todo funciona en sus pistas. Desde el metal progresivo de «Vampyr’s winged fantasy» hasta la versión saltarina de ese «Sea of ​​heartbreak» del country man Don Gibson. Temas aparentemente opuestos que aquí conviven, como en el resto de su discografía, sin ningún tipo de conflicto. Se atreven incluso con arreglos maricahi en “Nine pins” y con baladas pianísticas en “The great awakening”, mostrándose libres de prejuicios y, sobre todo, en un estado de forma envidiable para lo que han vivido y los tiempos que corren. De hecho, lo mejor que podemos decir de Dusty notes es que es un disco absolutamente contemporáneo, algo que no pueden decir muchos de los grupos que sobreviven desde los años ochenta. Bravo por ellos.

 

Anterior crítica de discos: The other sides, de Kate Bush.

 

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