Diez canciones imprescindibles de Duncan Dhu

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Irrumpieron en 1985 con “Por tierras escocesas” y se despidieron en 2001 con “Crepúsculo”. Años después regresaron y editaron “El duelo”. En el número 16 de Cuadernos Efe Eme, Manolo Tarancón aborda su trayectoria disco a disco. Para acompañar esa lectura, escoge aquí diez piezas esenciales de su carrera. 

Selección y texto: MANOLO TARANCÓN.

Revisar la trayectoria de un grupo como Duncan Dhu es complicado, teniendo en cuenta la multitud de registros que han ido sumando y evolucionando en su carrera, más aún en la década de los 90 en consonancia absoluta con sus carreras en solitario. Del folk inicial a la mezcla con el pop, pasando por el golpe sobre la mesa que supuso un disco como “Autobiografía”, para girar hacia el soul blanco y la electrónica de “Supernova”. Retornar a los orígenes en trabajos como “Piedras” o “Crepúsculo” fue sin duda un gran acierto. Podríamos elegir muchísimas, pero estas son las canciones que rescato de su longeva carrera.

1. ‘Una calle de París’ (“El grito del tiempo”, GASA, 1987).

A pesar de encontrarse ya en su tercer trabajo, abriéndose a nuevas sonoridades, mantiene la esencia de los primeros Duncan Dhu: guitarra acústica agitada, un bajo y una batería tocada con escobillas es la base de este tema que ya se encuentra entre su cancionero imprescindible.

2. ‘El sentido de tu canción’ (“El grito del tiempo”, GASA, 1987).

Aquí el folk-pop al que nos tienen acostumbrados. “¿Dónde está el sentido de tu canción si no hay tiempo para poderla escuchar?” Este verso dio mucho que pensar en su momento, y mantiene todo el sentido en tiempos actuales. El ritmo de la batería, junto al dibujo del bajo nos devuelve a sus primeras composiciones y a su propio ADN.

3. ‘Rosa gris’ (“Autobiografía”, GASA, 1989).

Una canción muy especial por doble motivo: corresponde a uno de los temas incontestables y de referencia del grupo y es la primera en la que escuchamos la voz de Diego Vasallo. Su melancolía, el estilo único a la hora de cantar arrastrando las sílabas nos sumergen en un registro hasta este momento menos explorado por el dúo. Un tema profundo y reflexivo que combina a la perfección con la melodía de la mandolina que lo identifica de inmediato.


4. ‘El nuevo calor’ (“Autobiografía”, GASA, 1989).

Puro pop desde el inicio, con una de esas melodías pegadizas que transmite fuerza y energía en los apenas dos minutos de canción.


5. ‘Mujer sobre el papel’ (“Autobiografía”, GASA, 1989).

Siempre me resultó curiosa la historia que envuelve esta canción, un homenaje a una mujer que posa en un cuadro de una habitación, analizando cada una de las cosas que cuenta: “Míreme, mujer sobre el papel, sus manos dejan ver el color del trabajo y del sudor/ de madre y de mujer/ su cara ya borró el dolor/mujer de vocación su voz aún suena el el salón”.


6. ‘Si no eres tú’ (“Piedras”, GASA, 1994).

Una vez más, Vasallo consigue conmovernos reflexionando, y acercándonos en imágenes una separación antes de que esta se produzca. Nada puede remendar el problema que esa pérdida ha suscitado. Los recuerdos se suceden sin freno sumando una y otra enumeración de hechos que refuerzan el motivo de la queja. Una canción redonda. “Y en la discoteca suenan los Cult, no me gusta el sitio pero estás tú”.


7. ‘Dime’ (“Piedras”, GASA, 1994).

Una de esas canciones oscuras, que no abundan demasiado, con esa guitarra eléctrica acompañando en las estrofas a la voz en tono de blues con ese crescendo final. Un registro que no es fácil de encontrar en sus discos y que destaca en “Piedras”.


8. ‘Nada’ (“Crepúsculo”, DRO, 2001).

La fuerza que emana esta canción es increíble, el inicio de un disco que en su momento suena a despedida. Erentxun canta con la madurez y la sobriedad que detecta una carrera longeva y experimentada. Los arreglos en todo este trabajo de Suso Saiz, el sonido cristalino y contundente suman sin duda a la calidad de las composiciones.


9. ‘Desnuda’ (“Crepúsculo”, DRO, 2001).

La sobriedad de los violines y el in-crescendo de la canción la convierte en épica consiguiendo una sonoridad seria y reflexiva. Una de las canciones más redondas de toda su carrera.


10. ‘Nunca me enamoraría de noche (Jack Nicholson no miente)’ (“Crepúsculo”, DRO, 2001).

Deliciosa tonada folk marca de la casa, con una producción cuidadísima, ideal para la rota (a propósito) y susurrada (como solo él sabe hacerlo) voz de Vasallo. Volvemos a las escobillas y el bajo al más puro estilo skiffle, acompañadas de unas cristalinas guitarras acústicas arpegiadas con gusto y delicadeza.

 

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