De estreno: Kike M.

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«Antipersonal habla de la búsqueda de la libertad, del amor y el implacable paso del tiempo como coartada para exprimir la vida»

 

Con apenas un par de sencillos, el disco que prepara Kike M. ya ha captado nuestra atención. El músico salmantino, cuyo debut se espera después del verano, se mueve entre el folk y el rock y bebe de Extremoduro, Kase O. o Mumford & Sons.

 

Texto: EFE EME.
Foto: JAVIER GÓMEZ.

 

Dos temas titulados “Trance” y “Destellos” son los adelantos del debut de Kike M., que se titulará Antipersonal y verá la luz, previsiblemente, después del verano a través del sello Metales Preciosos. Un sonido enérgico y cálido que supone su primer largo como solista, tras el epé Probladores del suelo, las nubes y el mar que editó en 2018 y puedes escuchar aquí.

 

¿De dónde vienes? (Físicamente, y bandas anteriores)
Soy de Salamanca, allí tuve la suerte de formarme en música desde pequeñito. Montamos nuestra primera banda con 13 años, se llamaba La Kerella y ensayábamos en la bodega de los padres del batería. Hacíamos punk rock con algo de ska. A los 16 nació BNDR, empezó como una banda de versiones de rock estatal y poco a poco fuimos montando nuestro repertorio. Grabamos tres discos y he evolucionado un montón con ellos. Mucha carretera y muchas aventuras.

 

¿Cómo nace tu proyecto solista?
Diría que nació en el verano de 2015 en mi pueblo, San Martín del Castañar, cuando grabamos un vídeo bastante casero de “Volver a hacerlo” en colaboración con el grupo Noviembre. Fue mi primer tema como Kike M. Ese mismo año me trasladé a Madrid a estudiar Diseño, y una vez allí, ya llegaron los primeros conciertos en solitario.

 

Describe tu sonido.
Bebo del rock en castellano con melodías pop y letras cercanas a la canción de autor. El mundo folk también está muy presente en mi sonido.

 

Principales influencias.
De pequeño escuchaba a Extremoduro, Marea, Mago de Oz, Ska-P… y mi madre ponía a Sabina, Francisco Céspedes, OBK o Laura Pausini en casa. Ya de mayor he escuchado más música extranjera, como Mumford & Sons, Foo Fighters, Imar… aunque he seguido escuchando canciones en castellano de músicos como Jorge Drexler, Coetus o El Kanka.

 

¿Cómo definirías tu nuevo disco?
He hecho literalmente lo que me ha dado la gana y creo que esa transparencia se percibe. Es un disco muy energético para bailar y cantar «a grito pelao». Va acompañado de una parte visual muy importante que fui elaborando durante mucho tiempo, y he dotado a cada canción de un miniuniverso en el que zambullirse. He tenido la gran suerte de estar rodeado de los mejores músicos que podría pedir, que encima son mis amigos, y han aportado muy buenas ideas a mis canciones. Grabar con Ángel Cáceres también ha sido un superacierto por su personalidad, por entender el proyecto y tratarlo con el mayor de los mimos. Diría que ha sido la mejor experiencia de grabación de mi vida.

 

Tu disco suena, o te gustaría que sonara, como los de…
Hay gente que me ha comentado que le suena a los discos de los años setenta, para mí ese es un territorio aún por explorar.

 

 

Cinco discos de cabecera.
Canciones prohibidas, de Extremoduro; A puerta cerrada, de Fito & Fitipaldis; Jazz magnetism, de Kase. O; Tus demonios y yo, de Fe de Ratas, y Babel, de Mumford & Sons.

 

Cinco canciones perfectas.
“A hard rain’s a-gonna fall”, de Bob Dylan; “Repartiendo arte”, de Kase. O; “Caballero andante (¡¡¡No me dejes así!!!)”, de Extremoduro; “La leyenda del tiempo”, de Camarón de la Isla, y “Mediterráneo”, de Joan Manuel Serrat.

 

¿Prefieres estudio o directo?
Depende de para qué. Odio escuchar discos en directo cuando estoy en casa, pero para tocar elijo el directo sin pensármelo, además directos como los de antes, sin live-streaming que valga. Me costaría medir si disfruto más escuchando a un artista en vivo, aunque sea en un macroconcierto a 500 metros, sintiendo los graves en el pecho y bailando, o si prefiero ponerme su disco en casa con cascos en la mejor de mis intimidades.

 

¿A quién te gustaría telonear?
A Robe, M-Clan, Xoel López, Vetusta Morla, Pearl Jam, los Mumford, Brandi Carlile, Los Zigarros… No sé, a mucha gente. Aunque no pegara ni con cola telonearía a los Artic Monkeys, a Calle 13, a los Strokes, a Natalia Lafourcade, a Muse… Sería un honor pisar el mismo escenario que cualquier artista que admiro.

 

¿En qué disco de homenaje te gustaría participar?
En un homenaje a Janis Joplin, Nirvana, Camarón, Compay Segundo, Violeta Parra, Labordeta…

 

¿Qué canción del disco es la que mejor te representa y por qué?
“Prefacio”, porque es una fotografía perfecta del momento en el que estoy, fue la última que compuse y aunque dura muy poquito concentra una definición muy clara del disco y también de lo que yo siento.

 

¿Cómo eres encima de un escenario?
Me he enfrentado al escenario en todo tipo de formatos. Mis favoritos son con la banda al completo o totalmente solo. Me gusta tocar algo reciente para sentirme representado en ese momento porque las canciones más longevas acaban por dejar de ser de uno y las terminas sintiendo de otra manera. Me cuesta la oratoria, así que intento no hablar mucho y dedicarme en cuerpo y alma a la música. También disfruto interactuando con el público en las canciones y ofreciendo un puntito más, enlazando algún tema o incluyendo alguna cosa instrumental que la gente no se espere.

 

¿Qué planes tienes este año?
El momento que estamos viviendo requiere cautela, así que uno no puede hacer grandes planes a largo plazo. De momento quiero ir desvelando el disco poco a poco, cuidando mucho la parte audiovisual. Sí que me gustaría hacer algunos conciertos de pre-escucha del disco con toda la banda en Madrid, Salamanca y Barcelona antes de que vuele de mis manos y ya pueda escucharlo todo el mundo en su casa.

 

Tienes cincuenta palabras para vender tu primer disco. ¡Adelante!
Antipersonal son diez canciones con sonido rock y folk contemporáneo, tambores a tierra y melodías osadas interpretadas a batería, bajo, guitarra eléctrica, violín, guitarra acústica y voces coreables. Antipersonal habla de la búsqueda de la libertad, del amor y el implacable paso del tiempo como coartada para exprimir la vida.

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